Estrellas y humanos-PARTE 1: El universo y el caos.

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Hay un peligro inminente más allá del que nos interpone el vacío, el plano terrenal en que esta vida esta basada trae más etiquetas de advertencia que caminos para transitar cómodamente. Cada quien es responsable de su propio bienestar, por ende cada quien es responsable de ver estas etiquetas de advertencia, el problema es que no todos los ojos se han adaptado al resplandor que emite el caos que esta vida nos ofrece cotidianamente, a veces es tan deslumbrante que alguien no puede abrir los ojos lo suficiente para ver lo que se avecina, y por lo regular, esta persona se ve envuelta en un hilo muy resistente en el que cuelgan muchas desgracias. Por otra parte hay personas que ignoran este resplandor, tienen un talento especial en aprovechar cada eventualidad fortuita que se le presenta, y esta luz no termina siendo lo suficientemente cegadora que se le presenta, y esta luz no termina siendo lo suficientemente cegadora como para detenerlos; otros tienen mas suerte y son dichosos de tener algo que disminuya la intensidad del encandile de todo este caos y algunos pocos son los verdaderos capaces de opacar la luz del caos con su propio brillo personal, así como una estrella.
Todos somos una creación del universo que ha trascendido desde la más inhóspita partícula que en algún momento antes de la creación estuvo vagando por algún lugar, estas mismas partículas que nos conformaron también están conformando todo cuerpo celeste existente: las estrellas, los asteroides, los planetas, las nebulosas. Así que, en ese aspecto, pensar que somos iguales a las estrellas no es una idea tan descabellada.
El brillo apreciable de las estrellas es energía que se emitió hace millones de años luz, en un vestigio que deja el astro y asevera su existencia, así como una firma personal, o quizás como una biografía. Si las estrellas tuvieran conciencia propia, es decir, si fueran pensantes o poseyeran razón y lógica, ninguna en su sano juicio se preocuparía por como luce su brillo porque para el momento donde su brillo llegue a alguien, es muy probable que ya haya dejado de emitirlo, así que solo lo hace por si misma. Brillar es su razón de vivir, su único deber y manera de mantenerse existiendo. No es tan alocado asumir que las personas deberían actuar un poco más acorde a esta metáfora. Así como las estrellas, las personas deben concentrarse en brillar para si mismos, porque si las estrellas pensaran, estarían seguras que es poco probable destacar entre la infinidad de entes iguales en el universo, ellas sabrían que destacar es secundario y poco relevante en su existencia y para aquellos que se fijen en ella, estarían contemplando el brillo que emite por y para si misma, es decir, su luz mas sincera y pura. Si todos asumiéramos que somos estrellas, cada quien se preocuparía mas por su propio resplandor que por el hecho de que los otros lo vean. Preocuparse por hacer mas puro tu brillo seria mas importante de que lo que la gente piense de ti y cada quien se esforzaría mas en ser mejor tanto para si mismo como para destacar entre tanta luminosidad.
El problema es que el vacío también absorbe la luz, y cuerpos celestes como agujeros negros no dejan escapar el brillo que irradia la misma, en la vida diaria existen situaciones que tienen un efecto proporcional al de un aguajero negro, absorben el resplandor y la estrella deja de existir y si nos vemos como estrellas, eso significaría morir. Pero se puede tener otro punto de vista sobre esto, cada estrella tiene una vida útil así como cada persona, sin importar que un agujero negro o alguna eventualidad le arrebaten la luz, lo que en verdad importa es que esa estrella y tu han brillado con toda la potencia que cada una de tus partículas pudo ofrecer hasta el ultimo momento. Haciendo esto estarás bien contigo mismo, y casi como premio, la gente recordara como brillaste y no el hecho de cómo dejaste de hacerlo.

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