Concurso de Microrrelatos de Terror #MicroTerror256 - Semana 3 - Abominación.

Mi mente vaticina un dulce aroma a negro, un rancio hedor a sangre, un fétido odio que insiste en anclar mis miedos a esta casa, una decadente, inmunda, nauseabunda, en la que existe la leyenda de una niña maldita, una abominación a cualquier creencia religiosa, que en ansías de escapar de sus degenerados padres terminó saltando de la segunda planta cayendo así a su corrompido final, quedando anclada su alma, también corrompida, a esta construcción fatídica para todo aquel ser viviente encontrado aquí. Su primera misión ante la cámara de maldades fue reclamar los entes degradantes causantes de su efímero vuelo al inminente final, sin detenerse allí, decide llevar a su juicio desquiciado a todo ser humano, animal o vegetal que pase a perturbar su maligno descanso en lo que sería su tormentoso hogar. Ese es el resumen de la historia. Ahora trataré de explicar el por qué me encuentro aquí. Siendo un domingo cualquiera, mis amigos me retan a pasar una hora sin volverme loco en la casa aniquilante de vida. Yo de idiota acepto el reto por no ser llamado cobarde ante el amor que causó mi herida. Tantos años pasaron desde la última vez que alguien ingresó por estos fríos pasillos llenos de muerte, por los chirriantes caminos de madera, siento escalofríos, ganas de vomitar, presiento que alguien camina detrás de mí, sin voltear continúo. Ha pasado una hora. No encuentro escapar. Corro en círculos, hasta que al detenerme pienso: «Ahora entiendo todo, las personas aquí asesinadas quedan ancladas sin posibilidad de salida».