El internet de las cosas y la extinción de nuestra individualidad

Si hay una cosa que pueda definir la suma del tiempo que me tocó vivir, esa sería que en mi vida pasé del mundo absolutamente analógico al internet ubicuo. Esta publicación no tiene que ver nada con la nostalgia tecnológica, sino más bien con la perspectiva de que nos consigamos, queramos o no, con que la mayoría de las cosas que nos rodean, estén conectadas, activa o pasivamente, al internet. Y que esa interconexión termine por minar nuestra libertad e identidad individual.

Se define el "Internet de las cosas" como una nueva propiedad de los objetos físicos que nos rodean, los cuales puedan estar activa o pasivamente conectados a la red de información más grande que conocemos. No, chico, Google no, Internet. Activos, si participan en procesos de transferencia de información. Pasivos, si solo portan una identificación única, que puede ser usada para la transferencia de información en internet.

Hace 20 años, exactamente, tuve la oportunidad de conocer y usar las marcas electrónicas para organismos vivos. Por marcas, me refiero a dispositivos que permitían marcar organismos vivientes, como peces, de manera de poder asignarles individualmente un código. Ese código permite rescatar la identidad de un individuo marcado, liberado al ambiente, en el caso de que resulte recapturado. Estas marcas eran del tamaño de un grano de arroz y no representaban peligro alguno para ser insertadas en la cavidad abdominal del pez, y por ser pasivas, solo develaban su código en el momento en que un dispositivo lector portátil se apuntaba hacia la marca y se activaba, por medio de un gatillo o un botón. También hay marcas activas, que emiten un pulso que puede ser leído, por ejemplo desde una aeronave que sobrevuela. Así rastrean las poblaciones de salmón en el Pacífico. En mi experiencia personal, al activar el lector, el código resaltaba en el pequeño display LED del lector. A lo largo del tiempo, nos hemos acostumbrado a ver códigos de barra en todas partes. Más recientemente, los códigos QR, y tarjetas de pase.

Los dispositivos activos interactúan con la red. Y en estos tiempos, por norma deben contar con una dirección MAC. Esa es su cédula de identidad, con la que se puede rastrear hasta la fábrica. Una dirección MAC es una pieza de información básica y fundamental en la actualidad. Permite identificar al dispositivo que la posee de manera única. Si este dispositivo es vendido en una tienda, el nombre de su dueño pasa a adjuntarse a la MAC. El mejor ejemplo, tu celular. La MAC está asociada a una línea, y esa línea, a ti. En principio, si puedo rastrear la MAC en las celdas de transmisión, ubico tu celular, y hay una buena probabilidad de que dé contigo (a menos que tu celular lo tenga otra persona, o lo hayas dejado olvidado.)

Luego están los routers Wifi, televisores inteligentes, y neveras, que entre otras cosas, ahora alguien consiguió hacer que mandaran spam. Ya el IoT escaló a otro nivel.

¿Cómo llegamos a esto?

Hasta hace 5 años, la internet tenía un techo bajito: El protocolo de direcciones IPv4 se estaba quedando sin direcciones para asignar. Este se basa en cuatro números de tres cifras, que van desde 0 hasta 255. Pero las direcciones 0 y 255 están reservadas para uso exclusivo del protocolo IPv4. Por lo que quedan de 1 hasta 254 disponibles. Para ponerlo en contexto, desde la dirección 0.0.0.1 hasta 255.255.255.254. 

Entonces se desarrolló el protocolo IPv6. El ńumero se expandió a 4,8x10^28 direcciones, para cada uno de los 7 mil millones de personas que habitamos el planeta. El grupo Gartner estima que para 2020, 20 mil millones de objetos estarán conectados al internet. Demasiada disponibilidad, así que ¿Por qué no inundamos el planeta de cosas conectadas?

No me terminas de decir ¿Para qué quiero una nevera que manda Spam?

La pregunta no es para que la quieres tú. Para qué quieren que tú la compres, es la verdadera pregunta. La respuesta, como le diría el lobo a Caperucita, es esta: "Es para conocerte mejor". En este, como en otros casos, los árboles no dejan ver el bosque. No es malo per se que haya una serie de objetos conectados a internet, aunque sea pasivamente, y que incluso puedan interactuar activamente para ayudarte. A mí me encantaría agarrar mi celular y prender el aire acondicionado de mi cuarto media hora antes de mi llegada, con un comando remoto. Pero ni de vaina me compraría un carro conectado, que pueda ser jaqueado por un loco que provoque un serio accidente de tránsito, donde muramos varios inocentes y yo, por la sola diversión de jaquear un carro. Entre el carro y yo, el inteligente tengo que ser yo. Ahí sí digo yo, que el problema no es que la gente esté pegada de sus teléfonos inteligentes, sino que los inteligentes allí, sean los teléfonos y no la gente.

La feroz carrera por adquirir la mayor cantidad de datos de todos nosotros, para sacarnos perfiles, es algo que va a terminar por erosionar nuestras libertades individuales. Y los perfiles son para aplicarnos lo último en mercadotecnia. Pero más allá de la mercadotecnia, está el hecho de seleccionar contenidos para nosotros, y mostrárnoslos de acuerdo a nuestro corral, perdón, perfil. Y eso, sí es verdad que no.  El propósito último de perfilarnos, es el de etiquetarnos y encajonarnos. Dirigirnos contenido, para que "veamos solo lo que queremos ver". MANIPULARNOS. Un Smart TV es un tremendo avance en cuanto a integrar el clásico entretenimiento de la televisión con un complejo y rico ecosistema de contenidos en internet, pero también es una herramienta fundamental de perfilamiento. Por eso vemos con más frecuencia avisos publicitarios relacionados con cosas que buscamos recientemente, de donde intuyen que es lo que nos interesa o lo que supuestamente somos. (A propósito, quien no pega una con eso, es Spotify).

El internet de las cosas nos mejorará la vida en tanto decidamos nosotros, de manera activa, hasta dónde queremos dejar que se meta en nuestras vidas. Más allá de ese punto, le cedemos control sobre nosotros, y haciéndolo, renunciamos gradualmente a nuestra libertad e individualidad. Ceder el control del carro que manejamos a su jaqueable computadora, no me suena sensato. ¿Pa qué quieres una nevera conectada a internet, cuando lo que necesitas de ella es que te conserve los alimentos?¿Para qué quieres que una aplicación adivine tu estado de ánimo y, de acuerdo con eso, ajuste la iluminación de tu casa, cuando tú mismo lo puedes hacer? En todos estos casos te perfilan, mientas te dan a cambio, una falsa sensación de bienestar.

Dificulto que las generaciones siguientes vayan a atestiguar un salto tecnológico mayor al que mi generación ha vivido. Pero si llega a suceder, espero que los enemigos de la individualidad y el libre acceso al conocimiento, no se lo logren ocultar a los que vienen llegando a este mundo.


Sort:  

hermano, está muy bueno el artículo... yo soy de la misma generación

Gracias, Arturo. Si sois de la misma generación, no envejecéis, sino que te añejáis.

Un tema muy complejo, pero a la vez sencillo de ver en diferentes puntos de vista. Comentarios acertados. Excelente publicación. Saludos.

Gracias, Abdul. Es complejo, por lo que tuve que hacer una deconstrucción... Mentira, todo se me fue ocurriendo mientras fui y vine del supermercado. El puntillazo final me lo dieron en caja, cuando me sugirieron que aprovechara una oferta que no me interesaba en lo personal, pero que ayer había buscado en el sitio web para una amiga. 1+1=?

Muy buen artículo Steemado oswaldogomezs.

Votado y "Resteem-it"

Coin Marketplace

STEEM 0.28
TRX 0.11
JST 0.031
BTC 69135.35
ETH 3742.65
USDT 1.00
SBD 3.67