Placebo eres tú!

Este es un tema que me interesó mucho por varios motivos. Me detectaron depresión, ansiedad y agorafobia hace más de 15 años. Lucho con eso y conmigo misma porque fui etiquetada con ese mal (Trastorno de ansiedad generalizada), a tal punto de creer que esas enfermedades eran parte de mí. Fui a psicólogos, contaban con diferentes técnicas para mejorar mi autoestima porque todo provenía de ello, la falta de autoestima. Algunos tenían métodos que no coincidían con mi forma de ser, otros sacaban conclusiones muy descabelladas y otros eran agradables. Uno de ellos me dijo “Ya no podemos ayudarte, necesitas un psiquiatra”. Siendo un “experto” en el tema, supuse que estaría en lo correcto, acudí a un psiquiatra el cual me tuvo medicada por 3 años, claro que con la medicina me sentía cada vez mejor porque me quitaba todo lo que me hacía sentir mal, pero como toda medicina tiene cosas buenas y malas, entre ellas me estaba volviendo dependiente de las medicinas y no podía vivir plenamente sin ellas, además estaba bajando mis niveles de concentración y aprendizaje. Solían repetirme que las medicinas no eran para siempre, sin embargo nunca llegó el momento de sentirme bien sin ellas y mucho menos que me las quitaran. Hasta que al fin entendí, gracias a libros y vídeos, que encontrarnos bien con nosotros mismos no se trata de sentarse a esperar que mágicamente suceda, depende de uno mismo. De cuanta fuerza tiene nuestro cerebro y cuanta es su capacidad para hacernos sentir bien o mal dependiendo de nuestra perspectiva ante los momentos difíciles.

Comencé a hacer pruebas conmigo misma acerca de esto. Me di cuenta que muchas veces creaba situaciones de ansiedad sin motivo o sólo porque se asemejaban a momentos donde tuve ansiedad anteriormente; o como me sentía triste sólo porque tenía pereza y se me cruzaba alguna idea triste o negativa, sin importar lo más mínima que fuese. Simplemente eran engaños que inventaba mi cabeza porque note que si veía el lado positivo, la balanza siempre rebalsaba hacia lo bueno. También logré darme cuenta de que una vez que pensaba algo negativo, dejaba que sucediera, es decir, no intentaba detener la idea y regresaba a mi bucle de tristeza y encierro.

Todo eso conllevo a que tuviera miedo, mucho miedo a tener ataques de pánico, tanto que evitaba hacer todo lo que podía causarlo. Dejando de vivir mi vida, dejando que mi pensamiento negativo ganara la mayoría de las veces. Además, me di cuenta como todos los malestares que sentía eran un aviso de mi cuerpo, acerca de un peligro que no existía. Para ello les contare una pequeña anécdota.

Fui a dejar a mi padre al aeropuerto, me encontraba en un estado normal, no tenía absolutamente nada. De pronto se me vino a la mente un recuerdo de hace 3 años, donde había acompañado a mi madre al aeropuerto y mientras esperábamos comencé a sentirme ansiosa hasta que me desmaye. Automáticamente comencé a sentir todo lo que había tenido en ese entonces, algo sin sentido, ya que la situación sólo tenía de parecido el aeropuerto. Al instante comenzó la ansiedad, las náuseas, los mareos e incesantes ganas de escapar, como si realmente estuviese experimentando un gran peligro. Comencé a pensar que me desmayaría, así que hice algo diferente para cambiar la situación, a pesar de no saber si funcionaría o no, lo intenté y me acerque a un señor a preguntar acerca de donde se embarcan los pasajeros. Y todo se terminó, no más ansiedad, no más nervios, sólo se desvaneció y pude sentir un gran alivio. Me di cuenta que estaba mal por un recuerdo, estaba viviendo algo de hace 3 años, todo causado por mi cabeza.

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También noté algo sobre la tristeza, cuando me sentía triste por peleas o simplemente algo no salía como esperaba, mi tendencia era tirarme a mi cama y deprimirme porque pensaba que no podía hacer nada para que se me pasara, solo esperar, por el famoso dicho “El tiempo lo cura todo”. Pero, un día a pesar de no tener ganas de salir, decidí ir a dar una vuelta, respirar aire fresco para distraer mi mente, fue así como desaparecieron esas ganas de sólo tirarme en mi cama. No deje de estar triste, no obstante ya no me sentía deprimida. Esto lo probé muchas veces, no es simple elegir salir de la tristeza aunque así no parezca, pero una vez que lo haces te sientes mucho mejor. No digo que eso funcione para todos los casos, pero en mi experiencia me ayudó mucho para darme cuenta que tenía el poder de cambiar esa situación.

Con todo esto quiero decir que nadie más que ustedes mismos pueden cambiar su situación, no existe etiqueta de que tú eres de alguna forma, eres lo que quieres ser.

Y para complementar lo que digo quiero contarles 2 historias, que me hacen creer aún más en la fuerza de tu cabeza.

Una pequeña niña con bulimia, estaba llevando un tratamiento médico con un psiquiatra, éste le daba medicinas que le quitaban los impulsos de tener que devolver lo que comía. Visitó el centro especializado en Metabolismo, Nutrición y Endocrinología. Su objetivo era que le dieran la razón, que le dijeran que estaba “gorda” y que lo que hacía era correcto. Evidentemente, le explicaron que se equivocaba. Sin embargo, le afirmaron que con una nutrición adecuada y ejercicio, podría obtener el cuerpo que ella deseaba. Y que le iban a quitar la medicina poco a poco. Aquí llega la parte que me hizo darme cuenta de la fuerza que tiene tu cabeza. La doctora con la madre acordaron en darle un placebo, la niña convencida de que era la medicina no tuvo ningún tipo de impulso de devolver lo que comía. Cuando regrese a mis chequeos cotidianos, pregunté por ella. Me dijeron que ya no toma la “medicina” y que estaba mucho mejor.

Otra historia es de una familiar, le detectaron hace 6 años cáncer terminal. Le dijeron que se hiciera la quimio para que pueda estar unos meses más con nosotros. No se rindió e hizo su quimio y todo el tratamiento que tenía que hacer. Siempre positiva ante todo y de querer disfrutar de su vida. Cuando la vi estaba muy cansada pero algo que no cambió fue su optimismo, la lucha por seguir de pie. Ya pasaron esos 6 años y sigue aquí con la mejor de las vibras. Siempre feliz de poder disfrutar de su vida. Siempre positiva ante todo.

Siento que si se hubiera deprimido y se hubiera auto convencido que todo se había acabado, que de verdad ya no podía hacer nada, que solo serían unos meses, era más probable que eso hubiera sucedido.

Todo esto hace que me convenza mucho más de la fuerza de nuestro cerebro. De sus capacidades y de cómo no la usamos a favor nuestro.

Y en mi experiencia ya voy tiempo sin las medicinas con altos y bajos pero me siento mucho mejor. Y ya no creo ser depresión, ansiedad y agorafobia. Ahora soy una persona que intenta llenarse de positivismo, de luchar para alcanzar sus objetivos sin mirar el pasado (depresión) ni tampoco mucho al futuro (ansiedad). Que vive su presente.

Esta es mi experiencia espero que les ayude de alguna forma porque sé cómo se siente y espero que esto pueda ayudar a que no tengan que vivir años con ese peso.