Filosofía natural, ciencias útiles y el conocimiento en la época de Simón Bolívar

in #castellano6 years ago (edited)

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Filosofía natural y ciencias útiles corresponden a lo que en el lenguaje de hoy se conoce como ciencia y tecnología, que desde los tiempos de Descartes (1596-1650) con su planteamiento sobre la separación de la fe y la razón, aunado con el propósito de dar a la filosofía una nueva dimensión tan clara y precisa como las verdades matemáticas, trajo como consecuencia una convulsión en la conciencia que tipificaba el espíritu de la época, que ensanchó y vigorizó el conocimiento humano, científico y técnico que se producía en su momento y que se proyectaría en los siglos.

De allí que toda esa visión intelectual del siglo XVIII se encarnara en una obra monumental en 35 volúmenes de la Encyclopédie ou dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers, publicada a partir de 1751. Diderot, promotor y director de los escritos enciclopédicos, junto con D’Alembert, trabajaron con unos 180 sabios en todas las disciplinas como filosofía, religión, ética, instrucción cívica, política, economía, ciencias naturales y técnicas, artes liberales y mecánicas. Como consecuencia de ello, el producto de tales esfuerzos resume el conjunto de los conocimientos de la época, convirtiéndose a su vez en el portavoz de la doctrina del racionalismo (Fernández 1994).

No fue éste el único intento en ese sentido. Obras como el Dictionnaire historique et critique de Bayle o el mismo Dictionnaire philosophique de Voltaire; el Teatro crítico universal en nueve volúmenes; las Cartas eruditas y curiosas del padre Benito F. Feijoo, en cinco tomos; los 44 volúmenes de la Historia natural de Buffon, así como también la Enciclopedia británica, entre otras obras, así lo confirman. El eco que halló en Europa la Encyclopédie, en el mismo siglo de su aparición, hizo que esta fuera imitada y varias veces reeditada en numerosos países. Sin embargo, la Encyclopédie sobrepasa en mucho todos los afanes emprendidos desde el siglo XVII en ese sentido, distinguiéndose por la exactitud científica, el método y la sistematización de las informaciones, que hacen de ella la precursora del diccionario enciclopédico moderno (Morales, 2006, p. 21).


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El conocimiento científico y la filosofía, entonces, eran los llamados a instaurar el progreso y la emancipación del ser humano por medio de la disposición a conocer el mundo y la naturaleza por la vía de civilización y la cultura, es decir de la Ilustración.

En la época en que el Libertador Simón Bolívar vivió, ya se tenía conciencia de la importancia de la ciencia y la tecnología en el mundo civilizado. La astronomía cada vez se venía desarrollando a la par de la construcción de mejores y más grandes telescopios. Ya se conocía la utilidad práctica de la electricidad con los experimentos de Benjamín Franklin; se sabía, gracias a James Watt el principio de la máquina de vapor, lo que hizo posible la aparición del barco a vapor y el primer ferrocarril se había construido en Inglaterra. Se inventa el taladro mecánico e innovaciones en las máquinas de hilar. Se descubren el oxígeno, hidrógeno, nitrógeno y el cloro por parte de Priestley, Lavoisier y Cavendish. Se reconocían nuevas especies zoológicas y botánicas. Todos estos aspectos influyeron grandemente en los países del mundo en el conocimiento, lo económico y lo político (Arends, 1986).

Para la época del nacimiento de Bolívar en 1783, los asomos científicos de la ciencia y la tecnología en Venezuela se limitaban a descripciones e inventarios iniciados por los cronistas y viajeros, que consignaban todo lo que observaban, tales como los fenómenos naturales, flora y fauna y aun sociedades humanas, en un mundo que les era totalmente desconocido.

Por otra parte, las tecnologías primitivas subsistían con las más “modernas”, desde la indígena para producir casabe, pescar, fabricar canoas, hamacas y otros enseres, hasta pasar a los trapiches de caña, alambiques, curtiembres, herrerías, telares, fábricas de velas y jabón.

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En este sentido, Arends (op. cit, p. 18), refiere la presencia de dos etapas en el desarrollo científico en Venezuela, uno llamado período recolector, donde la figura más destacada está representada en el padre José Gumilla con la obra El Orinoco ilustrado y defendido. El otro es el período descriptivo, que se ocupa de investigar las materias y sus implicaciones industriales como mineralogía, la botánica y los usos medicinales de esta, entre otros aspectos. Científicos llegados antes de Bolívar recogieron importantes especímenes botánicos, pero el país no tenía la cultura necesaria para el beneficio de los conocimientos de estos investigadores y aun del naturalista más ilustrado y erudito de su época, el barón Alejandro de Humboldt, quien diría, no sin cierta aflicción:

“En el medio de las maravillas de la naturaleza, tan rica en producciones, ninguna persona de esta costa está dedicada al estudio de las plantas y minerales”.

(Arends, op cit. p.19)

Para Bolívar, la ciencia y la tecnología formaban parte de una política de Estado, que en un país en guerra representaban un desafío extraordinario, con necesidades imprescindibles en cuestiones como armamentos, municiones, pólvora, alimentación de las tropas, vestuario y transporte, fundamentalmente. Por un lado, las importaciones estaban en su nivel ínfimo por las dificultades inherentes a la guerra y por otro las negociaciones en otros países, la mayoría lejanos, impedían el flujo de elementos necesarios para la producción de insumos.

Para 1814, no disponiendo de importaciones, había que fabricarlo todo. Para ello Bolívar recurre a la colaboración de los tecnólogos, a los que en esa época se les denominaba “inteligentes” para la activación de fábricas e industrias como la de la pólvora, para lo que se necesitaba a su vez de la minería para la extracción de “nitro” y plomo, aparte ocuparse de otros tipos de minas como las de hierro, azufre, plata, así como también de oro y piedras preciosas, que servirían para financiar los gastos de la guerra y otros asuntos de Estado. Además de ello las correspondientes máquinas y piezas como piedras de molino, maderas y otros elementos.

No solo la industria de la guerra le interesaba a Bolívar, sino también otras áreas productivas y científicas. Para ello propiciaba la fundación de escuelas, universidades, expediciones científicas, promover la agricultura con el reconocimiento de los principios científicos para el cultivo del añil, cacao, café, algodón y otros rubros en las condiciones más óptimas de los terrenos para los géneros de cultivo.

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Por otra parte, el transporte también entraba en las categorías científicas, fuera de los caballos y mulas, de los que había en abundancia en los llanos venezolanos. Llega por primera vez el barco a vapor o steam-boat a Suramérica y a Venezuela en 1818, resultando toda una novedad. Las ventajas tecnológicas del vapor habrían de favorecer el transporte no solo de productos y frutos por los grandes ríos como el Orinoco y sus afluentes, sino que también tendría un uso estratégico en el transporte de tropas y elementos de guerra y, en caso de necesidad, para repeler o atacar al enemigo.

Uno de los grandes proyectos en los que Bolívar se ocupó desde antes de 1821 en cuanto a la ciencia y la tecnología, fue su interés en los estudios para la construcción del canal de Panamá para unir el océano Atlántico con el Pacífico. En 1827 Humboldt lo estimuló a promover un estudio a nivel del istmo.

Muchos aspectos más quedarían por fuera de estas líneas, pero bástenos con saber que Bolívar contribuyó grandemente y entendió la importancia que tenía la ciencia y tecnología en el desarrollo de los pueblos, y en particular de Venezuela.

REFERENCIAS

Arends, Tulio (1986). Ciencia y tecnología en la época de Simón Bolívar. Caracas: Fundación Fondo Editorial Acta Científica Venezolana.

Fernández, Rafael (1994). La educación venezolana bajo el signo del positivismo. Caracas: Academia Nacional de la Historia.

Morales, E. (2006). Simón Rodríguez y Simón Bolívar pioneros de la educación popular. Origen de las escuelas bolivarianas. Caracas: Ministerio de la Cultura.

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