Qué bien se está en casa (Poema y comentario crítico)

Hoy vamos a ver uno de los poemas de mi padre, su análisis métrico y una breve reflexión a partir del mismo. Ya sabéis (y para los que no, lo vuelvo a decir) que mi padre no es nada ducho en tecnologías y me ha dado algunos de sus poemas y su consentimiento para que los vaya publicando en mi blog.

Tenemos un poema de trece versos en su mayoría octosílabos, a excepción, si no me equivoco, del tercero y el último. Uno más corto (5+1) y otro más largo (5+1 y 5+1). Riman el primero con el segundo; el tercero con el quinto; el cuarto con décimo y el duodécimo; y el onceavo con el último.

El autor usa un estilo desenfadado y libre para hablar de su pueblo natal con alegría, con un tono simpático e incluso, al final, lanzar la burla. Vemos un cariño acentuado a las raíces, a la tierra propia. Se respira alegría y se hace notar que el poeta se siente donde tiene que estar, es parte de su entorno.

Este poema me ha gustado sobre todo por el juego que hace al final, esa broma… “…el que llegue a conocerlo | se quedará… ¡a vivir aquí!”. Es evidente que no cualquiera pensará o sentirá lo mismo para con ese pueblo que es Estepona, por mucho que lo visite o por muy bonito que sea. Es un lugar como muchos, pero lo que tengo claro es que también para muchos, como para mi padre, su pueblo, su ciudad o su tierra es algo importante. Ligaduras de recuerdos y vivencias que alimentan nuestra nostalgia si estamos lejos, y nuestra serenidad si estamos cerca.