Introducción

Los Mercados de Futuro nacerían como un sistema de protección para los productores agrícolas en el Siglo XIX, como una forma de dar salida a la producción de hortalizas y frutas durante las cosechas, y de regular y estabilizar los precios irregulares y fluctuantes durante el resto del año.

Los primeros Mercados de Futuros fueron el Chicago Grain Exchange, que a partir de 1848 comenzaría a establecer las reglas básicas de las operaciones de comercialización y contratación para futuras entregas de productos agrícolas, así como en 1730 en Osaka, Japón, donde ya existía una infraestructura bien establecida en términos de futuras entregas de arroz, cereal fundamental en la dieta diaria japonesa.

En este sentido, los Mercados de Futuros se pueden conceptualizar como "la negociación de contratos para la compra y venta de ciertos productos en una fecha futura a través de un acuerdo de precio, cantidad y vencimiento en el momento actual" Fuente

Actualmente, los intercambios de Futuros se incluyen dentro de los portafolios de productos financieros, ya que son uno de los más atractivos debido a la alta rentabilidad que se puede obtener con una buena negociación, y donde las circunstancias exógenas y el entorno determinan la variabilidad de los precios, siendo uno de los productos más demandados. Del mismo modo, han evolucionado para incluir, no solo los productos de origen agrícola, sino también el intercambio de productos de origen mineral como el cobre, el oro y el petróleo, así como las ventas futuras de criptomonedas.

Al igual que cualquier transacción financiera, el acceso a los intercambios de Futuros genera costos y tarifas asociados con su naturaleza, por lo que en períodos turbulentos con altas fluctuaciones de precios, los beneficios pueden verse seriamente afectados o incluso, desaparecer como el agua entre los dedos de las manos.

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