Los doce demonios.

Desde temprana edad sentía tu compañía, pero tu falta de comunicación ligada a mi entendimiento me hacía desviarme de tus señales. Iba y venía, te sentía, pero como nadie nos presentó, te ignoraba. Día tras día te ibas fortaleciendo y despertando en mí curiosidad. Te fui buscando.

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Insistía en que fueras mi mejor amiga. Me ocultaba en ti, me complacía al estar contigo. Hasta que un día sentí que me arrastrabas a lugares inimaginables, donde la avaricia era la dueña y señora. Vestidos lujosos, objetos de gran valor era lo que más veía. Algunos espacios estaban llenos de sexualidad, pero muy en el fondo sabía que estaba mal. Mostrar mi cuerpo, dejarlo tocar y venderlo no era lo que me decía esa voz que no sé de dónde salía, pero me hacía entender que algo andaba mal. Platos exquisitos, pero ¿cómo debía ganar ese suculento menú? dejándome arrastrar a un mundo en el que debía hacer sufrir a alguien más. Observaba a muchas saboreando ese rico manjar, desde lejos se veían felices.

Luego hacía su majestuosa entrada el decir lo indebido, exagerar, y pasar horas, días, meses, maquinando historias como de novelas, historias sin final. Pude aprender de historias que quizá sean ciertas, pero con situaciones de la mente enferma que pueden causar daños irreparables, solo por llenar vacíos o saciar alguna que otra patología. Llegar al culmen de la baja autoestima, del fondo de la perversidad, del ego de una depresión profunda, atentar contra los principios, valores y contra el amor propio.

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Saber que existen mejores personas, preparadas, pero en el fondo de tu corazón no querer transitar por los caminos que tuvieron que pasar, ver cómo ofenden, humillan, sin una pizca de piedad, te hace decir prefiero mi paz. Pedir a gritos ser vista por personas que no hacen más que dañar, querer estar en ese lugar sin saber cómo llegar, haciendo pruebas una y otra vez para ganar ese trono de pura fantasía y hostilidad. Recibir patadas, puños, y bofetadas por ganar algún lugar que al final del camino nada te va a dejar.

Soledad, avaricia, lujuria, gula, maldad,
imprudencia, chisme, vanidad, infidelidad,
perfección, adulación y rechazo.

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¿Que nos queda aún por superar?

Soledad: Es un estado de aislamiento, en el cual el individuo se encuentra solo, sin acompañamiento de una persona o animal.

Avaricia: Afán de tener muchas riquezas solo por atesorar, sin la mínima intención de compartirlas con nadie.

Lujuria: Exceso o abundancia de cosas que estimulan o excitan los sentidos...Deseo y actividad sexual exacerbados.

Gula: Apetito desmedido de comer y beber.

Maldad: Falta de bondad, inclinación del ser humano a perjudicar a otros.

Imprudencia: Es el acto irreflexivo, cometido sin medir lo que se puede destruir, haciendo o diciendo palabras sin ninguna mesura... Sin freno.

Chisme: Es un rumor que se suele decir a espaldas implicando hechos negativos de una persona y dañar su moral.

Vanidad: Orgullo de una persona que tiene en un alto concepto sus propios méritos y un afán excesivo de ser admirado y considerado por ellos.

Infidelidad: Simplemente es romper la confianza de otro. Lo llevamos por lo general a relaciones de pareja, pero es válido para grupos de personas.

Perfección: Todo lo que es perfecto. En psicología se habla de una patología al mencionar perfeccionismo.

Adulación: Alabanza exagerada y usualmente interesada que se hace a una persona para conseguir un favor o ganar su voluntad.

Rechazo: Es el acto de negar o rehusar a aceptar cierta situación o individuo. Suele ocurrir en el trabajo, fiestas, amigos y actos sociales.

Esta historia continuará...