OPINIÓN | Counterpart, o la soledad de descubrir quiénes somos

in #cervantes6 years ago (edited)

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Hola, Don Howard, hola, Don Silk (?)

Si hay algo que puede aseverarse de la cadena norteamericana de televisión Starz, es que son arriesgados. Aunque de alguna manera siempre han estado persiguiendo la ambulancia de éxitos de HBO y Showtime, desde 2005, con la decisión de la cadena de crear contenido original que pudiera competir con sus dos principales rivales, Starz ha ido creciendo a un ritmo sostenido al que no siempre se le ha dado todo el crédito que merece.

Comenzando con shows de comedia y sátira, como The Bronx Bunny Show y Head Case, Starz pasó a producir contenido dramático con cierta regularidad desde 2008, cuando deciden adaptar para televisión el universo de la reconocida y laureada película de Paul Haggis, Crash (2004). Aunque pasó sin pena ni gloria por la crítica y la audiencia (tiene un rating de 43 en Metacritic), logró ser un experimento lo suficientemente atractivo en mercadeo y ratings como para poner a la cadena en una posición de arranque competente.

Con Spartacus (2010-2012), Camelot (2011) y Da Vinci’s Demons (2013-2015), Starz coqueteó durante un tiempo considerable con la épica y la serie de época, con un nivel de éxito un tanto inconsistente; aunque Spartacus evolucionó significativamente, de ser un rip-off algo peculiar de 300 y placer culposo (algunos la calificaron inclusive de softcore porn) a una de las mejores series acerca de la era grecorromana de todos los tiempos, sus otras propuestas no lograron atraer la suficiente audiencia ni la aprobación crítica necesaria para poder competir con una Showtime que, con shows como Homeland, Shameless y Ray Donovan, comenzaba a ganar espacios en una pelea que igual se hacía perdida contra una ciclópea HBO, que recién estrenaba el que muchos han catalogado como el fenómeno de fantasía medieval de masas del siglo, Game of Thrones.

Pero Starz no claudicó y, para 2014, comenzó a estrenar series que fueron muchísimo mejor recibidas en la audiencia. Aunque tuvo un inicio relativamente lento, un atrevido y maduro drama que mezclaba la Era Dorada de la Piratería en el Caribe con el entrañable libro de Robert Louis Stevenson, La Isla del Tesoro, se hizo con un digno sitial entre las mejores series de lo que va de los 2010s: Black Sails. Con series como Power, Outlander y American Gods, Starz ya se dejaba ver como una competidora mucho más jugosa de las grandes cadenas de televisión estadounidenses y una productora con la garra y la calidad suficiente como para crear historias altamente atractivas para la audiencia y la crítica.

Finalmente, en diciembre de 2017, Starz hace un ofrecimiento que, considerando la gran acogida que ha tenido en público y crítica, podría perfilarse no sólo como la obra maestra de Starz en lo que a televisión se refiere, sino a una de las mejores series de ciencia ficción de tiempos recientes.

Esta propuesta se llama Counterpart.

AVISO: El siguiente análisis podría contener ligeros spoilers acerca de la trama de Counterpart, que trataré de mantener al mínimo porque… deberías ver la serie, ¿sabes?

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Berlín, Alemania. En una fecha no especificada, que asumimos es la actualidad, conocemos a Howard Silk, un empleado de bajo nivel en una agencia de las Naciones Unidas conocida como la Oficina de Intercambio. Howard ha trabajado por 30 años en la división de Interfaz, en un trabajo mecánico y monótono que involucra intercambiar mensajes codificados con un agente con el que no tiene autorizado realizar ningún otro comentario o interacción más allá de su trabajo. Tras finalizar su jornada, Howard va a un café de la ciudad a jugar go con quien parece ser un compañero frecuente de juegos, y con quien parece perder regularmente. En las noches, Howard asiste a un hospital de la ciudad donde descubrimos que su esposa, Emily, ha estado en coma por un lapso de seis semanas. Con gran devoción, Howard le lleva a diario un ramo de flores, de las cuales siempre le regala una a la recepcionista del hospital, y se sienta al lado de su convaleciente mujer a leerle lo que parece ser un libro de poesía.

Howard ha llevado por mucho tiempo una vida extremadamente rutinaria, y la serie no hace ni el menor amago de ocultar esto. Sin embargo, esta monotonía está destinada a terminar muy pronto; un día, al llegar a la oficina y pasar por el puesto de seguridad reglamentario, el código de acceso de Howard al edificio es negado varias veces. Antes de que su situación pueda causar mucho revuelo en la entrada, un guardia de seguridad lo escolta a una sección de acceso restringido del lugar donde conoce a Peter Quayle, el director de la sección de Estrategia de la OI, y a Aldrich, el director de Seguridad de la agencia. Quayle le notifica a Howard que en horas de la mañana registraron un suceso extraño que podría guardar cierta relación con él y, tras ordenarle a Aldrich que traiga a un detenido a la habitación, le ruega a Howard que, pase lo que pase, mantenga la calma.

Aldrich trae a un hombre encapuchado y lo sienta frente a Howard. Al removerle la capucha, Howard debe enfrentarse a algo para lo que claramente no estaba preparado: salvo una considerable diferencia en actitud, comportamiento y personalidad, el hombre frente a él es una copia al carbón de él mismo. Es otro Howard Silk. Es, a falta de definiciones más precisas, la versión James Bond de Howard; un forastero cuya inexplicable llegada hace que Quayle deba, minutos después de su accidentado encuentro, revelarle a Howard una verdad aún más impactante.

Durante la Guerra Fría, un experimento científico que sin lugar a dudas salió muy mal creó un universo exactamente igual al nuestro, conectado a través de un cruce dimensional que yace justo debajo de la Oficina de Intercambio. El conocimiento de este pasadizo es el secreto internacional más celosamente guardado de toda la historia, uno que ha hecho que, en tiempos modernos, la Guerra Fría haya evolucionado hasta un punto en el que los factores en juego no son Estados Unidos y una ya extinta Unión Soviética, sino el universo original y su duplicado.

Y Howard, aunque lo ignora, tendrá un papel crucial en lo que pronto se revelará como un conflicto de alcances y consecuencias que apenas puede imaginar.

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Créeme, si ves la serie y terminas pensando esto... No voy a culparte en lo más mínimo

Aunque tiene un muy bonito disfraz de ciencia-ficción y misterio, a medida que van pasando los capítulos y las situaciones, Counterpart se revela como una deliciosa pieza de ficción especulativa que funciona más como un estudio de personajes con escasos pares en la televisión y las artes audiovisuales modernas. Conocer a su otro yo supone para Howard un golpe impresionante: ¿cómo es posible que, mientras él ha sido durante años un hombre hogareño, introvertido y muy cercano a su esposa, con valores intachables y un respeto por lo ajeno que raya en un complejo de inferioridad… su otro yo es un hombre de acción, intimidante, inclemente y por sobre todas las cosas escaso de pelos en la lengua, quien, para colmo, es uno de los agentes estrella de la sección de Estrategia del otro universo, muy por encima de sus posibilidades y de su campo laboral en este universo? ¿Qué pudo haber pasado del otro lado que, con el mismo material genético y, en líneas generales, la misma vida y las mismas circunstancias, crease a personas tan diferentes?

Por si esto fuera poco, los devenires de la trama no sólo involucran a Howard y a su otro yo en el centro de una enorme conspiración que atraviesa ambos universos y que ha tenido décadas en construcción, sino que los enfrentan al misterio de una implacable asesina (de quien Howard Prime, como los fans denominan al Howard del otro universo, sólo conocen su nombre código, Baldwin) que parece haber pasado desde el universo duplicado hasta el original con la misión de asesinar a blancos muy específicos para un fin que apenas comienza a entreverse bien entrada la temporada en su recta final. Este fin, aunque quizás no resulte muy sorprendente para espectadores avezados en el noble arte de predecir qué pasará capítulo tras capítulo, sí le da una nueva e interesante dimensión al conflicto entre los universos, muy similar a la forma en la que la ya comentada Black Sails se atrevía a ir más allá en lo que a la piratería respecta y a analizar los aspectos más, si se quiere, políticos o estratégicos de salir a alta mar a ejercerla.

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¿Por qué tan seria, Baldwin?

Eso sí, la primera temporada de Counterpart nunca pierde la tensión narrativa. Que ciertos aspectos de la misma pudiesen resultar predecibles no hacen que su impacto sea menos sorprendente ni que involucre menos al espectador. Para cuando ha terminado, las posiciones relativas de todos los personajes del reparto han quedado tan, pero tan, pero tan mal respecto a como iniciaron, que es imposible pensar en una segunda temporada que llegue a aburrir o a decepcionar; quizás, en cuanto a historia se refiere, lo único que podría resultar incómodo es la manera en la cual la historia de Baldwin (quien se muestra al inicio como un personaje mucho más intrigante y complejo de lo que Howard Prime y todo el aparataje de espionaje dedicado a buscarla quisiera creer) termina sepultada o manejada de una forma secundaria ante el enorme peso narrativo que adquiere la conspiración principal de la temporada. Pero es algo perdonable, considerando que en todo momento de la trama existe la duda de cómo llegaron a estar tan mal las cosas entre ambos universos y de qué consecuencias tuvo el experimento que lo creó todo en sus habitantes.

Dicho lo anterior, ya he puntualizado que Counterpart es ante todo un análisis de personajes, y es aquí donde realmente brilla la serie. Al conocer a varios personajes, no sólo en el universo original, sino a sus otros yo en el duplicado, el show despierta constantemente en el espectador preguntas acerca de la naturaleza de sus existencias. Esto porque, muy en el fondo (y como lo señala el creador de la serie, Justin Marks, en varios de los detrás de cámaras), la mayoría de ellos son presa de una profunda soledad, que no disminuye exactamente al conocer a sus otros yo. Algo que tiene consecuencias variopintas: resulta ser particularmente devastador en el caso de Baldwin, si bien es un factor catalizador de cambio importantísimo en Howard.

El tema de la soledad es algo que las mecánicas internas del universo refuerzan; advirtiendo que es imposible no caer un poco en spoilers para hacerle servicio a este punto, es importante aclarar que el cruce entre universos es algo que sólo se puede hacer de manera individual. Haciendo una alegoría muy cruda con lo solitario que es el descubrimiento personal, a lo largo de la temporada, varias secuencias en las que se ve a los personajes cruzar la barrera entre el universo original y su duplicado hacen específica la idea de que (por razones que a final de la primera temporada, lamentablemente, aún siguen siendo un misterio) no es ético o moral que más de una persona atraviese el umbral cada vez. Tan grave es esto, que gran parte de la crisis del final de temporada se debe precisamente a ello… por razones que a ustedes, como espectadores, les tocará descubrir.

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No, Howard, esto no se trata de las joyas perdidas de la familia...

Esto, naturalmente, no sería nada si Counterpart no se sustentara en actuaciones de altísima calidad y, por fortuna, el casting de la serie no puede ser más acertado. El reparto logra equilibrar a grandes secundarios de todos los tiempos (que aquí toman papeles principales) con jóvenes promesas de la actuación televisiva y actores europeos que, aunque no vistos con frecuencia en producciones norteamericanas, cumplen con excelentes actuaciones en sus roles. De ellas, a mi juicio, destacan tres:

  • J.K. Simmons, en particular, la bota de jonrón en su doble papel como Howard Silk en ambos universos. Las sutilezas de su interpretación como ambos individuos no sólo harán las delicias de dramaturgos, estudiosos de la actuación y cinéfilos en general, sino que, espero, serán gran parte de los lauros que recibirá esta serie en la venidera temporada de premios (es una nominación obligada al Emmy, los Globos de Oro, a los Saturn, a lo que quieran darle). El episodio 8, titulado Love the Lie, es el clímax interpretativo de Simmons en la serie y contiene una de las mejores escenas vistas en televisión en este año; desgarradora, efectiva y extremadamente dura en demostrar cuánto han evolucionado ambos Howard y a qué extremo cambia su relación a ese punto de la temporada.
  • Nazanin Boniadi, una actriz iraní-británica que ha aparecido como secundaria en una plétora de producciones televisivas estadounidenses, así como una que otra cinematográfica, hace una actuación bastante efectiva como Clare. Decir más de su personaje es spoilear media trama de la serie; aunque al principio Clare pareciera ser sólo el contacto de Baldwin en el universo original, la trama construye su presencia y nos permite ahondar en sus motivaciones muy lentamente hasta que termina convirtiéndose en un personaje central por su cercanía a la conspiración principal de la trama. Aunque logra salir relativamente airosa de los eventos de la primera temporada, se deja ver que tendrá grandes, pero grandes problemas en la segunda.
  • Olivia Williams, actriz británica de teatro, televisión y cine con una trayectoria que compite perfectamente de tú a tú con las de J.K. Simmons y Stephen Rea, la borda por completo en el casi doble papel como Emily Burton Silk, la esposa de Howard en ambos universos. Aunque sólo alcanzamos a verla interpretando a una de las Emily (comprensiblemente, dada la situación de la Emily original durante casi la totalidad de la temporada inicial), su papel como una experta agente de inteligencia a la par de Howard Prime que, sin embargo, oculta una gran tristeza y melancolía debido al devenir de su vida en el universo duplicado y a su terrible y complicada relación con el más inclemente de los dos Howard. Su papel en la investigación y descubrimiento de la conspiración, aunque vital, le hará tener que enfrentar difíciles realidades en lo emocional y personal.

CONCLUSIÓN:

La mezcla entre una gran e íntima historia que toca aspectos muy crudos de la naturaleza humana, una actuación genial de un reparto que sorprende en cada escena y en cada momento de su trama y una producción bastante competente y plantada, localizada principalmente en Berlín y Potsdam (ciudades que tienen una enorme presencia durante toda la trama), hace a Counterpart un evento televisivo digno de ver y comentar entre amigos. Normalmente, a las series de Starz les toma unos cuantos capítulos - o incluso algunas temporadas - demostrar su valía; pero Counterpart, en un increíble ejercicio de mesura y análisis de lo que implica la identidad, el descubrimiento del yo y lo que realmente significa la interacción con otros seres humanos, te atrapa desde su primer capítulo y no te suelta, ni te soltará…

… de seguro, y como hizo su predecesora Black Sails, hasta mucho después de haber llegado al final de la historia.

© Starz | Opening hecho por Imaginary Friends - Dirigido por Karin Wong

¡Hey, llegaste al final de este artículo! ¡Felicidades!


Te agradezco muchísimo el haber leído mi opinión general de esta serie, la primera de muchas que voy a estar comentando y analizando para ti. Si el contenido de este artículo te gustó, déjame un comentario y házmelo saber; si te gustó mucho, pero mucho, mira, ese botón de resteemear se parece un poco al Anillo Único… es… precioso (?)

Y si realmente te encantó… Coméntame si te gustaría que hiciera un análisis artículo por artículo de la primera temporada. Créeme, ¡Counterpart se lo merece!

P.S: You can read it in English here!

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