VENEZUELA…¿EN MEDIO DE UNA GUERRA MODERNA?
Nada, porque el temido enfrentamiento entre las fuerzas armadas venezolanas y tropas extranjeras no se ha producido todavía, por fortuna!
Y todo, porque el máximo líder de la oposición venezolana y Presidente Encargado Juan Guaidó, a pesar de su prohibición de salida del país, logró el día Lunes entrar a Venezuela, por el propio Aeropuerto Simón Bolívar, con un apoyo internacional y popular sin precedentes, y sin que las fuerzas del régimen pudieran impedirlo.
La convocatoria a la calle que realizó Guaidó se cumplió el día lunes tal cual estaba pautado, y con total respaldo de la ciudadanía. El día martes continuó su agenda de trabajo, reuniéndose con los principales sindicatos del país, y ha prometido que a partir del día miércoles continuara ejecutando acciones de gobierno al lado de la Asamblea Nacional.
La situación en el país es de tensa calma, ya que, por una parte, la gente ve con optimismo y beneplácito que un joven y valiente venezolano, por fin haya aparecido en el escenario político, comprometido a acabar con una dictadura de más de 20 años, esta vez, con grandes posibilidades de éxito, por el decidido respaldo popular y de la comunidad internacional.
Sin embargo, por la otra, y conociendo el nivel de represión típica del régimen de Maduro, la gente ha visto con extrañeza que el mismo, todavía, no haya actuado en contra de Guaidó, ni lo haya puesto preso como lo habían anunciado, lo cual no significa que no vaya a hacerlo de un momento a otro. De concretarlo estarían retando la advertencia de EEUU, de que si a éste llegara a pasarle algo, éstos actuarían de inmediato.
Sin duda alguna, que esto se ha convertido en una piedra en el zapato para un régimen acostumbrado a acabar con todo aquel dirigente que osare atravesarse en el camino. Por mucho menos de lo que ha hecho Guaidó, muchos dirigentes hoy están presos, muertos o en el exilio. O sea es un insulto y una bofetada a la cara de Maduro.
A veces me pregunto si ya no nos encontramos en medio de un tipo de guerra moderna, y que los expertos norteamericanos tienen todo controlado, solo que han aprendido e intentan lograr el objetivo de lograr una transición política en Venezuela, a través de estrategias tácticas y aspectos operativos y tecnológicos modernos, en lugar de una confrontación directa, con prácticas o métodos reñidos con el derecho internacional.
Imagino que Maduro y su gente también juegan sus cartas, que no están de brazos cruzados, y que no duermen tratando, a toda costa, de evitar su salida del poder por todo lo que ello implicaría para ellos dadas sus cuentas pendientes con la justicia.
Hasta allí, pareciera un escenario fácil de resolver y que es solo cuestión de tiempo, si no fuera por Rusia, que aunque ha asomado levemente la cabeza en el conflicto, aún no ha revelado qué tanto sería capaz de meter sus manos por defender a un gobernante rechazado por la comunidad internacional y su propio pueblo.
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A veces temo que terminemos en medio de un conflicto bélico entre potencias extranjeras acostumbradas a lidiar con enfrentamientos armados, por las consecuencias que de ello podría derivarse. Y me pregunto, ¿es posible que un conflicto interno, de un pequeño país tercermundista como Venezuela, termine siendo el detonante de un conflicto mundial de mayor magnitud? Dios quiera que no. Quedaríamos abismados.
Sin ser especialista, para nada, en este tipo de temas, solo confío, en que la experiencia y evolución del pensamiento militar norteamericano demuestren su capacidad de hacer que un régimen dictatorial como el de Maduro, deponga las armas y salga del poder sin necesidad de un enfrentamiento directo y en sana paz.
¿Qué tiempo puede durar esta tarea? No lo sabemos. Lo que si salta a la vista es que no pasa un solo día sin que el líder y presidente encargado de Venezuela Juan Guaidó no haga algún avance significativo para el recate de nuestra democracia, y sin que EE.UU. no despliegue alguna estrategia de inteligencia táctica para debilitar al régimen y lograr su salida.
Mientras tanto, dormimos con un ojo abierto y otro cerrado. Amanecerá y veremos.