Sacando lustre a los porteños

En setiembre de 1924 el Sr. Ernesto Argento fundó en un pequeño local de la calle 25 de Mayo entre Sarmiento y la Av. Corrientes, un servicio por entonces poco usual entre los hombres de la ciudad de Buenos Aires: lustrado de zapatos.

Si existían y eran bastante comunes por aquella época los famosos "lustrabotas", personas que se colocaban en alguna esquina transitada del centro porteño y con un pequeño cajón ingeniosamente construido y un asiento alto atendían a los señores que pasaban por el lugar y se sentaban por unos minutos a que les lustraran los zapatos mientras leían cómodamente las noticias en los periódicos que el mismo lustrador les facilitaba.

Pero un local especialmente dispuesto y adaptado para lustrar hasta 4 personas simultáneamente jamás se había visto hasta ese momento. Poseí unos hermosos sillones tapizados en cuero y soportes con la figura de la suela de los zapatos para que el cliente apoyara los suyos mientras se los limpiaban y lustraban.

El proceso era y es toda una ceremonia, primero se levantan las botamangas y los bajos del pantalón, luego se le pone al cliente dos trozos de cuero a los costados, entre el zapato y las medias, todo esto para evitar manchar las prendas con la pomada, posteriormente con un cepillo se quitan de ambos zapatos el polvo acumulado y cualquier otro resto de suciedad como barro, manchas de agua, etc. el siguiente paso es colocar la primera base de pomada, generalmente usan productos cremosos, muy distintos a los que suelen utilizar las personas en sus casas. El siguiente paso es el lustre con cepillo, para algunos lustrabotas con esa capa es suficiente pero aquí no, se coloca una segunda capa de pomada y luego se obtiene brillo con el cepillo correspondiente, para finalizar el proceso se utiliza una franela que se frota fuertemente en toda la superficie de cada zapato para obtener un brillo particular y destacado.

El lugar elegido para emplazar el negocio era ideal, frente a la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y en pleno centro bancario y financiero era zona de paso obligado para todos aquellos que transitaban por esos lugares, hombres de negocios, abogados, financistas y asesores y empleados de alta jerarquía. Todos deseosos y necesitados de tener una imagen pulcra y atildada, incluyendo sus zapatos.

Además del servicio de lustrado, como era habitual también por aquellos tiempos, se vendían billetes de lotería que hoy en día han sido reemplazados por modernas máquinas que permiten jugar a la quiniela, loto y muchas otras variantes de los juegos poceados de la actualidad.

El negocio fue un éxito absoluto que queda demostrado 95 años después cuando aun continúa en funcionamiento, no son pocos los porteños que acudimos periódicamente a lustrar nuestros zapatos y que abonamos gustosamente el importe del servicio más la propina correspondiente.

El local parece más un museo que un lugar donde lustran zapatos y sus empapeladas paredes están repletas de objetos antiguos: relojes, notas periodísticas, fotografías y hasta algún certificado de socio de la bolsa que se le otorgó en el año 1974 (al cumplir 50 años el negocio) a su dueño original.

En la actualidad hay solo dos personas que brindan este servicio, son muy antiguos empleados que se dedican a esto desde muy jóvenes y atienden siempre con la misma amabilidad y dedicación de cuando comenzaron.

Si están por Buenos Aires y quieren observar un pedazo de la historia viviente de la gran metrópoli no dejen de darse una vuelta por aquí, de paso pueden dejar sus zapatos relucientes.

Las fotografías son de mi propiedad tomadas con un teléfono Samsung A8

Héctor Gugliermo
@hosgug