CABALLO VIEJO
CABALLO VIEJO
La primera vez que Don Agustín miró aquella hembra peregrinar por el pueblo, sintió la insurrección de los jugos gástricos que le secaban el aliento y quiso, en ese momento, tener 20 años menos. Debajo de una mata de mango, el hombre de pelo canoso y sonrisa fácil, a mitad de una jugada de truco, se esforzó en permanecer con los ojos sobre las piezas blancas ordenadas en la mesa y en sus manos. La risa de Amalia se le antojaba como canto de pajarito, como cascada fresca, suspirito de coco. No era Amalia de modales finos ni comportar discreto. Toda ella parecía ser un huracán. Su manera de caminar, su cabello suelto al aire, sus puntiagudos senos al garete, parecían palomitas morenas enjauladas en la blusa.
Se le acercó Agustín al final de aquella tarde de agosto en medio de las risas y el vapor húmedo de aquellas horas. Primero hizo como quien no quiere la cosa, luego de manera caballerosa y con un comportamiento premeditado, se aproximó como hacen los cirujanos cuando operan a sus pacientes. Quiso ofrecerle un helado. Dos: uno para mí y uno para mi amiga -dijo Amalia riendo con toda la picardía del mundo. Agustín nunca vio dientes más blancos y boca más tierna. Su corazón viejo, acostrumbrado ya a las comidas sin sal, casi que sintió el gusto de aquella sonrisa, de aquellos labios. Al final fueron dos helados, dos pedazos de torta, dos refrescos y el pasaje del taxi. Pero ya en la noche, el cuerpo de Agustín le pedía ser vaciado y eso lo hizo sentirse joven, enérgico, lleno de vida.
Las tardes de truco ahora eran la cita esperada por él. Las muchachas alrededor de Amalia iban y le decían a Don Agustín: Amalia quiere un ponche, que tiene hambre, que están vendiendo, que ella quiere, que ella necesita. No escatimó aquel hombre en atenciones y obsequios. A cambio, la hembra se paseaba con su vaivén de olas, como yegua fina, mientras que los amigos cincuentones de Agustín, con palmaditas en el hombro, le reafirmaban la envidia.
Fue Amalia acariciada por los ojos, apetecida por la saliva de Agustín. De lejos, el hombre quiso explorarle todos sus hoyuelos, su superficie. Quiso sentir que su hombría era aprisionada por el paladar de aquella amazona inatrapable, que sus ancas se demorasen encima de sus huesos, colmarla con sus naturales zumos. Mientras tanto, Amalia de lejos se dejaba querer: cada paso de ella era una intimidad, una grosería deliciosa. Hasta él llegaba el ritual de las sonrisas, de los ojos picarones, la brisa marina del cabello suelto. Deslumbrantes entonces eran los charcos de Don Agustín al llegar a casa, rejuvenecido, al emanar toda la savia de su cuerpo.
Pero una tarde se le hicieron lentos los minutos a Agustín que no vio llegar a Amalia. Sintió temor de preguntar, pero lo hizo: Amalia se había escapado con su novio. Presintiendo la consumación, palideció vencido y humillado, y comprendiendo la encarcelación de sus sentimientos, tuvo ganas de gritar y detener aquel juego, pero no lo hizo. Aquella tarde, entre risas locas y tragos amargos, Agustín perdía aquella jugada, mientras sentía como todos los años del mundo le caían encima.
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Me alegraste el domingo con este relato. La descripción de Amalia es una delicia. Se siente la picardía de ella, y el deseo indomable de él. Te felicito, @nancybriti.
Gracias por tu comentario, amiga! Qué bueno que te haya gustado este relato. Un abrazo
Pobre caballo viejo "Agustín" quedo como la guayabera por fuera :(
Un fuerte y caluroso abrazo desde mi cocina
Jajajjajja. Tenía tiempo que no escuchaba esa expresión, @galletikasar. Sí, el pobre hombre se quedó con las manos vacías y el corazón desolado. Un abrazo para ti.
Dice el evangelio que el vino nuevo va en odres nuevos y el vino viejo en odres viejos. Jejejejejejeje. Me gusto tu post.
Jajajjajaja. Se han visto casos, mi estimado @ramorene! No siempre se hace lo que dice el evangelio. Saludos
Me meti tanto en este espectacular cuento tuyo que acabe como el amgio Agustin :( Sabes hace poquito estaba viendo la puesta del sol, comparti la foto en mi pagina, la noche es fresca y joven aun, este cuento ha sido un buen companero para empezarla. Buenas noches :)
Hoy es cuando veo tu comentario, mi buen amigo @mendys-soul. Trataré de pasar por tu blog y ver ese atardecer para también acompañarte. Recibe un abrazo en la distancia
En todas las manos no se canta flor. A veces, teniéndola, se nos pasa el canto. Les pasa hasta a los expertos. Triste es saberse en la última mano y haber hecho lo posible: un buen barajo, un buen pique, buena la primera y buena la segunda. Pero la tercera carta tiende a irse al carajo. Tal vez el truco se parezca al peregrinar de yeguas y hemos aprendido a sumar tantos, no a domar, y cuando se canta el truco, con todo y grito, pelada de dientes y, señas del compañero, el oponente rehúye al mazo de barajas y perdemos todos los puntos de la partida. Buen Don, pero triste jugada. Saludos, @nancybriti. Tu personaje tiene una mirada muy profunda y lamentable de las jugadas.
Amor de mi vida, qué bueno verte activo!!! Hiciste casi un post sobre el juego y la vida. Tu comentario está genialmente bien pensado y estructurado, @fafavasquez. Te felicito. Tengo yo una idea del juego que es definitiva: si no hay chance de ganar, para qué jugar. Un abrazo fortísimo!
Buen relato de juegos y amores, @nancybriti. Como bien dice el amigo @fafavasquez, Agustín perdió la flor que tuvo en sus manos, pero se supone que, a pesar de todo, la vida siempre da otra oportunidad.
Un abrazotote.
Así es, querido @oacevedo: la vida no nos deja con la manos vacías, especialmente si sabemos jugar nuestras cartas. Un abracito
Entre la ilusión y la pérdida suelen moverse nuestras vidas, @nancybriti. Un relato que atrapa por su soltura, la atractiva relación de los personajes (aunque presagiado su final) y su narración de corte sensual. ¡Bueno!
Gracias siempre por tu atinado comentario, @josemalaven. Un abrazo
"Cuando el amor llega así de esta manera" Cuántos Agustines andan por allí brindando helados y refrescos, ¡ah mundo!
Jajajajjajaja. Ciertamente, mujer! Pero como dice la canción: "caballo viejo no puede perder la flor que le dan porque después de esta vida no hay otra oportunidad. " Siempre agradecida por tus comentarios.
Creo que esta historia va por todos los amores platónicos y escenas hipotéticas de nuestra imaginación que jamás se cumplen porque el objeto de nuestro deseo tiene otros planes en mente. ¡Qué tonto fue soñar... Pero qué bien se sintió!
Qué profundo tu comentario, @hljott. Eres muy perspicaz. Así es, a veces la imaginación y los deseos nos juegan mal y nos cegamos. Siempre te abrazo.