Guao, amiga. Tengo la piel erizada con este relato. Arístides era un egoísta,y actuó de manera despiadada con los otros niños del condado, sabiendo que su hijo estaba fuera de peligro. Pero el destino le jugó una mala pasada y a través de él, nos enseñó a todos: Que no debemos actuar con saña ni disfrutar del dolor de los otros, porque todo se revierte en esta vida. Gracias por compartir esta maravillosa enseñanza. Un abrazo.