Decreto de guerra. Los vende guarapo. Cap.4

in #mspsteem6 years ago


¿GUERRA URBANA? Piden que delincuencia sea combatida con inteligencia policial. (USI)

El sub inspector Miguel de inmediato se pone a trabajar. Manda a dos agentes a la casa del muchacho a ver la situación, también les dice que si ven algo sospechoso, que lo reporten de inmediato. Sin embargo, ya en su mente ha hecho otros planes.

El agente le dice a Gallegos que cometieron un error revelándole toda esa información a los policías.

— mira, esos coños de madre van a querer cogerse esa plata. ¿No les importa que en ese barrio se caigan a tiros; crees que se van a preocupar por detener a unos ladrones, que han agarrado plata como para resolverse la vida? —Gallegos sabe que lo que le dice su amigo es verdad; sin embargo, no tienen muchas opciones, saben que si quieren detener a esos delincuentes, tendrán que lanzarles un anzuelo.
Y ese anzuelo es hacerlos salir de sus cuevas. Para eso, ha recurrido a los policías. Pero entiende lo que le dice su compañero, sabe que esos policías pueden terminar armando un desastre.
Entonces, decide:
— mira, vamos a quedarnos de la delegación de Turmero. Si a media noche no pasa nada, nos largamos. ¿Qué te parece? —el agente le aprueba. Total, tiene problemas con su mujer, llegar a su casa es lo que menos desea. Se paran en una pollera y se ponen a beber cervezas. Hablan de todo:
— mira, ¿por qué no arreglas las cosas con tu mujer? Muy rata de tu parte andarle montando cachos; pero hazle frente. Si vas, de seguro ella te perdona y cálate tu peo. Ya se le pasará —Gallegos cierra su opinión con una carcajada.
— bueno, búscate a una mujer y móntale cachos y después quiero ver si piensas igual cuando veas a esa cuaima engorilada —ambos ríen a carcajadas.
— sí, sí, sí. Es verdad. Pero yo ando bien como voy. Chamo, no quiero buscarme nada serio, podría acabar muerto un día de estos. Cuando me asciendan y no me toque salir a la calle. Allí pensaré en echar raíces de una vez por todas —es lo que dice Gallegos.
Lo de ellos es andar cazando delincuentes. Y éstos parecen ser sus próximas presas. La guerra les da esa oportunidad. Y aunque tiene ganas de ir por ellos de una vez por todas, sabe que se les pueden escapar, ya habrán escondido la plata, así que ni pensar en un allanamiento al hogar. Mucho rollo. Deben agarrarlos en la bajadita.
Los agentes llegan. Tienen un informe muy revelador:
— verá, el muchacho se fue con unos amigos al burdel; pero el de las putas caras, que está en San Isidro. —Entonces, sabe que el muchacho anda en una vaina. Con el sueldo de empleado bancario no puede darse el lujo de ir a un burdel donde podría gastar, fácilmente, mil de los fuertes, en una sola sentada.

Se va entonces con dos agentes y busca a Piraña, quien está en la arepera. Mientras se traslada, Julio le manda un mensaje a Zamuro:
— ponte mosca, tú sabes que la primera noche siempre es la más jodida. Si pasa alguna vaina, hay que llamar a todo el mundo, ciao. —Zamuro entiende. Va al patio, donde tiene metido el bolso en el piso falso del gallinero. Es un escondite ingenioso, nadie va a registrar el piso mugriento de un gallinero. Así, mueve la tapa del mismo y saca el bolso con las armas. Zamuro ya sabe lo que es la cárcel, y ha jurado no volver a pisarla. Así que prefiere intentar un escape y caerse a tiros, antes que volver pisar aquel infierno.
Julio está planeando acostarse a dormir; pero los sucesos se están comenzando a complicar.
— mira, Fermín, ese chamo le dio a ustedes el dato del banco y fueron y lo robaron. Vamos a compartir, ¿no crees? —dice el sub inspector y ya Piraña (cuyo nombre verdadero es Fermín) sabe que se viene un desastre.

Los que están de guardia en la delegación del CICPC son justamente la gente que aquellos investigadores desean tener si las cosas se complican: 5 agentes del comando de acciones especiales, auténticos soldados de las calles. Además hay en esa delegación un buen arsenal. Si les va bien, no hay nada de qué preocuparse.

Felipe le dice a su compañero que lo curioso es el hecho de tener que armar una guerra en la calle para devolverles la paz a los ciudadanos. Dice que es una hipocresía. Pero entiende que no hay opción. Los delincuentes han hallado el camino fácil para hacer dinero y en un país con tantos problemas, la mayoría de ellos prefiere seguir delinquiendo antes de intentar una opción que es más trabajosa.

— además, ellos en un día se meten una pelota de real. Un día andan bien limpios, pero después los ves en una nave. ¿Qué trabajo da oportunidades así? —reflexiona Gallegos. Pero su compañero le dice:
— puedes tener toda la plata del mundo, pero ¿de qué sirve si todos te ven y saben que andas haciendo cosas malas? ¿Y tú conciencia? ¿Y sabiendo que en cualquier momento van a venir por ti? No me jodas, pero acostarse sin saber que te van a matar no tiene precio —de inmediato, deja el tono serio, saca su cartera y dice:
— pero para todo lo demás, existe Master Card —termina enseñando su tarjeta de crédito y ambos se ríen.
Pero en el barrio no hay motivos para reírse. Piraña es subido a una patrulla. Hasta los policías saben que eso es una locura, así que todos van con los ojos bien abiertos. También se llevan a un ayudante de Piraña.

— mira, la vaina es simple. Que paguen. Por ti y porque sigan en la calle. Si no, van a caer toditos y yo me quedo con la platica —Piraña sabe que todo se ha ido al carajo. Esos policías no los van a dejar tranquilos, no si pagan la vacuna, que va a ser, de seguro, la mitad de lo que robaron. Y sabe que sus compañeros van a ir por él, a rescatarlo.

Ya en la comisaría, el jefe ha hablado con sus subalternos, quienes están dispuestos a secuestrar al delincuente con tal de ganarse un montón de dinero que no se ganarían de otra manera. Se han enterado que han sido como 500 palos, así que a cada uno le va a tocar, mínimo, 50. Pero para eso, tal vez tengan que matar y defenderse. ¿A qué nivel tan bajo caen las personas para llegar a comportarse así? Es cierto que la necesidad tiene cara de perro; pero vender la dignidad, arriesgar la vida y comprometer la de otros sólo por billete, es algo muy bajo; es una muestra más de la descomposición moral de la sociedad y alguien debe hacer algo al respecto.

Pero lamentablemente, los que pueden hacer algo, no pueden hacer nada. No saben los acontecimientos que se están desarrollando y si los supieran tampoco pudieran hacer mucho.

Justamente, el muchacho que detuvieron, lo soltaron. Tiene instrucciones. Va disparado a casa del señor Julio y llega en cosa de 20 minutos. Comienza a tocar la puerta. Abre el hijo menor del señor, Davison.

— mira, para a tu papá que es urgente. —El muchacho sabe cómo es la vaina, así que antes de buscar a su viejo, hace pasar al muchacho. Luego, el hijo del delincuente va al cuarto
— papá, rafa está aquí y trae un mensaje urgente para ti —Julio sale disparado de la cama, se pone una franela y un short y va con el muchacho.
Una vez que le ha contado, Julio regresa al cuarto, se tarda unos instantes y regresa con una bolsa pequeña, que le entrega al mensajero. — Mira, esta plata es para que te vayas a tu casa y no salgas. Te servirá mientras te ubicas un trabajo. Sí, se acabó la vaina. Vete, mucho has hecho por nosotros. —Le dice al muchacho y ve a su hijo con cara seria.
El padre entonces ha parado a toda la familia. Les dice sin mucho rodeo:
— robamos un banco. Y ya la poli nos tiene; pero no van a detenernos, nadie quiere eso, lo que van es pendiente de los reales, así que los vamos a enfrentar y luego nos entregamos al CICPC. Con los abogados, estaremos libres en un tiempo; pero por ahora, debemos separarnos. Irma, te llevas todo, agarra la plata y se van ya para Guayana. Si les da mucho sueño, se quedan a dormir en San Juan de los Morros, pero traten de manejar toda la noche, para que lleguen temprano a Puerto Ordaz. —Es lo que dice, los hijos terminan de saber lo que pasa en la casa y lo que hace papá para traer dinero.

La mujer, en cambio, siempre ha sabido que su marido es un delincuente. Sin embargo, nadie discute, nadie dice mucho. El muchacho se va con ese fajo y cuando llega a su casa, se encierra en su cuarto y comienza a contar. Son 10 mil. Nunca había visto tanta plata en la vida. Pero aun así, se siente triste, no volverá a ver a esos amigos: ellos le prometieron que si les pasaba algo, o se tenían que ir, lo iban a resolver. Y ese final ha llegado. Esconde la plata y la mamá llega a preguntarle qué le pasa. Él dice que nada y le pide que le pase el periódico que mañana sale a buscarse un trabajo como es. La mamá sonríe, contenta y busca el periódico. Su hijo se ha salvado de la delincuencia.

En la casa de Julio, hay un hervidero de actividad. Cargan maletas con lo básico, la señora Irma agarra el fajo de billetes que su esposo le ha dado; pero no es el único, pues ha distribuido el dinero entre sus hijos. Cualquier cosa que pase, podrán irse a iniciar una nueva vida.

Julio sale, se monta en el carro y va a casa de Zamuro, que está afuera esperándolo con un bolso. Se monta en el carro y le dice “vamos por los panas” y llegaron a casa de pico ´e loro, quien no sabía nada. Estaba en la sala de su casa, viendo una película por Direct Tv.

— ¿qué paso? —es su pregunta, en tono de saludo. Le cuentan lo que ha pasado. Cuando hay una pausa, sin decir nada se da media vuelta y entra a su casa, donde se prende una luz y luego las otras y luego, como en casa de Zamuro y Julio, empieza el corre corre. Sale el delincuente, guardándose una pistola en la cintura. Se montan en el carro y arrancan. Le pregunta a Zamuro si trajo las sub ametralladoras y contesta que sí.
— entonces vamos a dejar pegados a esos sapos —dice resueltamente. Ellos no van aceptar ningún ultimátum policial, mejor hubiera sido que la poli hubiera procesado al delincuente y ver si los demás caen, pero ahora, se va armar una de las buenas.

Ya son las 10 y media y aunque Gallegos tiene ganas de irse, sabe que en cualquier momento pudiera pasar…cualquier cosa. Siguen hablando, pero un informante de los del comandos les da un dato: un mensaje de texto que dice que en las casas donde viven los malandros hay gente moviéndose.

— ¿cómo quiere proceder? —pregunta el jefe del comando y Gallegos les dice:
— vamos para allá. Seguro se planean fugar, así que debemos agarrarlos ahora, que están con la familia. Así no habrá plomo. —Pero el tiempo es justo y ya los carros con las familias que se van han comenzado su camino al exilio. En la comisaría siguen esperando noticias, el jefe de la delegación policial ha mandado a los agentes a ponerse en guardia y tienen todos sus H & K, pero las tienen en la mesa. Tampoco se han puesto sus chalecos anti balas. Se creen muy seguros. En la calle, esa idea puede costar la vida.

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