Las personas de edad avanzada de mi generación solían increparme cuando quería ser mas papita que el Papa, probando ser conocedor en algunas materias del inframundo, que solo ellos conocían, y por lo general dejaban que me estrellara solo, para luego consolarme a regañadientes, "¿y tu crees que todo se resuelve soplando vidrio y hacer botellas?"

Nunca entendí este adagio popular venezolano hasta que me encontré a un artesano elaborador de este arte llegado de Venecia, Italia. En tantos siglos que han pasado, se ha escrito del arte murano desde cualquier punto de vista, lo que si resalta a simple vida es que si es un oficio dedicado, meticuloso, arriesgado y sobre todo creativo.

Podría tratarse de José, Pedro... quizás Andrés, Usted póngale el nombre que mas le parezca a este artesano que se gana la vida en una calle vieja de la ciudad de Maracaibo, escondido entre paredes que siguen derrumbándose desde 1970, cuando otros aprovechandose de la inocencia de los mas despistados, mutilaron toda la cultura del barrio El Saladillo, donde se encuentra este habitante de la ciudad del sol amada, que quema sus manos para darnos arte.

La vida siempre se nos presenta de mil colores. De nosotros depende que tanto giran para detallar con sutilezas los destellos que nos regalen un mejor despertar, un mejor amencer, al menos para decir al final del cuento... no solo soplamos e inventamos, sino que también perseveramos y conseguimos la meta.