"Fuerte conejo"
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La chica conejo no paraba de demostrar que necesitaba de atención.
—No te ignoro—comenzó a decir el sombrerero loco—Sólo estoy intentando leer un libro.
—¡Eso lo puedo ver!—Dijo ella. se colocó detrás de él y comenzó a leer una página. —Así que estás leyendo la historia del Fénix y el Basilisco. Interesante—señaló ella.
—Sí, así es—dijo sin dejar de leer la página. A continuación, pasó la hoja y dijo—cuando termine de leer este capítulo, prometo darte atención. Que para ser conejo te comportas como un gato.
—¡Cuidado a quien le dices gato!
El sombrero loco terminó de leer el capítulo después de un rato y cerró un libro, lo colocó a un lado, se levantó y dijo—¿Para qué quieres que vea tus bíceps? ¿Sigues obsesionada con vencer a la Liebre?—Alessa, la chica conejo se incorporó de pie.
—No la nombres en mi presencia, por favor—dijo frunciendo el ceño. —Y no, sólo quiero demostrar de lo que soy capaz como futura capitana del ejército del reino.—Estiró los brazos mostrando sus bíceps.
—Se ven bien.—Dijo el sombrero loco sin mucha reflexión.
—No sólo se ven bien. También tócalos. ¡Y toca también mi abdomen! ¡Está plano y duro! El entrenamiento funcionó. ¿Eh? Hazlo. No tengas miedo. ¿Que acaso nunca has tocado a una mujer? —Dijo cogiéndole la mano al sombrerero loco, la cual puso en diferentes parte de su cuerpo.—¿Que te has sonrojado? Hohoho. ¡Vaya! No pensé que mi maestro era de ese tipo.
—No, no, claro que no—dijo el sombrerero ocultando su rubor. Y seguramente he estado con alguna mujer antes. Ya sabes que padezco de amnesia—miró a otro lado. Miró a unas aves posarse sobre una de las ramas del árbol que tenían encima.
—Bueno…—soltó Alessa encogiéndose de hombros.—En todo caso, quiero demostrarte mi fuerza. La carne para la cena ha sido ablandada por mis puños. Ahora quiero ver si puedes resistir uno de mis golpes.
—¿Qué? ¡No, espera!—Soltó él.
—¡Sólo será un golpecito!—Dijo soltándole un golpe en el pecho al sombrerero loco. A continuación, Alessa soltó un grito y lo ahogó rápidamente. —¡Idiota! ¿Por qué no me dijo que tenía una placa de metal en el pecho?—Ella se miró la mano.
—Eso iba a decirte—confesó cuando entonces Alessa le conectó un gancho en la cara con la otra mano y lo mandó a volar.
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