Entre Gustos y Colores / Capítulo XII

Alicia Se hospedó en un hotel barato, era lo que podía pagar con lo poco que le había dado Alejandro. Después de pedir algo de comida a su habitación, se puso cómoda y llamó por teléfono a Alejandro
-¿Diga?-Contestó él
-No me dio el dinero y me echó de nuevo de su casa-No había tiempo para saludos, era una situación extrema la que estaban viviendo y el tiempo se agotaba
-¡Si eres tonta! ¿No hiciste las cosas como te indiqué?-Preguntó Alejandro con enojo
-Si lo hice, pero el muy imbécil no me ayudó, ni siquiera pasó la noche en su casa, estoy segura que tiene a otra mujer
-¡Que mujer va a tener! Ese idiota está enamorado de ti
-No creas, me odia. Esta mañana cuando lo vi supe que venía de pasar la noche con una mujer ¡Tengo que averiguar quién es!
-Lo único que tienes que averiguar es cómo vamos a conseguir ese dinero
-Eso ya lo pensé y tengo un plan-Dijo Alicia con tranquilidad, demasiada para lo que estaba sucediendo
-Cuéntame ¡Soy todo oídos!
-Vamos a secuestrar a Sebastián, pedimos el rescate y lo dejamos abandonado en algún lugar solitario
-¿Te has vuelto loca? –Alejandro no podía creer que Alicia había pensado en algo como eso
-¡Es la única solución que tenemos! Además no le pasará nada, tengo todo planeado y unos amigos que me pueden ayudar, entonces ¿Estás conmigo?
-No lo sé nena, suena muy peligroso y podemos terminar en la cárcel, o peor aún, muertos
-¡No seas tan dramático! No va a pasar nada ¡Tengo todo listo solo necesito que me apoyes!
-Bueno, ¿Qué debo hacer?
-Vas a comprarme un pasaje para Miami, ya mis amigos están esperando mí señal para actuar, Sebastián sale todos los días a la misma hora, es solo interceptar la camioneta y ya, es nuestro.
-Recuerda que tiene escoltas-Le advirtió Alejandro
-Eso ya lo pensé y mis muchachos están armados y listos
-Está bien, me convenciste, ¿Cuándo se realizará el secuestro?
-Voy a llamar a los muchachos y a darles la señal de que comiencen la cacería, si tenemos suerte el fin de semana que viene tendremos al hombre y al dinero
-Entonces prepararé todo, mantenme informado nena
-Cuenta con ello-Colgó, tenía que llamar a los hombres que la ayudarían en el secuestro de Sebastián y dejar todo listo para su huida.
Los días pasaron y Sebastián se concentró en su trabajo y en Nadia, siempre que podían compartían besos y hasta algunos encuentros robados en la oficina, algunas noches él se quedaba con ella en algún hotel y otras se disculpaba diciendo que no podía dejar la casa abandonada porque Audrey y Ramona ya estaban sospechando que él tenía una mujer, Nadia aceptaba pero no podía negar que lloraba cuando pasaba las noches sola, la cama se le hacía grande y el Penthouse mucho más a pesar de que ya su madre estaba compartiendo el lujoso lugar con ella. El viernes Sebastián entró en la oficina de Nadia y se sentó frente a ella
-¿Pasa algo?-Preguntó Nadia con una sonrisa
-No, nada-Él también estaba sonriendo
-Mmmmm… está bien
-Sí, muy bien…
-¿Cerraste la puerta?-Preguntó ella con voz seductora
-Sí, ¿Por qué? ¿Tiene algo en mente señorita Álvarez?
-Digamos que…-Dijo poniéndose de pie y acercándose a él-Me gustaría mostrarle algo señor Aguirre-Dijo sentándose encima del escritorio justo frente a él
-¿Si? ¿Qué será?
-Ven y te muestro-Lo atrajo con el dedo índice, de inmediato Sebastián se puso de pie y se colocó entre las piernas de ella
-¿Quieres volverme loco?-Susurro sobre la boca de Nadia
-Podría ser…
-Lo estás logrando-Y comenzaron a besarse apasionadamente mientras el introducía sus manos dentro de la falda de ella
-Dime que quieres-Pidió mientras la besaba en el cuello
-Hazme tuya aquí y ahora…-Inmediatamente Sebastián le abrió la blusa y comenzó a besar sus pechos y a apretarse a ella, Nadia por su parte le quitó la chaqueta del traje, aflojó la corbata y le abrió la camisa
-Quítame la ropa-Pidió Sebastián
-Quiero que te quedes solo con esto-Dijo tomándolo por la corbata y atrayéndolo más a ella, se volvieron a besar, él se quitó el pantalón y buscó en su cartera un preservativo pero ella le tomo la mano
-No, ya no lo necesitas, estoy tomando la píldora
-¿Desde cuándo?
-Hace un mes, cuando comenzamos, fui a la ginecóloga…
-Preciosa, esto va a ser perfecto para los dos, ya lo verás-Y la penetró de un solo movimiento que le arrancó un fuerte gemido, era la primera vez que Sebastián estaba dentro de ella sin ninguna barrera y la sensación era única, lo sentía moverse y esa caricia tan íntima la estaba volviendo loca, se abrazó a él y comenzaron a moverse buscando el placer de los dos, el cual llegó minutos después con un fuerte y poderoso orgasmo que Sebastián ahogó con sus besos para impedir que alguien los escuchara y supiera lo que estaban haciendo. Al cabo de unos minutos donde ambos intentaban tomar aire mientras seguían unidos el uno al otro Nadia pudo hablar
-Eres realmente increíble
-Tú haces que sea increíble preciosa-Volvieron a besarse, no podían estar separados mucho tiempo.
-Señor Aguirre es usted insaciable
-Es por su culpa señorita Álvarez, además, me dijo que me iba a mostrar algo y sigo esperando-Dijo entre besos
-Bueno, ¿Qué le parece si se queda esta noche conmigo y así le muestro lo que compré para usted?
-¡Como negarme! Es usted la cosa más deliciosa que se pueda comer y me tiene embriagado y adicto
-Entonces lo espero esta noche… Jefe –Y volvieron a hacer el amor
Esa noche bajaron juntos en el ascensor hasta el estacionamiento donde los esperaban el chofer y los dos escoltas quienes tomaron sus posiciones de inmediato dentro del vehículo. Hicieron el viaje en silencio, en un momento Sebastián movió su mano para encontrar la de Nadia y así entrelazar sus dedos. Este repentino gesto la tomó por sorpresa y no sabía qué decir o hacer, así que miró a los ojos a Sebastián para ver si algo se reflejaba en ellos y encontró una mirada limpia y cariñosa, no era deseo, era el más puro sentimiento de pertenencia. Ella quería preguntar qué pasaba pero inmediatamente se vieron interrumpidos por un frenazo, el escolta que estaba a su lado les indico, o mas bien ordenó que se metieran entre los asientos y se mantuvieran inmóviles y en silencio mientras se escuchaban unos gritos y disparos. Nadia sentía el peso de Sebastián quien la abrazó con todas sus fuerzas, ella temía por él porque estaba más expuesto
-Sebastián déjame cubrirte ¡Por favor! -E intentó moverse pero él no la dejó
-¡Quédate quieta por el amor de Dios! Mis hombres son profesionales entrenados y nos van a sacar de aquí ¡Te lo prometo princesa! - Y en seguida Nadia escuchó unas puertas cerrarse y la camioneta ponerse en movimiento, unos cuantos minutos después la voz del escolta que iba con ellos se escuchó - Estamos a salvo señor
-¿Alguna vida? – Preguntó Sebastián sin moverse aún
-Nuestra... ninguna...
-Quiero un informe mañana temprano
-Sí señor, ya Rodríguez tiene conocimiento de lo sucedido y nos está esperando
Pasaron otros tantos minutos y Sebastián volvió a hablar -Cambio de planes, vamos a casa
-Entendido -Respondió el escolta
Nadia seguía sin entender qué había sucedido y se sentía muy estúpida allí sin poder hacer nada. Estaba aguantando las ganas de llorar, solo quería abrazar a Sebastián no entendía como es que alguien quería hacerle daño a un hombre tan bueno, él sintió sus jadeos y sentándose de nuevo en el cómodo asiento de la camioneta la atrajo hacia él, Nadia lo abrazó fuertemente mientras dejaba caer las primeras lágrimas.
-No quiero perderte Sebastián
-Y yo tampoco a ti preciosa-Sin importar que los vieran se besaron
Cuando llegaron a la casa de Sebastián, Nadia fue consciente de lo hermosa y grande que era, los ayudaron a bajar de la camioneta y en seguida fueron abordados por el personal de seguridad y la policía que allí se encontraba quienes los separaron para iniciar el interrogatorio sobre lo sucedido. A Nadia la llevaron a una oficina que suponía debía ser de Sebastián, estaba decorada con gusto, piso de madera fina y un escritorio muy elegante donde había una computadora y muchos papeles.
-Dígame señorita Álvarez, ¿Qué relación tiene usted con el señor Aguirre?-Preguntó el comandante de la policía quien la miraba con desconfianza
-Soy su asistente personal
-¿Y qué hacía usted hoy en esa camioneta?
-El señor Aguirre me estaba llevando a mi casa…-Nadia se estaba poniendo muy nerviosa, no sabía si decir la verdad o no
-¿Y dónde vive usted señorita?
-En Colinas de Valle Arriba…
-La pregunta es, ¿Cómo una mujer como usted de pronto vive en un Penthouse dúplex en una de las zonas más privilegiadas de la ciudad? Aparte que dicho Penthouse fue adquirido por el señor Aguirre
-Él me permitió quedarme allí porque me habían desalojado del departamento donde vivía…
-Perfecto… Entonces entre usted y el señor Aguirre solo existe una relación profesional ¿Cierto?
-Así es…
-¿Sabe qué? ¡No le creo!
-Le estoy diciendo la verdad señor
-Yo creo que no, la verdad es que usted está manteniendo una relación con el señor Aguirre y le está sacando jugo al asunto…
-¡Eso no es cierto!-Gritó Nadia
-Claro que sí, es más, sabiendo el dinero que tiene contrató unos hombres para secuestrarlo y así obtener más de lo que él le da ¡Confiese!
-¡Ya basta! ¡No lo hice! Lo que menos quiero en la vida es lastimar a Sebastián ¡Él es un hombre maravilloso!-En ese momento Sebastián abrió la puerta atraído por los gritos y alcanzó a escuchar lo que Nadia decía y corrió hacia ella para abrazarla con fuerza
-Comandante le pido que deje en paz a Nadia, ella es inocente
-¿Cómo puede estar seguro?
-¡Simplemente lo sé!
-¿Mantienen o no una relación sentimental?-Insistió el comandante
-Creo que he sido claro comandante, quiero que la señorita Nadia Álvarez quede fuera de toda investigación, es una persona de mi entera confianza ¿Queda claro?
-Entonces no tengo nada más que hacer aquí, le estaremos avisando sobre el resultado de las investigaciones, buenas noches-Dicho esto el comandante se retiró cerrando la puerta del estudio, Sebastián no contuvo las emociones y tomó a Nadia entre sus brazos y la besó con pasión, con entrega, quería devorar su boca, meterse dentro de su piel, hacerla suya allí mismo.
-Sebastián tuve tanto miedo…
-Yo también, pero ya pasó…
-El comandante sabe que vivo en tu Penthouse, cree que somos amantes y que soy la culpable, te juro que no te haría daño, eres muy especial para mí-Dijo entre lágrimas que Sebastián secó con sus besos
-No tienes que jurarme nada, sé perfectamente quién eres…
-Gracias-Y volvieron a besarse, él la recostó del sofá de cuero negro y abrió su blusa para descubrir su delicado y sencillo brasiere blanco, él lo apartó y descubrió sus pechos los cuales besó mientras metía su mano dentro del panti de Nadia para tocarla
-Estás tan húmeda, tan suave, podría tomarte ahora mismo…
-Hazlo mi amor…-Dijo entre jadeos y él aceptó su invitación, se bajó los pantalones, y al instante estuvo dentro de ella moviéndose lentamente hasta que ella comenzó a suplicar que se moviera más rápido
-Por favor…-Dijo Nadia entre jadeos
-¿Qué quieres princesa?
-Que te muevas más rápido, te deseo tanto que voy a morir si sigues así
-Tus deseos son órdenes-Y comenzó a entrar y salir de ella más rápido y más fuerte hasta que ambos llegaron al orgasmo.
-Eres insaciable, golosa, divina princesa-Dijo Sebastián con sonrisa picara
-¿Eso es malo?
-Al contrario, es muy bueno-Y volvieron a besarse
-¿Sabe que creo señor Aguirre?
-Dígame señorita Álvarez
-Que si no salimos de este estudio todos comenzaran a preguntarse qué tanto hacemos…
-Tienes razón-Luego de acomodarse la ropa se retiraron a la cocina donde Nadia conoció a Ramona y compartieron la cena con Audrey, fue un momento agradable para todos. Al terminar Sebastián le indicó a Nadia la habitación donde dormiría y la dejó para que se pusiera a gusto. Ella pensó que como estaban las cosas dormiría sola, lo que no sabía era que a medianoche Sebastián se colaría en su cama para hacerle el amor como nunca antes.

CONTINUARÁ...