Como a las tres se vienen acercando unos hermosos ojos grises con destellos verdes, se trata de Marlene una escultural chica del tercer semestre, mis piernas tiemblan, como le sucede a cualquier chico de primero en preparatoria, y es que además de ser muy hermosa es la ganadora del concurso de oratoria y miembro del club de talentos, lo que quiere decir que no puedo esperar ni que me dirija la palabra, pero contra todo pronóstico, se me acerca, me da un beso en la mejilla y sólo me dice:

-Hola quemado-

Al parecer ella también se enteró que soy el peor en ese juego y en toda clase de deporte, pues en fútbol sólo jugué quince minutos para que me expulsaran, en basquetbol ni se diga, ni siquiera tengo equilibrio, pero esa tarde llegué muy gustoso de que me apodaran el quemado.

La mañana siguiente tocaba deportes a primera hora, me dirigí al gimnasio y para mi sorpresa estaba vació, como si se hubieran puesto de acuerdo para hacer una falta colectiva y se les hubiera olvidado avisarme, en eso llegan las animadoras y me rodean, la sensación fue desconcertante y algo atemorizante, pero sin mediar palabra se me echaron encima, me besaron todas en la cara y se fueron diciendo a coro:

-Adios quemado-

Y ahí me quedé por un buen rato, sentado sobre la banca, tratando de descifrar que fue eso, tal vez fue una broma, nunca lo supe, pero aún me encuentro agradecido con el que lo planeo todo.

Bueno así fue como me lo contó el mas feo de la clase, yo no supe si creerle o no, pero otro día lo vi salir del área de laboratorios todo despeinado y con la bata blanca con marcas en forma de labios de muchos colores.

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