Dietario de viaje. Fragmentos 01062018

Me ha despertado el frío, más del que esperaba, había dejado abrigo a mano. De noche, la iglesia da una tregua en su perpetuo replicar de horas, medias y cuartos. El silencio en los pueblos no es tal, este marcarse las horas, irrumpe a cada poco con un sonido que recuerda aunque sea de forma sutil y soterrada, la ausencia de los oficios que marcaron el devenir de una tierra y de una gente.

El arrullo de las palomas, ha hecho que termine de despertar, noto la alergia a martillando la nariz quizás sea aún un resto de las histaminas acumuladas en el sur, se impone el levantarse, lentillas, pastillas café, algo de trabajo.

He pospuesto la intención de correr al medio día, es disuasorio el frío, soy de calor de mucho calor y si puede ser seco, mucho mejor

Por la ventana, veo unos cipreses en el patio vecino, dónde antes hubo un granero, ahora hay un patio con cipreses largas bancadas de madera y en las paredes, enseres antiguos de las labores de casa y campo con más de un siglo de historia.

No costaría nada describir aquí la vida de los últimos ciento cincuenta años, aún queda bastante de la memoria de los viejos, tienen un recuerdo vivísimo, te despliegan sin ambages, se entiende,aún se lee la felicidad en sus rostros.

La alergia no me da tregua, he tenido que ir a limpiarme una lentilla, tengo los ojos hiper sensibilizados y hay bastante polvo en la casa, desde Agosto pervive sin trato humano. He pasado algo cuando me estaba trasteando el ojo, parecía algo tierno como una ramita verde por su tacto húmedo, he mirado por defecto a ver si era una bola de pelo(imposible), era peor aún, una cucaracha yacía muerta sobre el laminado de madera del cuarto de aseo.

Los inconvenientes de ir descalzo, es el primer rastro de vida que veo, ajeno a nosotros, las palomas arrullan fuera, eso no cuenta.

En el salón me he ido a poner las noticias de fondo, me fui de Málaga con un presidente y dos entrenadores y llego con otros, su viaje es más eléctrico que el mío, no me cabe ninguna duda, aquí venimos a buscar el sosiego y poner una pausa en la vorágine que es vivir en mi ciudad hoy en día.

La lámpara alumbraba con luz mortecina, que dirían los decimonónicos, he apretado una bombilla, ahora alumbran la estancia dos. Me he acordado de Amado, sus apreturas, su contención de todo lo que implicase coste y desgaste. No era ni más ni menos que la gente de aquí, está claro en Castilla, la gente es ahorrativa como forma de vida. Los que hemos vivido la contemporaneidad, a pesar de los vaivenes de dos crisis, no podemos entender esto. Es algo genético, hay que haberlo vivido para entenderlo.

Fotos propias