Cuando inicie la gran aventura de seguir las pisadas de Jesús, todo parecía fácil hasta cierto punto, a mi parecer solo debía cambiar en mi algunas cosas que estaban mal, cosas que saltaban a la vista de todos como malas, aquellas que la sociedad comúnmente condena, cosas tales como el alcoholismo, la drogadicción, el robo, las groserías, las peleas, y cosas semejantes.

Pero que de aquellos pequeños hábitos que nadie aparentemente nota?, aquellos que creemos que a nadie afectan?, aquellos como la impuntualidad, el despertarse a las 10 a.m, el subir a un bus y no dar los buenos días, el no sonreír cuando alguien no te sonríe, el dar aunque no te den nada, aún más profundo, ser ordenados en el hogar, oler bien, estar bien vestido, no lujoso pero si arreglados, el caminar sin mañas, no interrumpir cuando alguien está comiendo o hablando de algún tema, encontrar a una persona y a la primera contarle o chismear todo un asunto, oír conversaciones ajenas, decir palabras arrogantes y bendecir maldiciendo en el corazón, no ayudar en el hogar, maltratar a tu esposa con gestos y palabras y así una larga lista de hábitos, que no tomamos en cuenta, pero que las demás personas si notan.

Tenemos la tendencia a tapar malos hábitos con aparentes buenas acciones, llámese hipocresía, o falta de sabiduría somos lo que los demás dicen de nosotros cuando no estamos con ellos, siempre dejamos una marca de nuestra persona en los demás, que, aunque nos engañemos siempre estará ahí, a menos que CAMBIEMOS NUESTROS HABITOS.

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