La mayoría de nosotros hemos oído alguna vez el término “hipocondríaco” siendo usado para describir a alguien que finge tener enfermedades que en realidad no padece. A estas personas las tildamos de dramáticas, o pensamos que sólo están buscando atención, sin embargo, la hipocondría es un trastorno mental tan real como la esquizofrenia (autopromoción; no podía faltar), las parafilias, o el no saber distinguir entre "hay", "ahí" y "ay".


Este trastorno va mucho más allá de pretender estar enfermo; los hipocondríacos están seguros de su supuesta enfermedad, y no hay nada que los puede convencer de que están más sanos que el doctor evaluándolos. Suelen interpretar procesos corporales normales, o síntomas no patológicos y sin importancia como signos de una enfermedad crónica, e incluso pueden llegar a describir dichos síntomas con amplio detalle en cuanto a su duración y localización. Pueden, por ejemplo, llegar a pensar que los dolores de cabeza no patológicos que son comunes en muchas personas son un claro signo de que padecen un tumor cerebral mortal, y a pesar de realizarse decenas de exámenes de laboratorio con resultados negativos, estar seguros de su condición y de una muerte inminente, causando angustia y preocupación (o alivio, si vives en Venezuela.)


El manejo de este tipo de pacientes siempre es difícil; creen que realmente sufren de una patología, y que es culpa de los médicos que no pueda ser detectada. Además, debido a la no detección de la enfermedad que dicen tener, es común que desarrollen trastornos de ansiedad o depresión concomicantes. Sin embargo, existen ciertos tratamientos que pueden llegar a ser efectivos, como terapia cognitivo-conductual, el uso de psicofármacos, y últimamente la oxigenoterapia hiperbárica (esa donde te meten en una cápsula y te llenan de oxígeno puro al 100%. Vamos, sabes cuál es.). Claro, siendo nuestra mente tan infinitamente compleja y vulnerable, la hipocondría no es el único trastorno en el que el paciente se autodiagnostica erróneamente. Hay otro en el que la persona afectada no sólo piensa tener una patología, sino que puede llegar a producírsela. Hablo, por supuesto, sobre el tema de mi publicación de hoy:

Enfermedades Raras: Síndrome de Münchausen

Antes de entrar en el tema, hay una ortografía alternativa en la que se escribe “Münchhausen”, pero sé que la doble H parece un error ortográfico, y como a todos nos encanta criticar, vamos a dejarlo con una H. El Síndrome de Münchausen, también conocido como trastorno facticio, es una enfermedad psiquiátrica crónica en la que el afectado, a diferencia de en la hipocondría, está perfectamente consciente de que no padece de ninguna patología (aparte del mismo síndrome), pero busca crearse enfermedades con el objetivo de asumir el papel de enfermo, y generar simpatía y atención por parte de los demás. Son algo así como las quinceañeras del mundo psiquiátrico; sustituyendo el Instagram por historias clínicas en las que presumen de síntomas dramáticos y extravagantes, y teniendo al hospital como su sitio de disfrute social.


Dejando los chistes aparte por unos breves momentos, este síndrome puede llegar a tener manifestaciones muy graves: son comunes los pacientes que se causan daños a sí mismos, inyectándose bacterias para producirse infecciones, golpeándose para causarse sangrados, o incluso amputándose extremidades. Disfrutan la atención médica que reciben por sus heridas o síntomas, y siempre se presentan dispuestos a recibir tratamientos dolorosos o experimentales, o procedimientos quirúrgicos invasivos, todo esto sin la intención de recibir drogas o beneficios monetarios. Además de la automutilación, también pueden fingir una gran variedad de síntomas difusos, como náuseas, parálisis, debilidad muscular, amnesia, crisis epilépticas, y dolores en cualquier parte del cuerpo, que pueden llegar a ser tan convincentes como para que los médicos le receten gran cantidad de medicamentos que terminan causando daños reales en su fisiología.

Dentro del entorno hospitalario se les conoce como “Pacientes Peregrinos”, van de hospital a hospital, refiriendo una gran cantidad de síntomas sin relación, con las manifestaciones más dramáticas presentándose solamente en privado, sin nadie que las vea aparte del mismo paciente (vaya coincidencia, ¿no?). Generalmente tienen amplio conocimiento médico debido a sus continuas visitas a centros asistenciales, y se muestran muy dispuestos a realizarse exámenes de todo tipo, y al resultar negativos dicen sentir un empeoramiento de los síntomas.


Sus causas son desconocidas, aunque se sabe que va más allá que una simple simulación con el ánimo de engañar a los demás, además de que sus motivaciones para la búsqueda de atención son mayormente inconscientes y oscuras. Está claramente ligado a traumas previos; puede haber antecedentes de maltratos emocionales o físicos, o de haber padecido una enfermedad grave real durante la infancia. Se sabe que presentan problemas de autoestima y la identidad, un mal control de impulsos, y un sentido alterado de la realidad.

A falta de imágenes de la enfermedad, aquí hay una de la reacción típica cuando un paciente con síndrome de Münchausen comienza a describir sus síntomas.

Debido a la naturaleza de los pacientes que lo padecen, su diagnóstico es extremadamente difícil. Se basa principalmente es conocer su historia médica y notar la falta de relación entre sus síntomas tanto actuales como previos, elaborar un diagnóstico diferencial con varias enfermedades, y estudiar su respuesta a los tratamientos que se le receten. Aquellos afectados por este síndrome tienen antecedentes de haber visitado una gran cantidad de centros asistenciales sin una aparente mejoría de su supuesta enfermedad, y se muestran reacios a que haya comunicación con sus médicos tratantes previos. Suele ser más fácil notar los síntomas físicos autoinflingidos, como cortes o amputaciones, pero cuando fingen síntomas mentales o psíquicos es un verdadero desafío el descubrir su naturaleza ficticia. ¿Cómo saber si de verdad presenta alucinaciones si no se puede confiar en su palabra?


Su tratamiento también suele ser muy complicado, y raramente exitoso. Enfrentar al paciente y llamarlo mentiroso a su cara no tiene efecto, ya que sólo causa que acudan a otro médico. Generalmente rechazan el tratamiento psiquiátrico (el único tipo de tratamiento que rechazan, que no se pierda la ironía de esto), y se suelen mostrar defensivos ante las aproximaciones psicológicas. El primer paso para su tratamiento adecuado es lograr que reconozcan que tienen un problema, y así ir sentando las bases de una buena relación médico-paciente, para poco a poco abordar el problema de forma no confrontacional y sin culpar al paciente por su condición. Puede ser tentador el usar métodos, digamos, menos diplomáticos, pero recordemos que lo normal es que tengan acceso a abogados, y una demanda por golpear a un paciente se ve mal hasta en el mejor de los currículos. Aunque, pensando en voz alta (y en forma escrita), unos pellizcos suaves generalmente no dejan marca. Sólo digo.

¿Qué es lo peor que podría pasar?

Cabe destacar, existe una variante de este síndrome, llamado Síndrome de Münchausen por Poderes, en la que padres o guardianes producen enfermedades o mutilaciones a sus hijos o niños bajo su cuidado. Los adultos llegan a los extremos de falsificar datos médicos y resultados de exámenes, y viajan repetidamente a una multitud de centros asistenciales buscando ayuda, en ocasiones llegando a causar enfermedades reales en los niños por excesos de medicamentos o tratamientos quirúrgicos innecesarios. No hay chistes en este párrafo, esta variante es horrible.


Con pacientes que rechazan la mayoría de los tratamientos convencionales es que verdaderamente se puede evaluar nuestra ética médica y humanidad; hay que recordar que detrás de cada enfermedad se encuentra una persona que la padece (vaya que eso sonó cliché), y que nuestro deber es hacer lo posible para ayudarlos, así sea contra sus propios deseos. Y tú pensabas que la psiquiatría era más simple que las demás especialidades, pobre alma inocente.

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Referencias:

• Beers, Mark H., et al. Manual Merck de Diagnóstico y Tratamiento, 11va ed., 2007.
• Síndrome de Münchausen y la Hipocondría
• PSICOMED – Síndromes de la Personalidad y del Comportamiento del Adulto

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