El porqué desaparecí del mundo.

in #spanish5 years ago

Llevo exactamente entre diez u once meses tratando de escribir esto; porque se supone que si escribes sobre ti, de alguna manera magistral drenas aquellos sentimientos que guardas debajo de tu cama a la 4:30 de la madrugada en un baúl minuciosamente disimulado en el borde derecho de donde duermes.

«Si nunca conversas sobre lo que te impide respirar… Al final morirás asfixiada, pero eso no es lo peor. Lo peor que te puede suceder es que si mueres de esa manera, probablemente mueras sola»
— Mi amigo psicólogo.

Si bien la primera vez que comencé a sentir esto, Pensé que era lo normal; porque ya me había sentido así una vez y con ayuda profesional (y más que obvio amigos) fui dejando de lado ese gran ardor en mi pecho. Este fue extraño. Las punzadas en el corazón eran recurrentes, mi ansiedad no bajaba, las ganas de comer eran escazas y dormía pocas horas al día/noche. Me desesperaba encontrarme así, porque ya estaba un poco molesta de estar todo el tiempo en este bucle.
Comencé a buscar por internet mis síntomas y lo primero que me arrojó el buscador fue obviamente lo más común, así que no le presté tanta importancia y sólo me reía de la estúpida respuesta que estaba frente a mí, porque no podía padecer de aquella enfermedad llamada depresión.

« La depresión es una prisión en la que eres tanto el prisionero como el cruel carcelero»
— Dorthy Rowe.

Cada día que pasaba era peor que el otro. Como si vivieses en un infierno; y para descansar un rato de eso… O dormías y ve tú a saber qué podías inventar, qué malabares hacías, o veías que hechicero contactar para que te haga un conjuro de la felicidad eterna, hecho a base de lágrimas de unicornio y vómito de kraken.
Muchas cosas me han pasado en el transcurso del año anterior y este, pero la cosa que más impacto ha tenido sobre todo lo que me rodea… Fue la muerte repentina de mi amado padre.

Para resumir un poco lo anteriormente mencionado, vayamos rápido y conciso: Todos sabemos que la inseguridad en el mundo es un pan de cada día que si no te salva, te llega, y en Venezuela es sí o sí. Mi padre, taxista de 54 años de edad, se encontraba laborando y para no alargar esta maldita y tortuosa historia, contaré el final… Atracado, robado y golpeado. Mi padre muere en el hospital 11 días después de haber ingresado. Un edema cerebral severo arrasó con su vida; eso y la maldita delincuencia vivida.

Los próximos días (lo que comúnmente hacen las familias aquí en Venezuela. No sé si en otro lado del mundo harán… Luego investigaré) al velorio, la mayoría de mis familiares vinieron... Y para mayor desgracia, supe quiénes eran los que valían. La cólera era mi comida diaria en ese tiempo. Ya deseaba que llegara el día que enterraran a mi padre (Que de hecho, En el tiempo que estuvieron velándolo en mi casa, jamás me acerqué para observarle. Al día de hoy tampoco me he atrevido a visitarle en el cementerio. Cuando me digno, jamás lo hago y la persona que me prometió acompañarme, ya no está). Nunca estuve tan impaciente por algo.

Cuando todo pasó, todos se fueron. Mi alivio fue máximo, pero lo peor de todo aquello es que: Mi hermano se llevó a mi sobrino a otro país (ya que no podíamos sustentarle una calidad de vida). Ahora de 4 persona, sólo quedamos dos; mi madre y yo… Tuvimos que acostumbrarnos a una vida rara vez ruidosa.

No caben dudas de que a cualquiera eso le destroza la vida, el alma y el corazón.
Después de todo aquello contado, traté de buscar algo que me motivara, que me diera ganas de vivir. Recuperar el aliento, calentar mi corazón y no pensar en acabar con mi vida, pero una sola cosa me hace, hacía y hará no hacerlo, que es: mi madre.

Cuando buscaba ayuda, mis amigos estaban ahí para mí, mi pareja en ese entonces y los libros. No hacía nada en casa, no dormía, no pasaba con mi madre… Todo eso me llevó de mal en peor.

Estaba buscando muy egoístamente maneras desesperadas de sentirme mejor; lo cual me llevó a perder algunas amistades y debilitar mi relación amorosa. Básicamente dependía emocionalmente de mi anterior pareja, porque me sentía a gusto y era mi mayor zona de confort, pero de vez en vez (siempre) cada que hacía algo malo y trataban de corregirme, no podía y explotaba. Me convertí en una especie de parásito (esa palabra me da gracia y cada vez que lloro, la recuerdo y la risa no tarda en asomarse). Hasta que un buen día todo aquello acabó. Por una mala jugada en la vida, perdí mis mayores apuestas.

Hoy en día la poesía me arrulla en la mayoría del tiempo, la música actúa como antidepresivo y personas maravillosas me sostienen cuando quiero lanzarme hacia un abismo (es broma. Me dan mucho miedo las alturas).
Recuperé a alguien especial en mi vida y gracias a que me di cuenta de mis errores… Vamos emprendiendo paso a paso.
Sin embargo, aquel mal pensamiento jamás sale de mi cabeza, sólo se toma efímeras vacaciones, para luego seguir carcomiendo hasta la médula.

Miércoles, ‎26‎ de ‎septiembre‎ de ‎2018, ‏‎06:43 a.m.
Hoy, ‎07‎ de ‎diciembre‎ de ‎2018, ‏‎03:59 a.m.

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