De los placeres del mundo | Cuento (4 de 6)

in #cuento5 years ago

 


Fuente

4

El misterio no duró demasiado. A una pregunta de la madre, siguió la respuesta: "Soy agente de la Seguridad Nacional", dicha con seguridad y aplomo más que comprensible; después de todo, era un representante de la ley y el orden, encarnación directa del gobierno nacional, guardián de las vidas y las propiedades, y sobre todo de las libertades ciudadanas y democráticas, protector de la verdadera libertad y no de ese bochinche denunciado en su oportunidad por el precursor Francisco de Miranda mientras lo conducían al exilio y luego a una cárcel española: "Bochinche, bochinche, este país es puro bochinche"; libertinaje y no libertad era lo que habían traído adecos y comunistas al país, el caos de la doctrinas extranjerizantes a las que puso feliz término el movimiento glorioso de 1948, ratificado en el libre plebiscito de 1952, encabezado por el general Marcos Pérez Jiménez, presidente constitucional; no un vago sin oficio, ni un músico de a tres por centavo, que es más o menos lo mismo, y lo que podía esperarse que Mercedes trajera a la casa, dado el medio en el que se movía, sino un hombre de provecho a pesar de sus pocos años.

Quién sabe cómo podían haber ido las cosas entre Mercedes y su enamorado si mi primo Alberto Arrioja, hijo de Violeta Arrioja, no hubiera decidido que lo más importante de su vida adolescente era la lucha política y, en concreto, la lucha por el derrocamiento del gordito ladrón que nos gobernaba. Sus ideas no eran muy claras, su convicción política apenas elemental, su conciencia de clase inexistente. Reconozcámosle, eso sí, altruismo y desprendimiento, y gusto por la aventura y el peligro, que de esas cosas también está hecha la pasión de los jóvenes.

Su vinculación con el Partido Comunista le venía como herencia familiar de una abuela miembro del Sindicato de Tabaqueras, tempranamente reclutada para las filas de la revolución proletaria. Esta abuela aguerrida distribuyó panfletos clandestinos y pegó carteles en las paredes de la ciudad dormida en su sopor de siglos en los años finales de la dictadura de Gómez; en febrero del 36 marchó exigiendo democracia al gobierno de López Contreras; en el 45 –justo antes del golpe de estado de los adecos encabezados por Rómulo Betancourt y los militares– celebró y bailó en las calles la legalización del Partido en el gobierno de Isaías Medina Angarita, "el mejor presidente que tuvo este país; nada más en Cumaná construyó el hospital, el Liceo Nacional, el Palacio Municipal y el Mercado. Más de lo que hicieron después todos los gobiernos juntos."

Alberto bebió la revolución junto con la leche materna, en los cuentos que la abuela le contaba para dormirlo, pero tenía de esta una idea poco doctrinaria y más bien anecdótica, algo aventurera y estrafalaria, donde se mezclaban en sospechosa vecindad la toma del Palacio de Invierno con la invasión del Falke a Cumaná, la calva reluciente de Lenín y su barbita de chivo con los lentes redondos y la corbata de lacito de patiquín caraqueño del bachiller Castro Machado, primer organizador de las células comunistas en la ciudad.

No debe extrañarnos, entonces, que Alberto, siendo apenas un adolescente, viviera como algo natural pasar de los juegos en las calles, de buscar nidos de pájaros en los cerros, de robar frutas en las pequeñas haciendas de las cercanías que aquí llamamos charas, a las reuniones clandestinas donde hombres ceñudos anunciaban la aurora de libertad que se avecinaba, al tiempo que advertían de los tiempos sombríos que se vivían y sus peligros mortales.

Y, como suele suceder, tuvo oportunidad de comprobar que lo de los peligros no era una exageración. El desmantelamiento de una célula clandestina arrastró a decenas de hombres y mujeres hacia los calabozos de la Seguridad Nacional en la calle Sucre. Por fortuna, no se encontró en la primera ronda de detenciones y eso le dio tiempo para ocultarse en casa de familiares en la zona llamada Los Médanos de las playas de San Luis, cerca de un arroyo que desembocaba en el mar proveniente de la laguna de Los Patos.

Es aquí donde intervienen Mercedes y su novio, amante secreto, o no tan secreto pero sí asumido por la familia como una fatalidad, el destino ineludible, la ley de la vida, ojalá al menos termine casada la muchacha esa.

El cerco alrededor de Alberto se estrechaba, sólo era cuestión de tiempo que una comisión de agentes de la policía política irrumpiera en el endeble rancho de barro y palma y lo llevara a rastras a reunirse con sus compañeros en la calle Sucre y de allí al penal en la tenebrosa isla de Guasina, en medio del torrentoso Orinoco, a morir de hambre, de disentería y de malos tratos. En el irrespirable aire de aquella tragedia inminente, a la madre del muchacho se le ocurrió que su sobrina, Mercedes, podía hacer algo por él. ¿No dicen, acaso, en forma algo más grosera de como lo digo yo aquí, ahora, que el poder de una mujer es inmenso, que en sus brazos y piernas el hombre abandona a su padre y a su madre, cambia de lealtades, traiciona a sus Amos y reniega de su Dios? ¿Cuánto podía costarle a Mercedes convencer a José para que intercediera por su primo que, bien visto, no había hecho otra cosa que asistir a unas pocas reuniones y escribir en las paredes ¡Abajo el gobierno!, ni un tiro, ni una bomba, ni un muerto? ¿Qué podía perder que no hubiera perdido ya? Y allá hubiera ido la madre de Alberto, apenas al amanecer, a tocar la puerta de su hermana Alejandrina si una elemental prudencia no le hubiera aconsejado no involucrar al resto de la familia. Sólo ella y Mercedes.


Posted from my blog with SteemPress : http://rjguerra.vornix.blog/2018/12/01/de-los-placeres-del-mundo-cuento-4-de-6/

Sort:  

@autovoters y @fuerza-hispana apoyando tu buen contenido :)

logoautovoters.jpg

Un gusto volverlo a leer, saludos amigo @rjguerra.

Coin Marketplace

STEEM 0.29
TRX 0.12
JST 0.033
BTC 62559.43
ETH 3092.10
USDT 1.00
SBD 3.86