Volver a verte

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Nunca pensé encontrarte nuevamente. Nuestros caminos se cruzaron la primera vez, quizá solo para aprender de los errores, o tal vez para construir un destino. No lo sé.

Por suerte, hay algo que sí sé: te amo. Con todas mis fuerzas.

Siempre he tenido la idea de que las almas son entidades 100% inmateriales, pero, ¿cómo te las arreglaste para tocar la mía? Es algo intrigante, porque incluso siento que está feliz cuando tú estás. Tu presencia marca una pauta en mi vida como nada lo había hecho antes.

¿Qué debo hacer?, una pregunta que ronda mi mente cada instante y aún no logro consumar una respuesta, porque, aunque pareciera bastante obvia, simplemente no la acepto. No acepto la realidad de que te fuiste aunque pretendas regresar. Regresar, pero por poco tiempo.

Todos esos "quiero estar contigo" que me has dicho retumban en mi espíritu, calientan mi corazón como si estuviesen hechos del más dulce abrazo. Yo también quiero lo mismo, pero no estás... aún.

Los nervios me consumen con solo imaginarte nuevamente frente a mí. De nuevo me pregunto qué hacer, aún sabiendo que mi reacción será completamente impredecible. La ansiedad es amiga/enemiga en estos momentos.

El instante en que nos crucemos se acerca de forma avasallante e incontrolable. Ni tú, ni yo, comprendemos cómo ha pasado tanto y todo está igual. ¿Tú tienes idea de qué hacer? A la distancia, te noto con mucha serenidad, para ti todo es normal y para mí es como encontrar a mi otra mitad. El tiempo y la lejanía te dieron un corazón más fuerte y resistente, con el mío hicieron todo lo contrario.

Nunca pensé encontrarte nuevamente. Aquí estás: nuestros caminos se cruzaron por segunda vez, quizá para poner en práctica lo aprendido en la primera y no volver a fallar, o tal vez es para cimentar el destino que empezamos a construir. No lo sé, y en esta ocasión, no hay nada más por saber...

La imagen utilizada para este texto es una obra del pintor noruego Edvard Munch, elaborada en 1894 y que lleva por nombre "Melancolía".