La última página (relato)

in #spanish6 years ago (edited)

La última página


Era una belleza que irradiaba destellos de dolor. Siempre aparecía suspendida en lo alto, envuelta en un haz de luz, mientras su vestido largo ondeaba con una elegancia imposible. Todas las esmeraldas del mundo parecían estar contenidas en su mirada, esa mirada profunda que te invitaba a indagar en su alma, pero que por más que intentaras, era imposible de descifrar. Después de pasar una eternidad observándola, ella sonreía de la manera más dulce para anunciarte que era hora de partir. Entonces tú estirabas tus manos, tratando de alcanzarla con desesperación entre luces, tiempos y silencios. Pero ella se alejaba, se alejaba sin parar, con un atisbo de tristeza en sus ojos, la tristeza más aterradora que se pueda ver y sentir. El haz de luz terminaba consumiendo su figura y llegaba el momento de decirle adiós.

El sonido de su máquina de escribir era, en cierta forma, tranquilizador. Las teclas se hundían para verter con tinta la tristeza y el vacío que se apoderaba de su pecho cada vez que despertaba de un sueño del cual no era consciente, pero que plasmaba constantemente en hojas de papel. El mismo sueño que tenía desde hacía años y que lo hacía despertar con el rostro húmedo, bañado en lágrimas que tomaba por sudor a pesar del frío intenso que se había adueñado de su hogar. El frío que no notaba porque ya formaba parte de él.

Sus palabras acabaron para darle paso al comienzo de un deseo que rasgaba dentro; taladraba su cabeza haciéndole la promesa de permanecer junto a él, atormentándolo, si no se daba prisa en cumplirlo. Como un impulso, se dispuso a hacerlo. Sin desayunar siquiera, sacó una maleta vieja que guardaba en su closet y la rellenó de ropas. Antes de salir de casa, se detuvo en el vestíbulo y miró atrás. La temperatura descendió de un tirón, y Erick comprendió. Comprendió que no quería que se marchase.

—No te preocupes. Volveré —dijo y cerró la puerta tras de sí.

Las llaves tintineaban en su bolsillo. Colocó la maleta dentro del carro y luego se introdujo él. Antes de encender el motor, se quedó quieto por varios segundos, con la mirada perdida. En ningún momento se le ocurrió pensar que lo que estaba haciendo no tenía sentido. Encendió el motor sin saber que se estaba dirigiendo por voluntad propia al terror.

Calma, una calma que no daba paz. El viento pasaba silbando, meciendo con delicadeza las flores del camino. La carretera parecía estar a punto de quebrarse, saltar, destruirse. Continuó estática. Los árboles permanecían en un silencio sepulcral, impenetrable, tormentoso. Su respiración se detuvo. El camino estaba sumido en las garras de la muerte, unas garras que se alzaban hacia él y prometían cerrarse en torno a su vida.

Pisó el acelerador y respiró profundo. Llegó a su destino cuando un sol sombrío estaba llegando a su fin y los primeros brotes de la noche comenzaban a nacer.

El pueblo lo recibió con los brazos abiertos, impaciente por el ansiado regreso. Las aceras agrietadas seguían sus pasos y respiraban las suelas de sus zapatos. Las casas, imponentes, lo observaban pasar. Todo permanecía como en la superficie de sus recuerdos, ¿Seguiría el lado oscuro de aquel lugar, igual? Un lado oscuro que se había enterrado en las mazmorras del olvido, pero que acechaba, acechaba, esperando salir en cualquier momento y decirle: ¡Mírame, mírame, mírame! Aquí estoy, obsérvame. Pero él no veía, no quería ver. ¿O es que acaso para eso había regresado a aquel pueblo? Para ver…

Cada vez que daba un paso sentía que se adentraba a algo incomprensible. Algo que tiraba de sus hilos y lo atraía, oh Dios, lo atraía. Estoy en casa, pensó, pero no habría nadie para recibirlo, solo unos pocos recuerdos que conservaba de los días felices que había vivido con su familia y amigos. Parecían tan lejanos aquellos días… se quedó paralizado al cruzar una redoma. Fue entonces cuando una sonrisa triste se asomó en su rostro.

Desde donde estaba podía ver la casa donde vivió en su infancia. Yacía agrietada, sucia, sumida en las ruinas. A pesar de eso, una débil luz brillaba dentro. Erick se acercó, sintiendo el impulso de dirigirse hasta la casa y pedirle a los nuevos dueños que lo dejaran pasar. Se detuvo en seco y volvió a sonreír con amargura. Lo que quería era una locura, se estaba dejando llevar por la nostalgia. En su antigua vivienda no había nada que pudiese encontrar, mucho menos en ese maldito pueblo que no había avanzado con el tiempo, sino que se había quedado sumergido en el pasado. Con lágrimas en los ojos, dio la vuelta y se encaminó a la posada, furioso con la vida y consigo mismo por haber emprendido ese viaje. Sus lágrimas, en vez de amainar, se volvieron un torrente. Darles riendas sueltas era la única manera de soportar los cuchillos que sentía clavados en el pecho.

Las personas lo miraban por varios segundos, indiferentes, y apartaban la vista. Las mismas que minutos atrás lo habían observado mientras recorría las calles. Parecían almas en pena vagando en la soledad de la noche, sin interesarse por la vida, con ojos más muertos y tristes y deteriorados que el mismo pueblo.

Cuando Erick entró en la posada, se desplomó. Sus lágrimas seguían fluyendo, pero no le importaba, no había nada más allí que oscuridad y silencio. Su furia se estaba calmando para darle paso a la tristeza. No quería pasar ni un solo segundo más en ese sitio, pero ya era muy tarde para regresar por donde vino. Al día siguiente, a primera hora, se marcharía. Este pueblo, su antiguo hogar, no tenía nada para él, solo anhelos dolorosos y pérdida. Su actual vivienda por lo menos podría acogerlo en sus brazos y envolverlo en un frío espeluznante.

Cuando se hubo calmado, se quitó la ropa y se dio una ducha. Un lápiz de punta afilada y una libreta yacían sobre una mesa de madera, esperando ser utilizados. Sin embargo, Erick no tenía ganas de escribir y cuando terminó de vestirse, se tumbó sobre la cama, porque manejar (tener que soportar tanto dolor) lo había agotado.

Era de madrugada cuando comenzó a tronar como si el cielo se estuviese desplomando. Erick estaba profundamente dormido, pero ya comenzaba a soñar. Su inquietud en la cama iba en aumento; se movía, doblaba, gemía. A veces sus manos se aferraban fuertemente a las sábanas y sus nudillos se ponían blancos, otras, solo las movía de un lado a otro, desesperadamente. Las lágrimas y los gritos comenzaron a salir, arrancados de su cuerpo con la facilidad que se arranca una flor. Y mientras tanto, la sombra que se asomaba por la ventana se veía un poco más… un poco más, se hacía visible. Dedos largos, delgados y de uñas negras se posaron en el vidrio. Erick no podía verlo, porque seguía sumergido en sus (recuerdos) sueños.

Eran pequeñas y débiles gotas las que caían del cielo esa tarde. Bajaban sin prisa, y se perdían sin ser vistas. Reinaba un silencio absoluto hasta que comenzaron a escucharse aullidos, cantos lastimeros que inquietaron a Ana Joaquina.

La mujer se dirigió a la habitación de su hijo, confirmó que estaba bien y le dio un cálido beso en la mejilla. Luego, como poseída, salió del cuarto. El niño vio la puerta cerrarse y dejó sus juguetes en la cama, inmóviles. Sentía una presión en el pecho que no lo dejaba respirar sin dificultad. Presentía algo muy aterrador en ese sol de atardecer iracundo que se divisaba a través de su ventana. La búsqueda de protección lo hizo desear envolverse en las sábanas, a pesar del calor que hacía, y refugiarse contra los monstruos y el escalofrío que comenzaba a recorrerlo por haber escuchado una explosión. Era el sonido más fuerte y espantoso que había oído en su corta vida, y aun así, supo que no tenía comparación con ningún otro. Luego de eso escuchó algo aún más aterrador: los gritos de su madre.

Dejó de dar vueltas en la habitación para hallar un escondite, y se quedó paralizado. Con el corazón desbocado y la frente perlada por un sudor frío, Erick salió de su cuarto y corrió en busca de su madre. El nudo que tenía en su garganta se había desatado y las lágrimas empezaban a bajar a toda prisa por sus mejillas, pero el terror que sentía le impidió darse cuenta. El sol que había observado segundos atrás había desaparecido, como si hubiese sido raptado por las sombras misteriosas que se extendían. Entre esas sombras se abría paso una luz extraña que provenía de la cocina. Una luz de un color inidentificable. Erick se quedó perplejo.

Cada latido de su corazón era doloroso. Con el mayor pánico que había sentido jamás, se acercó. La luz parecía no provenir de ninguna parte y a la vez de todos lados, pero Erick no se detuvo a buscarle explicación a este hecho, pues su mirada había reparado en las delicadas joyas que su madre utilizaba y que ahora estaban adheridas al techo. Sin embargo, su madre no se hallaba en la cocina.

No tenía idea de cómo lo sabía, pero comprendía en cierta forma lo que estaba pasando. Ese era el último día en el que la vería con vida. No volveré a ver a mi madre, se repitió mientras una imagen de ella se cruzaba por su mente. Una donde ella mostraba su más dulce sonrisa y esos ojos verdes, cálidos, capaces de trasmitirle paz en cualquier circunstancia. Corrió, desesperado y salió de la casa. ¡Su madre no podía irse! ¡No podía dejarlo solo con su padre! ¿Qué le iba a decir a él cuando regresara de trabajar? Pensó, fuera de lugar. Y se quedó estático en la calle, siendo perforado por dagas de dolor y desesperación que se le iban clavando en el alma.

Su madre estaba flotando en el aire, ascendiendo lentamente, como un títere que una mano misteriosa hala por su cruceta. Su ropa ondeaba con el viento, inquieta, al igual que sus cabellos. Sus ojos, que se posaron en él cuando gritó, se estaban marchitando. Sus hermosos ojos verdes, ahora vacíos, permanecieron fijos en él no solo por esos minutos eternos, sino por muchísimos años, sin él saberlo siquiera. Eran peor que los ojos de un desconocido en la calle, porque estos veían sin ver.

Así llorara y gritara y deseara con la mayor intensidad posible, su madre no paraba de ascender. Lo hacía entre los cuerpos de los pueblerinos, que estaban suspendidos en el aire, haciendo movimientos extraños, controlados como marionetas. Y mientras su madre ascendía, para ser devorada por la boca de una superficie que se confundía con la oscuridad, las marionetas humanas bajaban. Bajaban y tenían cambios, como la agudeza y el color imposible de sus ojos.

Erick corrió, corrió lejos y se adentró en las siembras de tabaco, dejando atrás la danza de los pueblerinos, el secuestro de su madre y los recuerdos de aquel día. Perdió el conocimiento y no supo de la vida hasta días después, cuando se enteró de lo que la gente decía.

Su salvación era un milagro, se decía, porque la pequeña llovizna se había convertido en un torrencial que hizo desbordar un río cercano al pueblo y causó estragos. Uno de ellos fue destrozar la cocina de Ana Joaquina, donde se encontraba la mujer en el momento de la tragedia. La única persona que desapareció sin dejar rastros. Todos los demás cuerpos habían aparecido, incluso el de su marido, que había estado sepultado en un montón de escombros traídos por el río. Después de un año de tanto esfuerzo por encontrarla, la búsqueda cesó.

Erick se había levantado de la cama en un estado donde estaba medio (poseído) dormido, se dirigió rápidamente a la mesa donde reposaba el lápiz y el cuaderno, y comenzó a escribir. Escribía con frenesí, envuelto en una especie de éxtasis que generaba placer, dolor, repulsión y felicidad. Todo a la vez. Los recuerdos que se aglomeraron en su mente causaban un ruido intenso en su cabeza, que empezaba a callar con cada palabra que escribía. Él no era el que escribía la historia, la historia lo escribía a él.

Al poner fin al movimiento de su mano, se incorporó y antes de que pudiera dar un paso, cayó al suelo. Estaba tumbado de lado, con los ojos en blanco y la boca abierta, por donde le chorreaba un hilo de saliva.

Cuando volvió en sí no supo cuánto tiempo había pasado inconsciente. Desde esa perspectiva la habitación se veía gigantesca. El techo estaba opacado por sombras que se fueron escondiendo cuando a través de su ventana se coló una luz de un color indescriptible. Esa luz.

La sangre que había brotado de su frente, producto del golpe, había manchado el piso. Cuando Erick intentó levantarse, se había ensuciado las manos de carmín. Mareado, se apoyó en la silla que había utilizado antes, tratando de no perder el equilibrio. Entre fragmentos de recuerdos y terror, vio su cuaderno abierto sobre la mesa, tomó las llaves de su auto y dejó la puerta abierta al salir. Más que el correr de una persona sobria, parecía el caminar rápido de un borracho. Salió a la oscuridad de la noche y miró a su alrededor. Formas oscuras, con ojos brillantes, se acercaban a él. Era un batallón, una cantidad exuberante. No solo venían de frente, salían de todas partes.

Erick corrió, atónito, y llegó hasta su auto. Ni siquiera intentó abrir la puerta, sabía que su pulso no se lo permitiría. Se quedó con la espalda apoyada en el carro, viendo a las personas que se acercaban a él con esos ojos de mercurio derretido, mientras cambiaban de forma. Una forma más que espantosa, una forma inefable. A su mente no venían palabras para explicar lo que veía, no era suficiente decir que eran criaturas sumamente delgadas, de un color de piel imposible, con uñas negras y los rostros más espantosos que cualquier cosa en el mundo. Una forma suficiente para hacer callar, temblar y sumergir en una pesadilla a cualquiera. La peor pesadilla.

Mientras Erick tenía su segundo encuentro con los extraterrestres que desde hacía años habían invadido su pueblo natal, las páginas del cuaderno que había dejado en la posada comenzaban a pasarse de un lado a otro, para luego desprenderse y comenzar a volar por toda la habitación. El cuaderno volvió a reconstruirse, esta vez con las páginas faltantes que habían estado a cientos de kilómetros y se quedó abierto en la página final.

Había regresado, el que una vez habían dejado escapar estaba de vuelta. Los miraba a todos con cara de horror y repulsión, mientras los seres espantosos se acercaban lentamente, envolviéndolo poco a poco en una oscuridad absoluta, aterradora, donde prometía reinar solo el silencio y el vacío. Había regresado a algo peor que la muerte, porque él no escribía la historia, la historia lo escribía a él.

Las imágenes pertenecen a Meriç tuna y Gabriel en Unsplash.


La última Página
CC by-nd 4.0
Mariart Treglia

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¡Chica, woo 🙈 me dejaste sorprendida sin palabras! Comencé a leer y entre en la historia sigilosamente, pero cada línea me iba arrastrando a seguir sumergida, no podía parar tuve esa sensación como cuando leo un libro bueno y me emociono más y más por saber cómo surgirán las cosas; tanto que no deseo volver a mi realidad hasta que mis ojos lean el fin. Confieso que lo único que me falto para hacer la lectura perfecta, fue una noche lluviosa, con truenos, relámpagos, mi taza de chocolate caliente y mis galletas favoritas.

Debo ser sincera, 🤔 cuando leí tu relato quede encantada, me gusto muchísimo pero no pude comentar, necesitaba calmar mi emoción para poder dejarte un comentario digno, eso suele sucederme cuando un autor me atrapa con su escritura.
Felicidades @mariart1 eres muy buena en esto y me parece en lo personal que he quedado en pañales ante tu relato. Quiero todos tus libros G.M 😎

PD: Erick debería leer esto ❤️

hasta que se publicó mi comentario que molleja, duro horas en cola 😂

Cuando hay comentarios de este tipo, tengo que darle vueltas y vueltas a lo que voy a responder. No sabes cuánto me encanta que te hayas sumergido en la historia de esa manera, mi intención fue hacer llamativa la narración para atrapar desde un principio. Supongo que contigo lo logré. Eso me pone muy contenta, me motiva mucho, en realidad. Muchas gracias por leerme y dejarme saber tu comentario, por supuesto, no dejaré de escribir. Al contrario, me seguiré esforzando por mejorar. Qué bueno contar con tu apoyo ;)

Tu corazoncito... JAJAJAJAJAJA <3

Si mi ❤️ Te dije que era diminuto como el de los pollos XD

La estructura, el vocabulario, la manera en la que se desarrolla la trama, la narrativa y una coherencia excepcional. Todo eso se mezcla y da vida a esta pieza invaluable de ciencia ficción. Breve, es verdad, lo es; pero no por ello quiere decir que este incompleto. Tu relato lo tiene todo, y ese aire lovecraftiano el cual envuelve al lector, es algo magistral. No hay duda de ello. El terror cósmico es algo que no esperaba encontrar por la red. Y tú lo has infundido con una originalidad asombrosa.
Confieso que cuando estaba culminando con mi lectura la emoción me invadió por completo, cada escenario fue tan vívido en mi mente, que por un momento tuve los pelos de punta.
Está demás decirte que he quedado fascinado con esto, qué manera de escribir, realmente. Tuve que leerlo de nuevo para poder dejarte un comentario, la primera vez enmudecí por completo.
¡Saludos!

El apoyo que me has brindado desde que me leíste por primera vez lo agradezco mucho. A ti he podido mostrarte cualquier monstruosidad y no te asustas fácilmente. Contar con los ánimos y el apoyo que me das es grandioso. Así que, no sabes cuánto me alegra haberte sorprendido con este relato. Te lo debía.
¡Muchas gracias por todo, y por hacerme saber tu apreciación!

Guaaao... Un relato con un inicio seductor y conmovedor que nos conduce hasta un clímax de hermoso surrealismo que desencadena en un final más que impactante... Bravo.

Me alegra mucho leer eso viniendo de una escritora como tú, porque me gusta tu trabajo. Gracias por postular mi post en la colmena, nos estamos leyendo. ;)

Hola chiquita, maravillada con este relato, cuánta pulcritud en cada palabra, en cada frase, no me cansaré de repetirlo porque no hay otro calificativo para los trabajos tan exquisitos que desarrollas. Muchass bendiciones y éxitos te esperan en este camino de escritores. Felicitaciones, va mi apoyo incondicional.

Este es uno de los comentarios que más me alegro de leer. De verdad que aprecio mucho el tiempo que se toma en leer mis publicaciones, comentarlas y motivarme a seguir adelante. Muchas gracias <3

Amiga, que grande y hermosa capacidad tienes de envolvernos en estos relatos... Muy bueno. Me sentí dentro de la historia. Así que diría que estas haciendo un muy buen trabajo. Te felicito mi linda amiga. Éxitos xD
PD: Desde bien temprano quise comentarte pero no se podia jajajaja

Me alegra saber que está teniendo aceptación el relato. Me esforcé mucho en escribirlo. Qué alegría saber que varias personas se hayan sumergido en esta historia. Gracias Edward ;)

Mariart1: Genial!
Un relato extraordinario donde las secuencias son armónicas y el uso de las cursivas permite seguirlas por separado. hasta que se fusionan en la terrorífica historia ganada al pasado.
Me sorprendieron los extraterrestres, yo la llevaba para otro lado, jejejej.
Un gran abrazo junto con mis sinceras felicitaciones por tu excelente trabajo.

El uso de la cursiva en algunas partes era muy importante; por un momento pensé que no se notaría. Pensé que lo iba a leer mañana, me sorprendió que lo hiciera hoy. Me encanta que le haya gustado ;)

Funcionó tu estrategia para despertar la curiosidad.
Sí, es largo pero de fácil lectura.
Pienso, las cursivas u otro recurso era necesario, ellas facilitan la comprensión.
Renuevo las felicitaciones.
Un abraz0

Wow! me pongo de pie y te aplaudo mariaa, QUE GRAN RELATO! osea me quedo sin palabras crei que iba por un lado y era pal´otro jajaja te felicito amiga en serio, EXCELENTE!
att. Hacker

Me encanta leer eso, de verdad. Me alegro mucho que te emocionaras. :)


Este post fue compartido en el canal hispano #la-colmena de la comunidad de curación Curation Collective y obtuvo upvote y resteem por la cuenta de la comunidad @c-squared después de su curación manual.
This post was shared in the #la-comena channel in the Curation Collective Discord community for curators, and upvoted and resteemed by the @c-squared community account after manual review.

¡Felicidades! Esta publicación obtuvo upvote y fue compartido por @la-colmena, un proyecto de Curación Manual para la comunidad hispana de Steemit.

Si quieres saber más sobre nuestro proyecto, acompáñanos en #la-colmena, nuestro canal de Discord dentro de Curation Collective.


¡Qué gusto tan grande leer tu escrito!

De verdad que no es tan común encontrar por estos lados tal fluidez y detalle en la narrativa. De verdad que te felicito y espero que sigas trayendo contenido de esta calidad a esta plataforma.

¡Éxitos para ti!

¡Muchas gracias! Espero poder seguir haciéndolo.

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