Como habrás podido notar, no siempre la economía cuenta con las condiciones que requiere para garantizar excelentes condiciones de vida de la mayor parte de los integrantes de una sociedad. De hecho, muy a menudo la delicada balanza de la economía se desequilibra. Cuando esto ocurre, uno de los primeros sectores afectados puede ser el cultural.

La necesidad de arrobamiento estético suele ser menos urgente que otras necesidades, como la comida o la salud. Como hacedor de arte, puedes sentir que atraviesas tiempos difíciles, puedes enfrentarte a la amenaza real de no poder sostener en el tiempo tu actividad creadora. En virtud de ello, esta serie de artículos que hoy inicio desean proponerte estrategias efectivas, con la intención de que puedas revisarlas, adaptarlas y ejecutarlas en tu práctica cultural comprometida con la comunidad.

(Foto tomada por mí durante una presentación del grupo Vasallos de Venezuela -antes Vasallos del Sol- en una conocida sala de un importante banco).

Una de las características de una economía deprimida es que a la merma del financiamiento cultural público, suele sumarse la baja en el poder adquisitivo de las personas y el poco interés que muestra el sector productivo privado en darle valor agregado a su actividad económica a través de la cultura, es decir, por medio de patrocinar o auspiciar actividades artísticas. Un contexto social en esas condiciones exige un enfoque más audaz por parte de los creadores. Una vez más es válido citar (sin ánimos politiqueros) a Simón Rodríguez, el maestro del Libertador: “O inventamos o erramos”. Y para que ese inventar no te conduzca a equivocarte, te propongo que te atrevas a concebir el Arte y la Práctica Cultural como un "negocio", sobre todo en el sentido amplio que aparece en los diccionarios:

De acuerdo a esta simple definición, que aparece en el Nuevo Diccionario Ilustrado Sopena de la Lengua Española, puedes asumir que siempre que se invierta interés, tiempo y dedicación para realizar un trabajo por el cual se obtiene algún beneficio, se estará hablando de un negocio. Demás está decir que para llevar a escena un espectáculo artístico es indispensable el comprometido interés de un colectivo, bien sean actrices, actores, músicos, bailarines, técnicos, diseñadores, etc., que esté dispuesto a trabajar responsablemente durante un lapso de tiempo más o menos largo. Al final de este esfuerzo los integrantes de dicho colectivo esperan, al menos, el beneficio de un aplauso y que la sociedad les dé su reconocimiento como artistas y, por qué no, alguna retribución económica a cambio de su esforzada dedicación.

(En el caso del pintor Armando Reverón, el reconocimiento social ha sido tan grande que su imagen aparece en los vagones del Metro de Caracas)

Si aceptas que esto es la descripción de una forma de negocio, si tienes presente que el Mercadeo es una disciplina que propone, a la hora de hacer negocios, un conjunto de estrategias que ponen la perspectiva del cliente como punto de partida de todo el proceso de producción de bienes o servicios y si cambias la palabra “cliente” por "espectador", no te costará aceptar que el Mercadeo te podría ayudar a redefinir cada una de las etapas que componen el ciclo de la creación artístico-cultural, ciclo que te recomiendo ver como los pasos que hay que dar para hacer un “buen negocio”.

De todo ello hablaremos un poco a lo largo de estos artículos que están basados en mi tesis de grado para obtener el título de Licenciado en Teatro, mención Gerencia y Producción en el Instituto Universitario de Teatro IUDET, de grata recordación, y que ahora forma parte de la UNEARTE, en la cual soy docente.