Había pasado al menos un año desde la última vez que dibujó a Meg como la recordaba, a pesar de que la recordaba todos los días, porque la veía en muchas cosas. Comenzó a delinear sus ojos oscuros, y sus labios, sonrientes como solían estar. Le encantaba cuando ella sonreía así.

La extrañaba.

Cas disfrutaba dibujando su hermoso cabello, llenándolo de negro, y dejando pequeños espacios en blanco que se asemejaban a la luz reflejada en sus mechones.

Eran opuestos totales, y si le preguntasen, él no lo negaría. Sin embargo, inmediatamente después, diría que se complementaban entre sí, y que nada en la vida sería realmente emocionante si todos fueran iguales. Le encantaba la forma en que ella lo hacía perder todos sus sentidos, y la forma en que siempre le mostraba que la mejor manera de existir era siguiendo su instinto sin importarle nada más.

Meg era muy espontánea, y esa era probablemente una de las cualidades que más le gustaban de ella. Cuando estaban juntos, ella siempre le decía que viviera el momento. Era traviesa, siempre buscaba diversión o problemas, era respondona, y nunca quiso conocer a la familia de Cas porque pensaba que eran aburridos y que no se llevarían bien, y probablemente tenía razón al respecto.

Cas siguió dibujando, tomándose su tiempo para detallar sus mejillas y hoyuelos tan correctamente como pudo. Se encargó de reflejar en sus ojos esa mirada juguetona característica de ella.

Se conocieron cuando él tenía catorce años; ella tenía trece años y estaba en un grado menor. Sin embargo, ella había caminado el doble de las millas que él. Había pasado por muchas cosas, cosas por las cuales una niña de su edad no debería pasar nunca; se escapó de casa para vivir con su tío, quien, a pesar de su problema de manejo de la ira y el consumo excesivo de alcohol, la cuidó mucho mejor que sus padres abusivos, y la inscribió en la escuela.

Cas recordó la primera vez que se vieron. Él había estado persiguiendo una rara mariposa en el patio de recreo, queriendo dibujarla. Ella lo había notado, así que cuando la mariposa pasó volando a su lado y se posó en su mano, ella la golpeó y se la llevó. La recordó diciendo que así sería más fácil de dibujar porque se mantendría quieta.

El chico no sabía mucho sobre las relaciones humanas para entonces, pero estaba bastante seguro de que ofrecerle a alguien una mariposa muerta como regalo era una manera bastante extraña de comenzar una amistad. También se recordó a sí mismo gritándole por haber matado a una de las criaturas más bellas que jamás haya existido en la naturaleza, a lo que ella respondió empujando al insecto muerto dentro de su boca y marchándose.

Ciertamente, Meg era única, y era su primer amor. Entre muchas cosas, habían intercambiado un montón de increíbles y memorables primeras veces a lo largo de sus años de amistad, creciendo juntos mientras se enamoraban lentamente. Cas no se arrepentía de nada.

Pensó en las ocasiones en que ayudaría a su chica a estudiar para sus exámenes finales en la biblioteca, tardando horas porque seguían distrayéndose, o cuando ella venía en secreto a su casa a medianoche y se subían al techo de la casa, para mirar las estrellas y luego el amanecer, y las veces en que él se escapaba a altas horas de la noche y ella venía a buscarlo para estar juntos en el auto de su tío.

Dibujó su cuerpo, y la vistió con su propia chaqueta de cuero, la cual Meg le robó la primera noche que compartieron. Desde entonces, cada vez que Cas veía que la llevaba puesta, algo dentro de él se encendía; ella lo sabía, y por eso no se la quitaba de encima.

Ella había sido su primer beso, su primer poema y la primera buena razón para no dejarlo dormir por las noches. Ella había sido la primera en quererlo lo suficiente como para nunca dejar de intentar acercarse a él, incluso cuando él intentaba alejarla. Él también había sido su primera cita en un restaurante romántico, su primer baile de bienvenida, su primera noche viendo las estrellas y su primera debilidad real. Meg solía decir que Cas era su unicornio.

Ella fue la primera persona en romperle el corazón, también.

Ella fue la única que lo hizo llorar hasta poder conciliar el sueño, la primera persona que lo hizo sentir un dolor y un vacío ilimitados, y quien le hizo dudar sobre la bondad, o la existencia de Dios.

Ella fue la primera amiga que tuvo que ver enterrar.

Él simplemente no entendía cómo el cielo podía darle algo tan precioso como ella, y luego quitárselo, sin siquiera darle la oportunidad de decir adiós. Nunca fue capaz de besarla otra vez, ni abrazarla, ni pasar sus dedos por su cabello una vez más, y odiaba tener que lidiar con eso.

En vísperas de la tragedia, sin idea de lo que pasaría, se habían comprometido, y esto solo hacía que Cas viese tan imposible el hecho de tener que continuar su vida sin la única persona que lo hacía sentir digno de ella, pero si algo sabía, era que Meg no lo perdonaría si no lo superaba.

Sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, y su pecho dolía un poco, pero ya no era nada extraño, sólo algo que pasaba de vez en cuando, al pensarla.

Terminó su dibujo, tragó fuertemente y enderezó la espalda, recuperándose mientras respiraba profundo.

Estaba acostumbrado a eso, y aunque odiaba la sensación, nunca odiaría el sentimiento.

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¡Saludos bella comunidad hispanohablante de Steemit! Espero que todos se encuentren de maravilla. Esta historia fue escrita por mí hace un tiempo en inglés, y pensé que ya era hora de traerla en español para todos aquellos que, como yo, son unos románticos empedernidos y amantes de la tragedia, por más irónico que sea.

Esta historia es sin duda alguna mi favorita entre las que he escrito. Me siento inmensamente orgullosa de ella y cada tanto la leo de nuevo solamente para conmoverme y dejar salir una que otra lágrima. Ojalá les haya llegado tanto como a mi, y sí, la escribí yo, pero cada línea me llena de sentimiento como si fuese la primera vez que leo una historia de amor.

Siempre he pensado que la escritura es el más bello de los artes, y en mi experiencia personal me he sentido afectada en grande por las palabras que leo y las que yo misma escribo. Es un poco gracioso como cada vez que leemos algo logramos identificarnos con diferentes aspectos implícitos y explícitos en las palabras que vemos plasmadas frente a nosotros.

Algunas historias de amor no son novelas épicas. Algunas son historias cortas, pero eso no significa que estén menos llenas de amor.

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Fuente de imágenes: Sketch de mariposa, sketch de Meg