Una palabra a la que siempre le he temido: operación

Desde que comencé en esta red social, he compartido por acá mi antes y después de la pérdida de peso. Situación en la que me vi obligada debido a una alteración de mis glándulas tiroides desde hace tiempo.

Hace cuatro años (abril 2014) un descontrol en mi menstruación me llevó –con todo y miedo- a acudir a mi ginecólogo. Él, afortunadamente, me indicó que no había nada malo en mi aparato reproductor. Sin embargo, sospechó de una alteración en la glándula tiroides y me recomendó hacer una dieta (emitida por él mismo), caminar una hora diaria y una consulta con un especialista en endocrinología. Pesaba 119 kilos.

Mi cita con el endocrinólogo fue pautada para mes y medio después. En ese lapso logré perder 5 kilos aproximadamente. Cuando me tocó la consulta, de inmediato me mandó a hacer los estudios de rigor: exámenes de laboratorio, exámenes especiales de tiroides y ecos de tiroides. A la palpación de mi cuello, ya el Dr. notó que mi glándula no estaba normal.

Una vez con los resultados en manos, confirmó lo que ya me había dicho: glándulas de tiroides aumentadas de tamaño, el nivel de azúcar muy alto, grasa en el hígado, piel reseca, trastornos hormonales, bocio multinodular. ¿Conclusiones? Llevar una dieta (o como él llama: un plan de alimentación) para personas con hipotiroidismo como yo, así como también tomar vitaminas y euthyrox.

Esto lo cumplí por dos o tres meses y no regresé a la consulta.

En junio de 2017 volví a presentar los mismos síntomas que en abril 2014. Estaba muy asustada, pero igual asistí a mi médico. Se repitió todo el ciclo: exámenes especiales y ecos. ¿Resultados? Los mismos de hace cuatro años, sobre todo el de tiroides. “O adelgazas o adelgazas”, me dijo el Dr. En ese entonces pesaba 101 kilos.

Esa vez sí decidí tomar en serio mi salud. En la siguiente consulta (sept 2017), me dijo que ese nódulo en mi tiroides no había cedido con el tratamiento médico. Que él le iba a dar por lo menos dos meses más y si no se reducía, había que pensar en una intervención quirúrgica. Esto me aterró. ¿Por qué? Pues le pregunté al Dr. si eso estaba desencadenando algún cáncer de tiroides o qué se yo. Él me dijo que no.

Regresé a la consulta en noviembre. El nódulo seguía allí, sin aumentar ni disminuir su tamaño. Mi endocrino me dijo: “¡Hay que operar!” yo le dije que no me quería operar porque no quería pasar diciembre recién operada. ¡Qué cobarde, eh!

Él me dijo que me portara bien en el mes de diciembre y en este 2018 veríamos.

Llegó el 2018 y con él una increíble y grosera hiperinflación jamás vista en la historia de Venezuela. Lo que unos exámenes especiales pude cubrir hasta noviembre de 2017, ya en enero todo había cambiado. Unos eran cubiertos por mi póliza y otros no.

Cuando fui a la consulta con mi especialista, me reiteró lo de la operación. Le dije que mi póliza no cubría nada y que no tenía dinero para pagar una intervención quirúrgica. Él lo comprendió y como siempre, de la mano con sus pacientes.

Me dijo que iba muy bien con la dieta y que siguiera con ese entusiasmo. Me citó para mayo de este año y pude ir para el mes de junio. El día de la cita, muy bien todo porque había logrado perder 28 kilos, pero el nódulo seguía allí. “Sé que no te quieres operar, pero hay que hacerlo. Cuando un tratamiento médico no funciona, hay que operar. ¿Qué hacemos?”, me dijo.

“Doctor, mi póliza no cubre nada y de verdad no tengo recursos para pagar una operación. No sé qué voy a hacer”, le respondí. Aquí los dos nos quedamos frente a frente y él me dijo: “Lo que quiero es evitar que ese nódulo a futuro te traiga consecuencias a tu salud y ahí sí vas a tener que sacar la plata de donde no tengas”, expresó.

Mandó a llamar a su secretaria.

“Por favor, llama a estos dos doctores”, le dijo.

Cuando logró comunicarse con uno de ellos (el Dr. García Colina, cirujano), después de saludarse y comentar otras cosas referentes a la medicina, le dijo: “Chico, tengo una paciente de 37 años a quien estoy tratando desde hace cuatro años, tiene un nódulo en la tiroides y no tiene recursos para operarse. ¿Tú me la puedes operar de gratis?”, cuando escuché eso sentí que el corazón se me iba a salir por la boca.

Al trancar la llamada me dijo: ¿Escuchaste, no? Bueno, llámalo para que te vea en consulta y luego, después de la operación, seguimos en control.

Fui a la cita médica con este otro Dr. Un hombre súper amable, paciente y muy buen escucha. Me transmitió mucha paz y tranquilidad. Ese día, el lunes 1ero de julio, me mandó a hacerme dos estudios: mamografía, eco mamario y exudado faríngeo (por posible faringitis).

Ya tengo los resultados de estos estudios y el lunes 16 de julio regreso a consulta con el cirujano.

Me preocupa mucho lo que tenga que ver con gastos. No sé qué tan gratis sea esta operación. Es decir, voy referida por mi médico especialista pero, aquí en Venezuela así sea una gasa hay que comprarla. Todo está excesivamente costoso.

Solo le pido a Dios que me ayude en esto, que realmente el cirujano pueda operarme sin complicación económica alguna (ni para él, ni para mí) que yo de verdad pueda salir de esa glándula tiroides de una manera tranquila y seguir con mi nuevo plan de vida: mejor alimentación y ejercicios.

Por: Lenys Carolina Martínez Noguera