Ayer les hablaba del discurso y es que en mi opinión el discurso es uno de los elementos más importantes de nuestra sociedad, les decía que el discurso puede llegar a ser un arma salvadora o por el contrario un arma letal, en este tema La República de Ruanda tiene bastante experiencia y es que ayer se cumplieron 25 años del inicio del genocidio más cruel ocurrido en África y es precisamente sobre ese tema que estaremos conversando en esta entrada.

Si revisamos un poco la historia de Ruanda podemos entender que la división entre el gentilicio ruandés se remonta hasta la época de Los colonos belgas, pues estos repartieron carnets para apoyarse en una minoría ganadera denominada como “Tutsi”, así ´los tutsis tenían ventajas sobre el gentilicio restante, fue una estrategia para poder gobernar sobre la mayoría agricultora, los cuales fueron denominados como “hutu”. Cabe destacar que ninguno pertenecía a etnias distintas, por el contrario se trataba de castas de un mismo pueblo los cuales compartían una misma cultura, idioma y costumbres.

Conforme fueron pasando los años, las rivalidades entre ambos grupos fueron creciendo, de hecho hay muchas matanzas entre ambas partes documentadas desde el siglo XX, peleaban por los recursos de su país, un país donde habitaban millones de personas entre montañas. Uno de los enfrentamientos más importantes de la historia de Ruanda se documenta entre los años 1950 y 1960 donde millones de tutsis tuvieron que abandonar sus tierras y buscar apoyo y refugio en su país vecino Uganda.

A finales de los años 60 en Ruanda se estableció un gobierno legítimo Hutu. Sin embargo, todos los tutsis refugiados en Uganda comenzaron a prepararse para el regreso a Ruanda, sirvieron al ejército de Uganda para que éstos pudieran facilitarle las armas necesarias para recuperar a Ruanda. Fue así como en 1991 llegó a Ruanda una invasión liderada por Tutsis desde el gobierno de Uganda contra el gobierno Hutu.

El derrotado gobierno hutu, diseñó una estrategia para eliminar a los tutsi que Vivian en todo Ruanda, fueron acusados de apoyar la invasión que había llegado desde Uganda.

La universidad fue una institución muy importante en toda esta estrategia, ya que los integrantes del gobierno Hutu enviaron la estrategia a la Universidad de Butare, la cual se consideraba la más importante de Ruanda, fue a partir de esa estrategia donde se comenzó a crear una historia que deshumanizaba al gentilicio Tutsi, el discurso elaborado en la universidad, ponía a los tutsi como invasores de Ruanda, gente malvada que solo quería el poder a cambio de inocentes. Ese discurso fue difundido por una radio llamada “mil colinas” que representaba la radio más prestigiosa de todo el país, desde allí el discurso de odio comenzó a difundirse, como si de una epidemia se tratara.

Mientras el discurso era difundido, el gobierno Hutu, elaboraba listas negras de personas a quienes tenían que eliminar y a su vez comenzó a organizar a la milicia y a los civiles en grupos que eliminarían a tantos tutsis como se pudiera.

El sentido común de algunos militares denominados “los cascos azules” enviaron un fax a las Naciones Unidas, donde alertaban sobre un Genocidio, no obstante nadie hizo nada.

El gobierno hutu, viajó hasta china, para conseguir armas con un bajo presupuesto, su avión privado llegó cargado de machetes y otras armas primitivas, el avión fue derribado antes de aterrizar pero para desgracia del pueblo, las armas pudieron ser repartidas entre la milicia. Ese mismo día una locutora de la radio “mil colinas” hacía un llamado para eliminar a los tutsis, o mejor dicho a las “cucarachas” como fueron llamados a lo largo del discurso creado en la universidad.

A partir de ese día se vivieron 100 días, donde se cometieron crímenes atroces. El odio pasó a ser una epidemia tan letal, que acabó con más de 800.000 Ruandeses, murieron tanto tutsis como hutus, sin embargo, la cantidad de cadáveres tutsis triplicaba a la cantidad de cadáveres hutu.

La norma única norma del ejercito hutu, era masacrar a los tutsi. Había mucho odio, tanto así que los niños eran obligados a matar, para que así pudieran forjar una costumbre desde temprana edad y pasar esa tradición a sus futuros descendientes.

Como ya les había comentado no había diferencia física ni cultural entre todo el gentilicio, entonces, cuando las listas negras se acabaron, lo que los militares hacían para determinar si una persona vivía o no, era contar su número de vacas, si tenías menos de 10 vacas, simplemente la persona vivía, si por desgracia una persona tenía más de 10 vacas, era torturado hasta morir.

Millones de personas emigraron hasta Zaire, esto terminó ocasionando una epidemia de cólera, lo que ocasiono aún más muertes.

Luego de los 100 días de masacre, desde Uganda avanzaron fuerzas de un cuerpo llamado “frente patriótico Ruandés” que tomó el país rápidamente. Muchos militares huyeron hacia Tanzania y Zaire. También se inició una cacería hacia bandas genocidas, lo que provocó otra masacre.

Como les decía ayer, el discurso es un arma de doble filo, ya que puede salvar a la persona más malvada o condenar a millones de inocentes, este es un ejemplo claro, un discurso de odio difundido por medios locales, terminó en 100 días de masacre. Cuando el discurso se agota, solo queda la fuerza, por eso tenemos que hacer todo lo posible por utilizar las palabras correctas… mi madre siempre me ha dicho “si no tienes nada bueno que decir… mejor calla” y debo reconocer que el tiempo le ha dado la razón, cuando no hay nada bueno que decir, solo se debe callar.

Ayer se cumplieron 25 años desde aquel terrible acontecimiento, por lo que el gobierno ruandés mando a exhibir en todo el país los cráneos de los cadáveres, para recordarles a las personas lo que fue el genocidio. Hoy en día los prisioneros acusados de genocidio les piden perdón a los familiares de cada una de las víctimas. En Ruanda está prohibido hablar de Tutsis y hutus y quienes vivieron esta masacre aun acuden a terapias psicológicas.

Estimados lectores, espero que mi entrada les haya parecido enriquecedora, no me puedo despedir sin decir que tras 25 años el gentilicio aún tiene heridas, muy alejado de cualquier religión, creo que acá es sabio decir que “la palabra tiene poder” y es que la humanidad como que aún no tomamos conciencia de eso, la mayoría de las personas decimos o escribimos palabras deliberadamente y no nos detenemos a pensar en cuánto mal podemos causar.

Desde mi posición, opino que a través del lenguaje podemos cambiar el mundo, es por eso que tenemos que hacer todo lo posible por aprenderlo a utilizar.