LA AVENTURA DE NACER EN EL BARRIO - ANÉCDOTA DE VIDA III

in #cervantes6 years ago (edited)

ANÉCDOTA DE VIDA III

Mediados de los años 70; recuerdo a una joven Hermosa de 26 años de edad, madre soltera de dos hijos, esa joven era mi madre.

Recuerdo claramente que mi madre trabajaba como costurera en una fabrica ubicada en una zona industrial de Caracas. Se iba bien oscuro; mi hermano y yo quedábamos solos en la casa. Claro está, bajo la supervisión de mi abuela, abuelo y mis tíos que vivían en la casa del lado. Pero todos tenían ocupaciones, así que yo con 8 años me sentía independiente, preparaba el desayuno de mi hermano y el mío, cuando las cosas salían bien comíamos arepa frita con huevo frito, o si no, con una sardina en lata para no complicarnos.

Mi abuela siempre nos regañaba por eso, “muchachos dejen de estar comiendo arepa cruda, se van a venir quemando, dejen la inventadera”. Pero muchacho al fin, nos entraba por un oído y nos salía por el otro.

Después de la escuela pasábamos todo el día callejeando, hasta que llegaba mi madre, eso la empezó a preocupar, y decía, “muchacho en la calle no aprende nada bueno”. Un buen día compro una máquina de coser y decidió retirarse de la fábrica y empezar a trabajar por su cuenta y así poder estar mas pendiente de nosotros.

Mi madre era excelente costurera siempre tenia trabajo, se paraba tempranito y lo primero que hacía era prender un radio viejo para escuchar las noticias en Radio Rumbo. Mientras hacia el desayuno, esperaba el comienzo de la radio novela (Martin Valiente). Cuando terminaba la radio novela se concentraba en su maquina de coser hasta el mediodía.

Mi hermano y yo estudiábamos en el turno de la mañana y nos quedaba toda la tarde para hacer las tareas, jugar en el callejón y hacer mandados.

Yo siempre tenia dinero producto del trabajo (botar basura y hacer mandados). Lo que mas disfrutaba hacer con ese dinero era comprar helado Tío Rico, Galleta Club Social, Toronto, y la Nucita con el Panque que no podían faltar. Además de comprar barajitas para llenar el álbum.

Cuando tenía aproximadamente 10 años, por estar peleando con mi hermano le tumbe el radio de la repisa a madre. “Conchale, Joselo me rompiste el radio, ahora donde voy a escuchar la novela, ya esta en los capitulos finales y esta bien buena”.

Se veía que estaba molesta, pero no dijo más nada. Pensé, que raro que no me dio mi carajazo. Bueno me salve de esta. Inmediatamente me acorde que el álbum de barajitas que estaba llenando, le faltaba una, y uno de los premios, que se podía reclamar era un radio. Pero esa barajita, la 51 del álbum de los super amigos no le había salido a nadie. Me propuse llenar aquel album, todo el dinero que hacia lo compraba en barajitas, incluso Toño el señor de la bodega llego a decirme, tienes días que no compras helado, estas enviciado con el album.

Un día, después de haber hecho varios mandados, me fui corriendo a la bodega, el señor Toño con una sonrisa, no me dejo hablar…. “¿Cuantos sobres de barajitas quieres?”, la verdad es que de esa cantidad no me acuerdo, pero si me acuerdo que compre varios sobres. Cuando comencé a destapar los sobres, el señor Toño me dice, “esa es plata botada”, en ese momento veo una figura que nunca había visto, mi reacción fue esconder él sobre, así sería mi cara de asombro, que el señor Toño se dio cuenta de mi reacción, y me dijo “coño carajito que paso, te salió la 51”, inmediatamente unos muchachos más grades que estaban en la bodega voltearon a verme, y le vi las intenciones, yo sin decir nada salí corriendo, pero los muchachos me alcanzaron antes de que yo pudiera llegar a la casa. Con la suerte de que ellos no se dieron cuenta de que yo había escondido el sobre premiado. Me quitaron las barajitas, pero al ver que no estaba la 51, me las regresaron, dijeron “pura repetidas, dale su vaina”. Asustado y con un nudo en la garganta llegue a la casa, “¿Qué tienes muchacho pregunto mi madre?, le dije… creo que me salió la barajita. Ella se sonrió, pero no me pregunto más nada.

Me metí en el cuarto para terminar de destapar el sobre y la sorpresa mas grande del mundo fue, que el sobre no solo tenia la 51, sino que me había salido doble. Fue una alegría inmensa que tenia que tener en secreto hasta que el señor Toño me recibiera el álbum. Ya los muchachos más grandes me tenían el ojo puesto, así que tuve que esperar hasta el día siguiente y que la bodega estuviera sola para poder entregar los dos álbumes llenos. Por su puesto el mejor premio que he reclamado en toda mi vida, un radio y el otro premio fue un par de patines de cuatro ruedas.

Cuando llegué a la casa le dije… “toma mami, para que escuches a Martín Valiente”, se le iluminaron los ojos, me dio un abrazo y me dijo, “mijo, tu con tanto esfuerzo que estabas llenado tu álbum para pedir tus patines, anda a cambiar el radio y pide tus patines, ya esa novela tuvo que haber terminado”. Hay fue donde le dije… mami los patines los tengo puestos, me salieron dos barajitas.

No les puedo negar que cada vez que me acuerdo de este capitulo de mi vida, siempre me cae una basurita en los ojos.



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