POESÍA: La voz perdida (VI)
"...esa invención << es prácticamente imposible >>"
Jorge Luis Borges
Aún en la tarde llenos de cuchillazos y nuestra sangre bañando el mar; flotábamos en ese duro piso, cientos de bestias sibaritas invadían la cubierta desollando la voz de los guerreros que todavía gritaban:
¡levanten la vela mayor, carajo!
Desnudo y sin piel como la barca: casi hundido pero negando ser el tesoro del tiempo, escupí una agradable blasfemia que reventó el oído de los monstruos:
y contemplar otra noche que no invoqué;
este maldito barco se tragará los tiempos
de los codiciosos piratas con taparrabos
que desean convertir esta mansión
en tierra baldía!
y lanzando un poderoso grito:
levanté mi espada una vez más y la dejé caer y rodaron 7 cabezas mohicanas que nunca entenderán lo que pasó. Vino a mi asalto un piel roja que recibí con un fuerte puñetazo en su parietal y su cráneo estalló como la embestida de un Tigre, su cerebro salió volando y cayó al lado de Argos, el buen mastín que aún devoraba enemigos peleando como el gran Cervantes y devoró el desperdicio del hombre con fruición. Era un héroe furioso.
Y mis guerreros despellejados y mutilados empuñaron sus mosquetes y descargaron con pasión, desaparecieron las tribus y maté la serpiente, yo vuelo ahora cubierto de fuego; pero no soy la serpiente emplumada.
Entonces corrimos por los mares abandonando toda memoria destruyendo los titulares que predecían nuestro hundimiento “porque así estaba escrito, nadie escapa del destino” somos un Bismarck invencible, chapoteamos sobre los inviernos enfureciendo las mareas.
Bien pronto explotó la paz y emergieron los desvelos, los puertos fueron olvidados, nos olvidamos del hogar, la muerte fue olvidada.
Fuimos lavados por el mar que irritó nuestras heridas abiertas y el sol formó una costra que imitaba los continentes que tratan de ganarle terreno al mar.
Azul-verde fui llevado por la aburrida marea que ante la belleza callaba de los corolarios profundos, Azul-verde volví a cantar; me escuchaban los guerreros y mi fiel Argos que anotaba mis desvaríos como hizo Cervantes con Alonso Quijano.
Inventé un canto:
que como diablo sobre las colinas
le gana el paso a las horas
y no quedo petrificado
por la cotidiana agonía de los días
He visto la muerte de millones de ángeles,
la caída de los cielos y dioses muertos de resaca, vi el horror místico de la iglesia que oculta crímenes,
vi que la noche intentaba despertar
lo imposible
y fui el único que respondió.
He visto y veo lo que el hombre no puede ver.
Sé que el cielo está lleno de sangre
porque el sol es una amante débil
que succiona a los hombres.
Tiembla el universo ante la muerte eterna
y continua: comienza a vivir este barco!
Más tarde inventé otro canto:
Palabras que suben lentamente al corazón del entendimiento con la música
que marca nuevos pálpitos ¡y la bocanada que ilumina!
Seguimos la navegación a través de cursos impasibles rompiendo los límites de la realidad. Entrando a los Sinaí inauditos. El mar se hizo pequeño como los dioses ante la voluntad de los hombres.
Peleamos en una guerra florida y sacrificamos anónimas presencias para alimentar el Sol que nos baña de tristeza. Vimos ciudades opulentas convertirse en pantanos. Tantas estatuas broncíneas convertirse en cocodrilos y tantos hombres ahogándose en las cataratas del progreso.
Volcanes iceberg auroras tifones nubes golfos oscuros golfos claros mares con tiburones y mares con ballenas corales selvas bosques marinos llanuras abisales fosas abiertas por la oscuridad. Vimos el ansiado árbol del mar. Gritamos:
¡Orbe Nostrum!
Ojalá estuvieras aquí. El viento marino nos daría aliento para soportarnos consumirnos y bastarnos.
Cesaron las angustias las ansias las nostalgias: ya no había enemigos para derrotar y lo imposible eran nuestras acciones: cesó la ilusión de amor.
Nos hastiamos del mar y descendimos en una playa de silencio y voz. Sequedad y humedad nos tranquilizaron. Ausencias y presencias nos dieron compañía: mis guerreros querían el castigo del hogar. Yo el barco drogado, el canalla que no deja de reinventarse, desprecié la ilusión del confort y me lancé al fértil mar lleno de tormentas y paraísos que esperan ser avistados.
Libre intrépido vivo jinete de la tormenta y agujereado por el horizonte que no dejo escapar mientras otros poetas tiemblan perplejos ante el maldito signo que hace estallar la paz que tanto anhelan. Corro azotado por el cielo, lleno de rayos que torturan mi marcha perseguido por legiones que me ofrecen un beso de silencio, hiervo ante nuevas flotas con pesadas y modernas armas precisas y mortíferas, levanto mi sangrienta espada y la dejo caer y siento nostalgia y pena por mis buenos guerreros que envejecen y explican a su prole el significado de sus tatuajes y de mis cantos.
El GULAG desea atraparme, Islas donde el cielo no está abierto y soñar cuesta 10 años de prisión
Lágrimas. Todo viajero llora. El mar es salado porque los hombres se vuelven ausentes en sus aguas. Luna atroz Sol amargo Hermana Hermano el amor me llena de vejez: ¡ojalá alguien me hunda! ¡dispárenme para que me vean estallar!
Venciendo lo imposible me he vencido a mí mismo, después de todo soy un derrotado, pero ante mí no hay vencedor, mas sabe el poeta que las solitarias palabras son su único consuelo y compañía:
Sumergido en la inmensidad de las olas no puedo detener el rumbo ni tengo ancla pero sé que miro la belleza que me deslumbra como el Albatros:
siempre habrán páginas en blanco.
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