Si ella le hubiese dicho a su familia que aquel día terminaría con la empresa, que presentaría su renuncia y que esperaría que la despidieran, seguramente intentarían hacerla cambiar de opiníon. Tal vez por eso guardó silencio y no le dijo a nadie su decisión: pondría la renuncia, ya que sentía que aquella empresa le cortaba las alas y hacía de ella un monigote en cualquier conversación.

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Tuvo miedo de su familia porque de esa entrada de dinero se beneficiaban todos, pero cuando le tocó hablar, lo hizo de la mejor manera:

_¡Cuánto lamento no poder complir con sus deseos , pero a veces el deseo de complacer a los otros, nos hace cometer errores y yo siento que he cometido un error muy grande! -dijo y toda la familia asintió.

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Soy una persona que ha velado por la felicidad de los otros sin importarle la felicidad misma. He trabajado a sol y a sombra para darle la vida que quieren y es momento de ver lo que yo deseo. Con estas palabras pensó que despertaría a la bestia y que sería fuerte el clamor, pero no. La gente que estaba cerca comenzó a darle la mano y a expresarle su apoyo en aquella decisión: lo primero es la felicidad, y si usted decide ser feliz, que nadie se interponga en su decisión.

HASTA UNA PRÓXIMA HISTORIA, AMIGOS