"Preludio para el circo" [parte III, borrador]

in #spanish5 years ago (edited)

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Entré nuevamente al tráiler y estaban esperándome Rodrick y aquel hombre el cual me miró al entrar y soltó con tono desafiante:

—¡Eh! ¡Tú! ¿Dónde estabas?

—Estaba meando—respondí. Los tres borrachines se incorporaron. Había también otro hombre gordo y muy alto con cicatrices en el rostro. Me pareció que era el que estaba practicando malabares cuando entré al campamento.

—¿Estabas meando?—Preguntó.

—Sí, estaba meando, en el baño.—Contesté seramente. —¿Por qué?—Pregunté. El hombre refunfuñó.

—Morty, deberías calmarte—dijo Rodrick.

—¡No se trata de eso!—dijo este.

—Perdona a mi compañero—Excuso Rodrick—Es sólo que se trata de un hombre demasiado supersticioso.

—Los cuervos son un mal augurio. ¡Un mal augurio, me oíste!—Bramó.—¿Y por qué estabas meando?

—Porque tenía ganas de mear, señor. La cerveza produce ese efecto.—Dije. El borrachín que me había apuntado con una pistola hace rato soltó una risita.

—No, muchacho—dijo Morty. —Me refiero a todas estas que es extraño ver a tantos cuervos y a un desconocido como tú por acá. Quién sabe si eres uno de esos brujos del bosque. A mi abuelo lo mató uno de esos brujos para robarle los órganos y hacer brujería. ¡O podrías ser otro tipo de espanto!

—No creo que los espantos meen, Morty; pero si ese fuera el caso, ya tienes al primero y con ello algo que contarle a tus nietos a través de los años.—Dije, y los borrachines comenzaron a reír. Rodrick soltó una sonrisa. Incluso el mismo Morty pareció más aliviado.

—Parece que tienes sentido del humor, deberías ser payaso—dijo Morty.

—Y parece que estoy en el sitio correcto.—Morty rió. Entonces los cuervos comenzaron a graznar de nuevamente con mayor vehemencia.

—No sé ustedes, pero yo digo que comencemos a rodar hasta Samour de una vez—Dijo Morty.

—Acordamos que sería hasta mañana, Morty—interpuso Rodrick. Morty gruñó y dijo:

—Vámonos, Pelusa—Y el gran hombre gordo y callado se acercaron. Ambos salieron. Rodrick soltó un suspiro y se notaba su molestia. Los otros hombres también se fueron después de especificar que se irían a tirarse a las meretrices que los acompañaban. Rodrick me invitó a salir. Sobre el cielo, había nubes del color del vino más obscuro que se pudieran imaginar. Las luces de las estrellas y de la Luna habían sido tragadas por el velo de estas nubes. Arriba, los cuervos hacían un vuelo irregular. Sea lo que sea que quisiera decirme Emilia parecía ser urgente. Comencé a caminar y Rodrick me siguió.

—De verdad que el cielo se ve ominoso—dijo después de un rato. Yo me detuve y me senté sobre un tronco. Miré que otros dos hombres jalaban una carreta de madera y había dos caballos muy grandes y fuertes, más parecidos a los de carreras que de circo, iban con Morty. A continuación, Rodrick se sentó. —Pero Morty es sólo un supersticioso, está nervioso.

—¿Por qué un cirquero es supersticioso?—Pregunté. Rodrick no dijo nada y sólo frunció el ceño mirando al vacío.

—Yo qué sé—dijo después de un rato. —No me asustan los cuervos ni tampoco el cielo. Ya he visto el cielo así muchas veces en el sur cuando está por llover en las noches. También sé que estos bosques están llenos de monstruos según las lenguas de los habitantes.

—¿Hay algún pueblo cerca de por aquí?—Pregunté.

—Hay una pequeña aldea al suroeste de por aquí, no aparece en los mapas, y sólo habitan campesinos. Pasamos antes por allá. ¿Por qué?

—¿Está muy lejos?—Rodrick pensó.

—Está como a unos veinte kilómetros, posiblemente veinticinco. No me digas que has cambiado de planes y piensas irte por allá, Elon—dijo y se estiró.

—No, para nada. Todavía deseo ir a Samour—los cuervos comenzaron a graznar más fuerte, lo hicieron más de tres veces y se calmaron, y continuaron su vuelo irregular.

—Los cuervos pueden hablar como los pericos, recuerdo haber escuchado allá en el norte—comentó.—¿Crees en Dios, Elon?—Su pregunta me entretuvo por un rato hasta que finalmente contesté:

—La verdad, Rodrick, no creo en un sólo y único Dios; el kretos y sus clérigos me parecen una enfermedad polulante demasiada religión y fe ciega les ha consumido los cerebros a las personas de este país. Como soy de Samour, y mi familia es bastante vieja, creo en muchos dioses. Solía rezar al rededor del árbol Cadaceo del norte de Samour—dije y apreté el puño. Rodrick se me quedó mirando sin decir nada hasta que se rió para sus adentros y dijo:

—Yo tampoco creo en el Kretos. Yo soy de Dull, y conservo la fe vieja, de antes de la guerra y desde mucho antes de que yo, o mi padre, o su padre hubiéramos nacido. Es algo que me queda como parte de mi herencia Dulie.

—Vaya, no pensé que fueras de Dull, no tienes el acento—comenté.—Pero ahora que sacas a colación el tema de tu familia y el de tu fe, ¿sigues a tu fe por ti mismo, o por tu familia—Rodrick me dedicó otra mirada. Sacó entonces una caja de cigarros, me ofreció uno pero negué. Parece que eso le molestó un poco. No obstante lo encendió y lo llevó a su boca. Después de un rato dijo:

—Mi padre era un hombre de fe como lo fue su padre antes que él—dijo y dio una bocanada, exhaló.—Pero mi padre murió cuando yo era muy pequeño. Fue en Dull, fue secuestrado por unos cléricos y fanáticos de esa mierda de fe, le cortaron los dedos de las manos y dejaron que las heridas se le infectaran, luego hicieron lo mismo con una mano. Vi a mi padre una última vez, estaba irreconocible, olía peor que la mierda debido a las infecciones, y había enloquecido debido a la fiebre. Poco después de eso murió.—Concluyó ásperamente. —Después de eso, me convertí en muchas cosas y poco a poco pude salir de Dull.

—Lo siento mucho. Has tenido una vida ruda si se compara a la mía.

—No te preocupes. Eso ya es el pasado. Aunque es cierto que las cosas malas del pasado nos convierten en pedazos de mierda en el futuro. Quizá no sería lo que soy si no fuera por eso.

—¿No serías un cirquero?—Solté.—¿Serías un hombre de fe como tu padre.

—Sí, tal vez…—dijo en voz baja. —¿Y tú tienes algo que te importe, Elon?

—Tengo a alguien que me importa y que amo—dije, y se escucharon unas detonaciones.

—Este maldito hombre—dijo Rodrick. Veré qué le sucede, ¿vale?

—¿Qué hora tienes?—Pregunté. Rodrick miró a su reloj de muñeca y me dijo que era la media noche. Salio caminando hasta el otro lado del campamento. Media noche, era mi oportunidad de dirigirme al tráiler más grande, y mientras me escabullía, noté que había algunos hombres vigilando los al rededores pero estaban enfocado en los cuervos en el cielo y los que se estaban posando sobre los techos de los tráileres. Parecía que se estaban asustando. Vi una puerta abrirse pero me escabullí a un lado rápidamente, estaban saliendo el trio de borrachines, seguramente queriendo ver qué pasaba. Los caballos en la carrera también se veían preocupados. No obstante, llegué al tráiler más grande y me puse la máscara. Pude activar la capa de sombras y atravesar la puerta que estaba cerrada. Dentro estaba muy obscuro y podía escuchar los sonidos de varias respiraciones agitadas. Encendí la lámpara que cargaba y su luz de un azul pálido inundó el interior. Había cinco adolescentes amarradas y amordazadas. Me miraban con muchísimo miedo. Algunas tenían lágrimas en los ojos, y se veía que llevaban tiempo sin recibir luz. Me acerqué a la chica que parecía tener más edad, una muchacha de quizá 18 años y de cabello negro. Miraba a mi máscara con terror así que tuve que quitármela, no obstante, tenia la de tela que me cubría la boca.

—Tranquilo, soy un amigo; soy Hanan Baal. No sabía que había alguien aquí y que esos impostores pudieran hacer esto—la chica seguía aterrada y entonces toqué su hombro y le pedí de nuevo que se calmara. —Las voy a sacar de aquí, lo prometo. Tengo toda la ayuda que necesito.—Saqué mi navaja y corté las ataduras y liberé las bocas de todas.

—Sea quien seas, ten mucho cuidado, son hombres muy peligrosos—dijo una de ellas. Yo me levanté y dejé la lámpara en el suelo. Coloqué la máscara sobre mi rostro nuevamente. —Quédense aquí. No salgan. —La puerta seguía cerrada desde dentro así que la abrí. Al salir estiré la mano y uno de los cuervos de Emilia bajó, y ella apareció. En ese momento, pensé en cuánto hombres eran: Rodrick, Morty, los borrachines y ese tal Pelusa eran seis, pero había visto a más de cuatro hombres que no reconocía mientras me escabullía en el tráiler grande. Eso quería decir que debía enfrentarme a diez hombres armados. No podía salir corriendo de noche por el bosque con todas esas chicas que estarían débiles y asustadas. Revisé entonces mi bolsillo, contaba con una pistola y un montón de navajas, mientras que mi espada seguía en ese camión de la paja. Debía recuperarla. Había pensado que los tipos solamente habían asesinado a los cirqueros y habían robado sus cosas e identidades, era un buen plan para salir del territorio de Mithirl y llegar hasta Samour y perderse en el norte. No obstante, habían raptado muchachas de algún lado para venderlas como esclavas en Samour. Por eso iban hasta allá. De pronto, del cuervo apareció ante mí Emilia, con su cabello blanco con negro y sus ojos azules llenos de enojo.

—No puedo creer que me haya dejado meter un tiro por ti—dijo.

—No vas a morir con eso, bruja; de hecho, ya no tienes ninguna herida.

—Eso no quita que duela como mil demonios, joder—dijo. —Además, ¿cómo osas hacerme esperar? Eres mi propiedad, mi esclavo. No deberías hacerme esto a mí—refunfuñó.

—Lamento informarle, mi señora, que mis planes no han salido como he querido. Asesiné a quien quería pero también a personas inocentes. Y eso me trajo hasta aquí por alguna macabra coincidencia. Ya debes saber que tienen a unas cinco chicas secuestradas.

—Sí, eso quería decirte pero estabas hablando con aquel sujeto.

—No tenía forma de evadirlo ni de escabullirme. Gasté toda la capa de sombras de ayer, ahora tengo la de hoy. No obstante, tampoco cargo la espada. ¿Crees que alguno de tus cuervos pudiera cargarla? Está en el camión de la paja.

—¿Estás pensando en salvar a esas chicas?—Preguntó ella mirándome a los ojos a través de mi máscara.

—Las vamos a salvar, mi señora—adelanté. Entonces se escucharon una serie de disparos del otro lado del campamento.

—Parece que tienen una pelea interna—dijo Emilia.

—Ni creo que tarden en venir hasta aquí por su botín—dije y cerré la puerta.

—¿Tienes algo planeado?

—Consigue la espada, yo me escabulliré hasta aquel tráiler—donde había estado tocando el piano—Si hay alguno en mi camino tendré que arrebatarle su vida—saqué la pistola.—Uno de los tiros dio cerca de nosotros.—Después conviértete en algo que los asuste de verdad.—dije y salí corriendo hasta el sitio indicado. Activé la capa sombra y tres disparos en distintas direcciones pasaron a través de mí. De pronto, cuando estaba por llegar al otro tráiler vi a un hombre con un rifle y este me miró, dio un disparo y me atrevesó. Mi pistola estaba enfundada en mi cinturón, a mano derecha, pero no podía sacarla mientras la capa sombra estuviera activa pues la pistola era también intangible. Debía materializarme en el momento justo y disparar, era lo mismo que con la espada. A travesé al hombre y este se asustó. Saqué la pistola y di tres disparos. El sujeto cayó al suelo, muerto. Me disfracé con la obscuridad de la esquina y sentí cómo el tráiler detrás de mí estaba siendo llenado de disparos. Mi corazón latía muy deprisa y estaba sudando a mares helados. Sentía muchísimo miedo. Hacía mucho que no sentía un miedo así. Escuchaba pasos, gritos y luego el correr de los hombres por todas direcciones. Estaba cerca del camión de la paja cuando apareció delante de mí el borrachín que me había apuntado con la pistola. Me miró y pegó un grito de asombro pero supongo que por mi ropa me había reconocido y disparó. La bala rozó mi brazo derecho apenas. «No voy a quitarte sólo unas cuantas pulgas perro» dijo, pero estaba tan borracho que no podía coordinar bien. Lo pude desarmar y tirar boca abajo al suelo.

—Soy yo, Elon. ¿Por qué mierdas me has disparado?—El hombre comenzó a quejarse y a hablar.

—Morty nos ha traicionado, muchacho. ¿Tú estás con él?

—No. ¿Dónde está?

—Ni puta idea. Pero no se va a quedar con el dinero que nos darán por esas perras—dijo y escuché sobre mí a un cuervo. Entonces coloqué mi pistola sobre la parte posterior de la cabeza del borrachín.

—¿Me vas a matar muchacho? Sabía que estabas con Morty—dijo y jalé el gatillo. Emilia dejó caer a Lúmina al suelo y la cogí. Mi brazo sangraba un poco pero no me dolía. De pronto escuché a uno de los caballos huir muy cerca de nosotros pero cayó desplomado al suelo en un instante y ahí gritaba y se retorcía de dolor. Me arrastré por el suelo junto a Emilia y vimos que le habían entrados dos disparos en el costado derecho, uno en el muslo, y otro en el abdomen. Se estaba desangrando e iba a morir. Saqué a Lúmina y corté su cabeza de un tajo. La sangre caliente chorreó y me manchó con sus gotas la máscara.

—Emilia, necesito que te conviertas en un lobo y los ataques desde arriba, después de eso yo los atacaré por la retaguardia. No podremos salir de aquí hasta acabar con ellos y hasta que dé el amanecer.

—Podría convertirme en eso y sacarte de aquí, no tienes que ser un héroe—dijo ella.

—Pero tampoco quiero ser un monstruo—respondí. Emilia aprobó con la cabeza e hizo lo que le pedí. Los disparos habían cesado pero cuando ella apreció ante los hombres, escuhé sus gritos y luego más disparos. Comenzaron a caer las primeras gotas de lluvia y algunas centellas ominosas. Cuando llegué al otro lado del campamento, aún tenia la capa de sombras activa, vi que algunos hombres salieron corriendo hacia el bosque siendo perseguidos por un lobo del tamaño de un caballo de guerra. En el suelo había dos hombres tirados. Uno tenía disparos en el pecho, y el otro, Emilia le había arrancado la cara con los dientes. Por sus ropas me di cuenta de que eran los borrachines. Pero más adelante había un tercer hombre todavía vivo, con unos disparos pero aún consciente, era Rodrick. Me incliné para verlo. Desactivé la capa de sombras.

—E-Elon…—dijo débilmente.

—Secuestraste a unas chicas para venderlas como esclavas en Samour—dije en tono neutral.

—S-sí. Lo hice. T-te dije que e-era un p-pedazo de mierda. Y me a-arrepiento de s-erlo, E-Elon. Pensaba en r-retirarme luego de esto y tener una vida t-tranquila. P-pero el trato s-se r-rompió.

—Ya entiendo—dije y le apunté al corazón. —Lamento que no sea de ese modo—dije y entonces sentí cómo algo caliente rozó a un lado de mi cabeza, un poco más alto sobre mi ceja izquierda destrozando parte de mi máscara y haciendo brotar sangre de mi cabeza. Mi primera reacción fue activar mi capa sombra. Varios disparos me traspasaron y me dejé caer al suelo sobre el cuerpo de Rodrick. Los disiparon volvieron a cesar después del cuarto o al tal vez quinto. Sentía la respiración débil de Rodrick. Miré adelante de mí y vi que se trataba de Morty, tenia un disparo en la pierna izquierda y otro en el brazo derecho pero podía caminar, ensangrentado y patético. Supuse que me quedarían unos segundos de la capa sombra. O tal vez ninguno. Si me disparaba, me haría intangible y el disparo caería sobre Rodrick, pero si no, moriría aquí. Escuché a Rodrigo quejarse y luego a Morty. Entonces escuché que apuntaba con su revolver. La pérdida de sangre me había dejado casi sin fuerzas y jadeando. Mi final sería patético y no podría ser ningún héroe ni esta ni ninguna vez. Intenté activar la capa sombra pero se había agotado. Reuní en un segundo las fuerzas para levantarme y matar a Morty con un sólo golpe con lúmina, era cuestión de velocidad pero como había dicho mi tío Ben, las espadas no pueden ganarle a las armas de fuego. Mi padre había muerto con un tiro en la cabeza, desparramando sobre mí, y sobre mi madre el contenido de su cráneo. Supongo que tendría el mismo destino pero mi cerebro se iba a desparramar sobre un secuestrador de mujeres. Escuché el sonido del arma preparándose para disparar, en ese momento me levanté, pero el desgraciado no estaba tan cerca como creía. No importaba, Lúmina era una espada larga y la haría salir con la fuerza de un rayo para partir a ese mal nacido a la mitad. No obstante, escuché el sonido del gatillo pero no salió ningún disparo. En cambio, Lúmina salió y le corté ambos brazos con el calor del rayo suturando sus heridas. Lo vi caer al suelo del dolor, y no obstante, aunque no supe si había muerto o sólo se hubo desmayado, atravesé su cráneo con la espada como un cuchillo atraviesa con facilidad a una tela. Ahora, sentían que estaba por desvanecerme. El efecto de la adrenalina estaba pasando, y me dolían cada vez más el brazo y la cabeza. A continuación, miré a Rodrick que sostenía mi pistola y me apuntaba.

—Lamento que tenga que terminar así, Elon. Y-yo ya no tengo esperanzas. No sé si tú sí las tengas—dijo y jaló el gatillo después de apuntarse él mismo. Yo en ese momento caí al suelo y escuché a algo muy grande acercarse a toda velocidad.

 


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