El telediario, al mediodía, presidiendo la mesa, en casa de los padres, como siempre, en mi caso, desde hace años, como casi nunca. No me gusta la repetición de noticias del desayuno, es como tomar los restos de la cena, pero en forma de noticias. Sale una vecina de toda la vida, se la ve bien puesta aunque duda un poco, se le atasca alguna palabra en la garganta, pero la ternura que siento hacia verlo, hace que obvie los posibles fallos.

Alerto a mis padres, mirad, la vecina del décimo, no logran ubicarla, en cada cabeza, los recuerdos se almacenan de distinta forma, en la de mis padres, con el nacimiento de mi sobrina, parece que hubo un reseteo, sólo hay memorias, de dos años y medio para acá. No es que me importe, pero a veces resulta complicado hablar de temas de la posteridad, como metáfora o ejemplo de comportamientos pasados que no hay que repetir. A su escala, mis padres, me hacen entender que se repitan cualquier tipo de burbujas y comportamientos económicos indeseables del pasado.

Fuente

Acabé la comida, sigo teniendo hambre, parece escasa la comida, es raro en casa de mis padres, se come como si fuese el último día. El tener una despensa llena y comida prácticamente en cualquier cajón o armario que abra, me hace temer por mi ya delicado estado de forma. A veces el peso se desboca, y la casa de los padres, tan bien surtida y servida, nunca es la solución. No termino de entender el mecanismo mental que se desata que parece que no pasa nada, como si fuera un bonus en una partida, una bola extra en el comer, que por supuesto, pasa peaje en mi maltrecha talla.

La siesta, revisar documentación, la merienda, la despedida, alargada del que no se quiere ir, la promesa que será cumplida de vernos el próximo día, en un viaje, que espero que nos acerque. De un tiempo a esta parte, noto un desapego por las relaciones humanas que me hace temer, no es bueno para nadie sentirse desgajado, descarnado. Sin gusto por las cosas materiales y sin amores paterno filiales, víctimas eso sí del desencanto de las pequeñas villanías de cada uno y con las amistades desperdigadas por los compromisos, por los amores, por los trabajos, el sentimiento de soledad, debería ser aplastante.

En mi caso, puede que lo mitigue escribiendo, pero, no es por ego, ni por dejar nada a la posteridad, realmente, llegado el caso, es más el compromiso conmigo mismo de una cosa menos que dejo por hacer, de las muchas que dejaré por hacer, pero ya no existe el vértigo del reto del existir, convivo con la irremediable sensación de que los mejores años han pasado, he tenido la suerte de disfrutar de unas extraordinarias bolas extras, pero se me hace pesado vivir en este comentar partidas pasadas que para mi ya no tienen ningún interés y sin necesidad alguna de buscar nuevas formas de complacerme.

Fuente

Cuando lo material no es un reto, cuando sabes que tus mejores días pasaron, y queda un abismo, no es que lo diga yo, es evidencia científica que la edad media en España de los varones, supera, los 88 años. ¿Qué nos queda? ¿Escuchar a los demás, intentar ayudar? Gravosa tarea, como los supervivientes de la batalla final del señor de los anillos, espero la llamada a puerto a zarpar a nuevas tierras. La crisis, ha hecho mella en mi generación, es un daño que no se ve, que va dentro, es un pellizquito de amargura que te permite seguir viviendo, con momentos puntuales de algarabía, pero el desconsuelo, de saber que participas desde el principio en un juego amañado y nunca fuiste el perro favorito de quienes mandan.

Espero que el viaje, me de pausa, herramientas para entenderme mejor, en la búsqueda en pueblos infelizmente despoblados de lo que fue en su momento el granero de Europa y que busca desesperado un brote verde en la fecundidad de sus tierras con uvas y buenos caldos. Ojalá encontrase una nota un reflejo de mi mismo que me dé el ánimo de la espera, de un nuevo día de una nueva ilusión, que no sea como esperar que caiga el sol, en el atardecer en una playa, sintiendo el agua que refresca tus pies, y sentir que molestas a las nuevas generaciones que van poblando la orilla en busca de la oscuridad donde dar rienda suelta a sus primeros amores y escarceos. Nunca tuve de eso, ahora solo queda la pena de la contemplación con una larga llanura por delante en forma de años vacíos de vida.

Fuente

Hablo con mi amiga de su paso por la televisión, me pregunta como va, parece que se alegra, nunca la traté muy bien, pero los años le ha dado una magnanimidad a esas personas que fueron víctimas de mis desvaríos alcohólicos de primera juventud. No se si sus amarguras son las mías, pero siento aprecio, la verdad que se agradece una mano amable. La conversación deriva, hablamos del barrio, siempre con los de antes terminamos hablando del barrio, esa Itaca de la zona oeste, donde todos éramos pares, lejos de los aires de grandeza de la zona este y del merdellonerío imperante en un centro que aún era sólo hospital de campaña de las miserias y lamentos de los más desarrapados de una ciudad por sí, poco agraciada.

En un momento de la conversación, me dice que había visto en un concierto en la Térmica, lugar de escape de adolescente henchido a rabonas, a Curro, amigo común de los años heroicos. Le hago ver la imposibilidad del hecho, la última vez que hablé con él, estaba con su esposa e hija recorriendo la península que conforma lo que era la antigua Yugoslavia, ella jura y perjura que sí, que era él, más mayor, más calvo, pero él. Le doy la opción de otros nombres, los años, nos iguala a los hombres, tanto en el aspecto, como el atuendo como en los gustos que quedan irremediablemente matizados lejos de cualquier ardor juvenil, nos conformamos con casi cualquiera cosa.

Ella piensa, que en un arrebato de juventud, estoy ironizando, le hacía gay sólido pero mudo. Sin haber encontrado el modo de compartir el hecho con nosotros. y nosotros asumiendo la normalidad de las distintas notas de la melodía que al fin al cabo, terminan siendo nuestras vidas.

Igual un Doppelgänger de él, libre de ataduras es feliz bebiendo sus latas de cerveza, sus porros, sus conciertos al aire libre y quizás solo quizás besos furtivos con otros huidos de sus formales vidas. Existe la posibilidad, seguro, lo intuyo.

Gracias por leer, gracias por leerme