Thalía (cuento corto de terror)

in #cuentoslast year (edited)

Thalía salió del turno a eso de las dos de la madrugada. Por fin iría a su casa, donde la esperaban Estela y su gato Félix. Ya quería estar ahí con ellos, viendo televisión, dejando ir el largo y tedioso día. Pensaba en su novia. Siempre le avisaba cuando estaba en camino. Estaba preocupada porque ese día justo dejó el cargador del celular y se quedó sin batería.
Al llegar, le contaría de aquel viejo baboso que le tocó la mano cuando le sirvió la cerveza. Le preguntó de dónde era, dónde estudiaba, dónde vivía. El señor la estuvo mirando todo el tiempo que estuvo ahí, y la incomodidad no la dejaba trabajar. No le molestaban las charlas pequeñas, pero le quedó el repudio de sentir las manos ásperas de aquel viejo verde.
Quedó conectada con el enojo al tener que responderle, siempre amable. Esas máscaras que hay que ponerse cuando se trabaja en atención al cliente. Pensó en que la propina, en definitiva, no lo valía.
— ¿Se le ofrece algo más, señor?— Le dijo Thalía en tono sarcástico.
— No. Nada más, señorita. Nos vemos más tarde. —respondió.
Mientras caminaba a la parada, iba repasando la escena en su cabeza, murmurando que quién se creía ese hombre, que ojalá no volviera más nunca al bar, y que debía buscar otro trabajo urgentemente. Cuando de pronto, una fuerte luz interrumpió su tren de pensamiento.
Un auto la estaba siguiendo lentamente, acechándola. Thalía llegó a la parada del colectivo. No había nadie. El auto bajó aún más la velocidad. Un presentimiento se le atravesó en el pescuezo y decidió cruzar la esquina. El auto cruzó también.
Apagó sus faros, pero eso no hizo que ella bajara la guardia. Al contrario, escuchaba las ruedas pisando las piedras del asfalto. Se le crispó la piel.
Sin querer, entró a una calle ciega. Sintió el corazón en la garganta. Cruzó a la otra vereda, ya maquinando sus siguientes pasos. «Al cruzar, estaría del lado opuesto al asiento del conductor para ganar tiempo en caso de que lo peor pase», pensó Thalía. Sacó las llaves de su bolsillo, sus manos temblaban. Fingió entrar a una de las casas, esperando a que eso ahuyentara al auto. Pero seguía ahí. Ahora estacionado.
Pensó en gritar, pero las palabras no salieron de su boca. Tocó el timbre de la casa, no salió nadie.
En ese momento, escuchó la puerta del auto. Agarró valor para voltearse: Era el viejo del bar. Thalía corrió a toda velocidad mientras gritaba.
— ¡Ayuda! ¡Fuego! ¡Ayuda!
Unas luces se encendieron.
— ¡Ayuda, por favor! ¡Policía!
El viejo agarró a Thalía por los pies. Cayó al suelo golpeándose la mandíbula contra el pavimento. La arrastró hacia detrás de un basurero. Las luces de las casas volvieron a apagarse.
Thalía, ahora en el suelo, pateó al viejo con todas sus fuerzas, pero él logró escalar por su cuerpo. Agarró sus manos y le dio un martillazo en la cabeza. La chica logró protegerse con sus brazos. Siguió defendiéndose mientras la sangre pegajosa recorría su cara.
El viejo intentó arrancarle los pantalones, ella pateó incesantemente. El martillo se encontraba a solo un metro de ellos. Estiró su brazo lo más que pudo, pero no lo alcanzaba.
El corazón le latía tan fuerte que le dolía el pecho. Pensó en Estela y en Félix.
Sintió en su cadera las manos ásperas del viejo. Sacó fuerzas desde la furia que palpitaba debajo de su piel y se orinó encima.
—¡Puta, asquerosa!— gritó el viejo mientras se sacudía el líquido caliente. Se limpió la cara con su abrigo hediondo.
Aprovechando esa distracción, Thalía agarró el martillo. Le acertó incontables golpes en la cabeza, en el ojo, en los dientes. Lo dejó en el suelo rogando que parara. Pero ella, muy lejos de detenerse, volteó el martillo. Ahora, usando la garra, lo desfiguró por completo. Su sangre chispeaba sobre ella, hasta que ya no se movió más.
La joven sabía que ya estaba segura, que podía irse. Pero vio un cable en el basurero. Rodeó el cuello del viejo y lo ahorcó hasta que sus ojos salieron de sus órbitas.
Después, Thalía se levantó del suelo. Se sacudió y volvió a la parada. Pensó en el auto del viejo, pero justo pasó el bus. Despeinada, orinada, con la ropa rasgada y manchada de sangre, se dirigió hacia al fondo del colectivo casi vacío. Nadie le preguntó nada.

Kolya Korzh edited unsplash.jpg

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Me gustan mucho los relato de terror 😖

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