Deme dos

Esta pequeña frase sintetizó los acontecimientos de dos períodos distintos de gobiernos también diferentes y marcaron toda una época en mi país. Fueron algunos pocos años de bonanza económica, luego dolorosamente nos dimos cuenta que en gran medida era ficticia; sin embargo eso sería lógico y perdonable si hubiera ocurrido una sola vez, pero no, pasó dos veces. Quizás no fueron épocas iguales pero si muy parecidas.

La primera vez que ocurrieron hechos que marcaron la era del demo dos fue durante un gobierno de facto en el año 1977, cuando el por entonces ministro de economía estableció una tabla para devaluar el peso en forma sistemática y preanunciada, las especulaciones estuvieron a la orden del día y no solamente por parte de las entidades financieras sino también por la gente común que ante las altas tasas y el dinero fácil viajaban y gastaban grandes sumas en el exterior, por supuesto todo esto terminó de la peor manera: quebraron bancos y los préstamos para vivienda indexados provocaron que muchos perdieran todo.

La segunda vuelta del dinero fácil comprendió una buena parte de los dos mandatos consecutivos de Carlos Saúl Menem y la frase fue acuñada por comerciantes de varios destinos turísticos en el extranjero donde los argentinos gastaban mucho dinero y el “demo dos” era muy utilizado; compraban cosas superfluas y en ocasiones costosas, generalmente no se contentaban con una unidad sino que además traían otra para regalar o guardar.

Recuerdo muy bien ese segundo período, yo había conseguido un cliente para desarrollarle un sistema administrativo y contable, era un estudio jurídico especializado en trámites judiciales, es decir entregaban cédulas, pedidos de embargo, inhibiciones y secuestro de bienes en todo el país, tenían una amplia red de diligenciadores que eran capaces de entregar o realizar cualquiera de estos trámites de un día para el otro en los confines más alejados de nuestro extenso territorio nacional.

Cuando en el año 1999 finalizó el segundo mandato del mencionado presidente y fue elegido en su lugar otro de un partido político diferente, la época de bonanza económica que para ese momento estaba sostenida con alfileres, comenzó a derrumbarse rápidamente.

La gente común que como siempre había confiado y gastado más de lo que podía se encontró de pronto con deudas que no podía pagar, principalmente vehículos que se adquirían en cuotas con grandes facilidades y casi sin requisitos, muchos bromeaban que por la peatonal florida entrabas caminando y te ibas en auto si tenías tu documento contigo.

El estudio jurídico sacó grandes beneficios de esta situación de zozobra y quebranto de la gente, tenía prácticamente todo el negocio en sus manos: entregaba las notificaciones, secuestraba los vehículos, los trasladaba desde cualquier parte del país a Buenos Aires con transportes propios, guardaba los vehículos en enormes predios y por último realizaba los remates judiciales. Por supuesto por cada una de estas actividades cobraba enormes honorarios y comisiones.

Con tan solo 14 empleados y algunas pocas empresas que les brindaban servicios (por ejemplo yo que les proveía de todos los sistemas informáticos) facturaba millones de dólares mensualmente, los corresponsales en el interior no eran empleados sino que facturaban también sus servicios y honorarios y cobraban del monto del remate del vehículo embargado.

Lo más impactante y doloroso del asunto estaba dado en que si al rematarse el vehículo no alcanzaba para pagar todos los costos incluyendo honorarios, gastos, capital, intereses e impuestos, el deudor mantenía el saldo de la deuda y seguramente sería inhibido y juzgado por esa otra suma, es decir que no solamente perdía el vehículo, también perdía lo que había pagado y además quedaba con una deuda adicional que muchas veces era impagable.

Fueron varios miles de personas que debieron padecer esos inconvenientes y cuidado que solo estoy hablando de un estudio jurídico, estoy seguro que había varios otros en el mismo “negocio”.

Lo cierto es que esa época pasó como pasaron otras a lo largo de la historia más reciente del país, sin embargo muy poca gente recuerda esos avatares y cada vez que tiene un peso en el bolsillo lo gasta sin medir consecuencias. Sin ir más lejos, para el 2011 hubo un atisbo de volver a repetir la historia por tercera vez, por suerte no duró mucho.

Sobre el “deme dos” y otra frase similar utilizada en ambos períodos: “plata dulce”, se hicieron películas y se escribieron libros, el país cada tanto vuelve a repetir errores y se avanza un paso para retroceder otro, solo espero que alguna vez nos bajemos de esa calesita que no nos conduce lejos, yo por las dudas voy a dar dos vueltas más y luego trataré de bajar.

Héctor Gugliermo

@hosgug