Una crónica de la Demencia XVII

Hace bastante tiempo, una anécdota atravesó como lanza hasta a los corazones más recios, provocando las lágrimas de almas apáticas que solo conocían a la fría razón. Cuenta la leyenda de una mujer traicionada por la ilusión del amor, atada al destino más cruel que la ha llevado a una realidad alterna consumada por la desesperanza. El último recurso que emplea la inocencia, intentando sobrevivir a las fauces de la tragedia.

Aquella mujer se enamoró de un hombre muy gallardo, de una atractiva galantería que desborda palabras aromatizadas de bellos sopores, atrayendo a sus víctimas con sutileza a una fantasía empírea. Ella cayó en las suaves nubes de sus manos y arropándose en un manto de pasión. El crepúsculo era testigo del acto nocturno aderezado de amor y lujuria, pero detrás del fondo de aquella escena, esperaba la traición, quien con malicia ansiaba ejecutar su plan incrustando sus ponzoñosas garras.

En aquella noche donde las estrellas bailaron, y los hijos de Centauris les rindieron pleitesía a las hijas de Virgo, culminó el destino que palabras de advertencia presagiaron. Tras el amanecer el alba se alzó preocupante y con él, la mujer de esta historia, quien pasmada se dio cuenta que su amor se había ido, con todas sus pertenencias. Al entender que había sido engañada, soltó un aullido más agudo que el llanto de una arpía, un suplicio que desgarró el cielo e hizo que de sus nubes cayeran sus lágrimas.

Con el pasar del tiempo, aquella mujer no solo llevaba consigo la traición, sino que también, llevaba en su vientre el fruto de aquella unión. La noticia la arrasó como una tempestad que destruye todo a su paso sin piedad. Su embarazo ya llevaba casi un mes, y desde luego, sabía que debía tomar una decisión. Aquel amor que sintió por aquel traidor, lo reparó ahora otorgándoselo a su hijo, esa mujer no era de mal corazón, y a pesar de todo lo que pasó, aún conservaba sentimientos buenos.

Pero esta no es una historia de amor, esta no es una historia de resurrección ante la muerte causada por la tragedia. Esto es una historia de locura provocada por una traición, que conllevó a un limbo de condenas. El tiempo pasaba y la mujer ansiosa estaba, de tener a su hijo en sus brazos, algo no andaba bien en su cabeza puesto que su deseo se aferró a aquella idea de una supuesta póstuma felicidad.

Ella colocaba sus manos sobre su vientre, ya más crecido, esperando el momento, pero… otro suceso se interpuso en su objetivo. Vagando por uno de los pasillos de su casa, al final de los escalones, por causa de su embarazo ella cayó en un profundo desmayo y rodó brutalmente por las escaleras. Su delicado embarazo poco resistió, ríos de sangre comenzaban a recorrer sus piernas, el horror de tener sus manos manchadas la trastornó y aquel dolor, que había estado dormido, despertó más fuerte como una explosión de mil tormentas, y desde ese día, la cordura perdió.

La leyenda continúa relatando de que aquella mujer sobrevivió al accidente, pero incompleta. La gente que la veía contaba que se la pasaba deambulando por los paisajes aledaños como un alma en pena, sosteniendo un muñeco de trapo en sus brazos, como si fuera un bebé. La gente sintió su pena y su historia hirió a tal punto que dejó un abismo en los pechos de quienes la conocieron. Un día ella desapareció, sin dejar rastro alguno. Nadie supo explicar aquello tan repentino, pareciera que se hubiera esfumado con el viento al igual que el polvo y las cenizas. En el portal de su casa abandonada solo quedó, un muñeco de trapo a la espera de su regreso.