Caminó a los alrededores buscando un buen lugar para tomar la fotografía y le sorprendió no encontrarse con ningún otro huésped. Llegó al final del camino y se topó con una puerta, al empujarla esta se abrió fácilmente y Julia no dudó ni un segundo en entrar; la visibilidad era casi nula y el frío comenzaba a notarse, el silencio era tanto que podía escuchar su propia respiración. A la derecha divisó un muro y con un poco de esfuerzo se subió a él, había encontrado lo que buscaba; frente a ella se hallaba un hermoso cielo azul iluminado por la luz de la luna que ya comenzaba a asomarse, las nubes grises anunciaban que la lluvia estaba por llegar y le daban un toque triste a ese hermoso cielo. Disparó una, dos y tres veces; escuchó un ruido y una extraña sensación de ser observada la invadió: no estaba sola. Intentó una toma mejor y bajó del muro, tres tomas más con un ángulo diferente y estaba lista para marcharse.

Oyó otro ruido pero esta vez mucho más cerca, Julia comenzaba a asustarse; quizá un desconocido la había seguido hasta ese lugar por lo que debía salir de inmediato de ahí, el aire se tornó pesado y el cielo se oscureció, alguien dijo su nombre y la puerta se cerró. Julia se volvió hacia la voz pero ahí no había más que oscuridad, intentó abrir la puerta; pero, era imposible. Encendió su cámara y tomo una foto, nada. Otra más, aun nada; escuchó algo acercase y disparó, la luz del flash iluminó el lugar y Julia emitió un grito de horror; sintió como era tomada por los tobillos y arrastrada por el suelo, el pánico la invadió y se aferró a la tierra, un estruendoso sonido la dejó sorda por unos instantes y tras un fuerte golpe perdió el conocimiento.