El coleccionista. Parte 3. La Venganza...
“Más allá de la locura, están los ojos llenos de venganzas…”
Saludos Amigos. El curso de los acontecimientos está dirigido por fiestas y banquetes, pero surge un episodio que hará pisar firme a sus protagonistas. A continuación, el texto para su consideración y comentarios.
La algarabía se apodera de la Mansión Altamira, aludiendo la gran recepción preparada en honor a la Duquesa de Torrealba, quien celebra sus cincuentas aniversarios de vida.
Todo estaba debidamente organizado entre el gran salón y el jardín central. Vladimir y el cuerpo de sirvientes se desplegaron para recibir a los invitados más selectos y hacer de la velada algo inolvidable. Y así sería. Las mesas se vistieron de manteles largos, mientras grandes arreglos de flores y frutas llenaban la fuente de cristal. El mejor champán corría entre los asistentes; la música de cámara estimulaba los sentidos entre flautas, violas, violines y violonchelos. Un halo de sofisticación lo envolvía todo. Mi amiga la duquesa tan caprichosa como yo, exigió que la fiesta fuese una mascarada; y así, cada quien intentaba ocultar picaramente su identidad tras sus antifaces de seda, plumas y encajes. Las damas ostentaban sus más finas alhajas, encorsetadas, con pelucas de varios colores y los caballeros, gallardos en sus honorables trajes militares. Las niñas lucían hermosas con sus antifaces llenos de flores y perlas, con sus vestidos de organiza blanca. Nada podía empañar tanta ostentosidad en la mansión Altamira. Influyentes comerciantes, terratenientes de abolengo y miembros de la casa real danzaban al ritmo de valses, polcas y alegrettos. El palacete estaba lleno de vida, de euforia. No pude evitar recordar a mi amada Rosalba. Me sentí nostálgico; hasta que llego la medianoche y Vladimir me tomo de un brazo. -Algo inesperado ha ocurrido en la casa de manumisión, mi señor- murmuró al oído, esas palabras tocaron por sorpresa la vanagloria del momento, un fío estremeció mi corazón y comencé a exaltarme. No había mucho en que pensar. -¿Los negros? En voz queda, repliqué mientras dirigía la vista por todas las entradas al recinto. -Si mi señor, sus últimos esclavos se alzaron. Mataron a Severino, como pudieron se libraron de los grilletes dándose a la fuga de la mazmorra, en caballos robados de sus establos. – Los nervioso lo delataban entre miradas cercanas, continúa - Por ahora nadie sabe de ellos- Vladimir, sin querer logró alterarme, pero, aun así, con las manos heladas le pedí compostura por la ocasión. Cuatros negros fugitivos no deberían presentar peligro alguno. Seguramente huirían a las montañas donde se esconden otros insurrectos. Por ahora no hay que preocuparse. El mayordomo no parece convencido. Teme que aquellos congoleños, iracundos con sed de venganza, encuentren el palacete Altamira, al fin y al cabo, es la única propiedad cercana al lugar de la huida. La noche de placer lujurioso podría convertirse en el pase de la mayor factura realizada por esclavos. Para calmar su alma, se ordenó a la servidumbre que repartieran más bebidas y los músicos improvisaran cánticos alegres, con ello disimularía lo acontecido. Al poco tiempo, los miedos de mi fiel cómplice se hicieron realidad. Las damas de compañía de la duquesa de Torrealba gritaban despavoridas, cuando apenas recobraba la calma de aquella nefasta noticia. Dirigían sus miradas llenas de horror hacia el jardín central. Allí estaban los cuatros congoleños, insurrectos, semi- desnudos cabalgando mis mejores potros, con antorcha y lanzas en manos habían invadido el palacete, se mostraban furiosos, vociferaban extraño dialectos africanos. Mis guardias intentaron doblegarlos, fue en vano, aquellos hombres era una representación exacta de los jinetes de la Apocalipsis, llagaron en con sed de venganza se veían en sus ojos, me imagino, no se calmarán hasta lograrlo…
Continuará…
J.R.M.(@siondaba)
Saludos @don.quijote, agradecido por su apoyo. Abrazos al gran equipo de cervantes...