Y él me preguntó, mirando las olas que mojaban nuestros pies:

_¿Y cómo te gustan las personas?

Suspiré, levanté mi mirada y miré el horizonte. Como desde otra vida, le dije:

_Mira lo que te dicen las olas…

Me gustan las personas que sonríen cuando yo llego y me abrazan fuerte. Las que no tienen miedo de reírse, pero tampoco les da pena llorar. Las que me miran a los ojos, directamente. Las que me hacen ser mejores y me enseñan algo. Esas personas que brillan sin oscurecer a nadie, que saben pedir las cosas y también exigirlas. Esas son las mejores.

Fuente

Prefiero a la persona que parece una mariposa en una autopista, y no la que parece fuego en un bosque. Las que cuando me ven, se llevan mis ojos y quedo temblando como una hoja sin árbol. Las que saben escribir el silencio, sin errores ortográficos. Aquellas personas que son casualidad y mágicas al mismo tiempo. Las que no buscan sorprenderme ni ponerme en un pedestal, las que no tienen que pisar para dejar huellas; las que parecen música porque te hacen bailar, sonreír y soñar. Esas personas provoca tenerlas cerquita siempre.

Fuente

Las personas que son árboles. ¿Las conoces? Personas que en plena tormenta puedes guarecerte entre sus brazos, pero también treparte en sus ramas si lo que quieres es gritar. Son lo que son, y no tratan de parecer. Las que se acercan por detrás y te abrazan o te tapan los ojos, y te preguntan “quién es”, como si la voz amada y sus olores se olvidaran. Las que buscan conjugar verbos contigo, no las que utilizan adjetivos. Me gustan las personas sencillas: de esas que cargan una mata de felicidad dentro de ellas y la riegan todos los días.

Fuente

Las que miran el mar y ven sus miedos, y a pesar de todo, en cada ola miran un nuevo comienzo. Las personas que detienen tu mundo, aunque para el resto, el mundo siga girando. Me gustan las personas que viven y se despeinan, y que aunque parezca absurdo, tratan de abrazar al mar aunque terminen ahogándose. En fin, me gustan aquellas personas que cuando las miras se convierten en un “ojalá”: no solo las que huelen, sino las que saben A MAR.

HASTA UNA PRÓXIMA LECTURA, AMIGOS