Feliz y bendecido día, @d-pend.
Captar y tratar de traducir la grandeza de una sensación percibida con el alma, más que con los sentidos, no es tarea fácil , en eso te has empeñado y, de allí, el apropiado título del poema que nos ofreces.

Vi en el corazón de la matriz de la niebla,
Recuperarme del borde.

Ese asombro de otear más allá de lo que muchos apenas vislumbran, constituye un acto de sumisión y entrega a la grandeza de la naturaleza como espacio de encuentro con lo divino. No obstante, hay un reconocimiento de que no hay palabras que describan la gran poesía que se nos regala en un amanecer. La salida del sol es magia pura y poderosa, capaz de vencer no sólo la oscuridad imperante antes del despunte, sino a la antagónica muerte, porque el sol es vida.

Si tan solo yo los glifos del sol sin vacíos
pudieran marcar en mental skeining,
preservar el otro mundo con rico gesto:
evitar que la tierra se desvanezca.

El sol es un signo grabado en nuestra psique como símbolo de la magnanimidad de la divinidad. Su salida diaria es nuestro sostén, nuestra fe de que siempre hay esperanza, por más que la oscuridad amenace con instalarse. Por tanto, se debe mostrar gratitud por tantas bendiciones recibidas, que pasamos desapercibidas, muchas veces.

Otorguemos
sobre nuestra tierra un verso anhelante
para unir el corazón.

Para esto, la voz hace un llamado a honrar a la madre amorosa que nos sustenta a diario, agradeciendo con vibraciones de Amor a nuestro planeta, a la naturaleza, a todo y a todos. Que creemos una cadena amorosa. Que hablemos, actuemos y nos tratemos con Amor infinito.