Bitácora de un Cumpleaños con un sabor Agrïdulce. || CAMINANDO EN LA OSCURIDAD.

Jueves, 07 de Marzo. - Era una mañana como cualquier otra, o por lo menos eso pensábamos. El día comenzó genial, tenía motivos para estar feliz, estrenaba mi oficina nueva y era el día de mi cumpleaños. Me sentí llena de energía y vitalidad. En este día, para mí todo era un nuevo comienzo: Conocer las nuevas instalaciones, nuevas caras y reconocer a los viejos amigos. Miles de ideas cruzaron mi cabeza en el trayecto entre mi casa y el trabajo, que tan solo me toma unos 10 minutos.

Este es un cumpleaños que jamás olvidaré. Entre atender mi trabajo y otros asuntos, pude responder algunos mensajes. Es hermoso cuando alguien te recuerda e intenta reproducir en palabras un gesto para demostrarte su afecto, me gusta responder con el mismo detalle, así que los deje para después. Algo de lo que me arrepentí luego. Me ocupe y se extendió mi día. Apenas alcance a escuchar una nota de voz que esperaba con ansias antes de aquel suceso.

Ninguno de los habitantes de este país imagino siquiera lo que estaba sucediendo al finalizar esta tarde. Un apagón, ¡Vale! ya es algo normal, seguro la electricidad se restablece en un rato. Imaginar que estaba frente a un suceso sin precedentes que probaría mis límites, no es algo que haya cruzado por mi cabeza. Hoy, luego de sobrevivir a más de 90 horas sin electricidad y después de descansar un rato mi mente, estoy escribiendo esto. ¿Suena simple?, en realidad si, suena simple pero es bastante complejo.

Sigamos, en ese Jueves, 07 de Marzo. - Unas horas después en casa, reunida con mi familia, a la luz de unas velas, entre compartir una torta y contar anécdotas, aún no sabíamos lo que había pasado, no recuerdo cuánto tiempo me llevo darme cuenta de la magnitud de este evento. Estaba incomunicada, ¡Estábamos! Miles de personas, lo único que se respiraba era un ambiente de angustia y desconcierto. Ninguna noticia estaba ni lejos, ni cerca de la realidad, nada sabíamos. Encontramos un radio de baterías y comenzamos a buscar noticias, solo una emisora sintonizaba, con un ruido estridente de fondo. Estábamos todos reunidos: mi padre, mi madre, mis dos hermanos y mis sobrinos, todos sentados en un corredor; escuchamos la noticia: APAGÓN A NIVEL NACIONAL. Confieso que, sentí algo de pánico, se empezó a sentir el caos.

Digamos, que lo peor vendría después. Al enterarnos de la noticia de que estaríamos paralizados y sumergidos en la oscuridad por un tiempo prolongado, cada uno estableció sus prioridades. Lo que sentí fue indescriptible, y más aún reconocer que somos tan vulnerables, fuimos atados de manos. Comenzaron a aflorar nuestras fortalezas y debilidades.

Y aquí quiero contarte la historia más dramática… Veamos que descubrí de mí en este suceso. Soy como un temple, pero termine devastada. Trabajo mucho, siempre lo he hecho para tener mis comodidades, amo eso, cubrir todas mis necesidades y consentirme, lo merezco. Hoy me confieso adicta, no es algo que no supiera, pero esta adversidad me llevo a reafirmarlo. No hablo de drogas, sexo y alcohol, ¡No! y, tampoco digo que alguna de ellas no lo sea.

Estuve en un mundo sin electricidad por más de 90 horas y me sentí como un adicto en desintoxicación. Una patada de realidad que quizá me hacía falta. Estrés, desanimo, ansiedad, irritabilidad, falta de sueño, hasta dolor de cabeza, ¡Que rayos! Soy adicta, ¡Sí!... Adicta a mis comodidades. Adicta a mi teléfono, mi computadora, mi TV, mi aire acondicionado, mis comidas congeladas, cosas triviales pero esenciales. Todos estos días lo que pensé fue: ¿Cómo podría sobrevivir a esto si estas carencias fuesen más prolongadas? Amo las distopías, como una manera de llevar al extremo mi imaginación; pero sentir que viví por un momento en alguna no se sintió para nada agradable. ¡Vamos! Sentí que era habitante del Distrito 12 de Panem por un instante largo, casi sentí que tendría que ir a cazar mi propia comida. Definitivamente, si deseo sobrevivir a uno de los mundos post apocalípticos con los que tanto divago, debo prepararme para ello.

Hasta ese momento, eran tan solo historias ajenas. Vivir una historia propia de estas características no es del todo agradable. ¡Que esencial es el servicio eléctrico! Y aún más, ¡Que vulnerable somos! Llega un momento en el que hacer manualidades, leer, interactuar con otros, andar en bicicleta, nada de eso basta. Simplemente te encuentras sofocado. Esto me dejo una gran lección para reflexionar, probé mis limites, mi apego a mis comodidades, a mis conexiones virtuales de las que dependo para mucho sobre todo para mi trabajo. Me vi angustiada al soportar tanta realidad, mi mente siempre tiende a escapar de ella sumergida en estas comodidades, pero en su ausencia no fue fácil lidiar con ello. Es momento de replantear y trabajar mi resistencia. Es prioritario, ¿Cuánto más podría sobrevivir si esto pasa de nuevo?

La más de las veces, olvidamos que podemos ser presa de las adversidades y no nos preparamos para enfrentarlas. Desgraciadamente esa es la realidad de mí Venezuela, pero esto tiene que cambiar. Y ahora, algo más despierta, sé que debo prepararme, ser más esa persona que echa para adelante, sin miedo a la adversidad. Debo ayudar a mi País a emerger de este agujero negro en que está sumergido, ayudarlo a ver la luz nuevamente. No sé ustedes amigos, pero yo quiero ser parte de este cambio que necesita nuestro país. Venezuela es un país como ninguno, un lugar mágico y nos necesita. Salgamos adelante, que nos pongan las mil y una trabas, sigamos trabajando, inteligentemente, en solidaridad, ayudándonos unos a otros, demostrando nuestra hermandad.