El dadaísmo

in #provenezuela5 years ago (edited)


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En la creación literaria, si nos atenemos al terreno formal, existe una peculiaridad que maniobra y perpetra la creación. Nos referimos al extrañamiento, la disidencia, el apartamiento, que ha hecho posible que, frente a la estética academicista, hayan hecho su aparición obras y creaciones que justifican el paso de nuevas experiencias artísticas, rompedoras de moldes y cánones que se impulsan hacia la trascendencia.

Los llamados movimientos de vanguardia han ofrecido al mundo del arte en todas sus manifestaciones el clima propicio y ético para la gestación de una obra trascendental, que por su propia naturaleza ha de ser objetivada como diferente. ¿Cómo poder ser diferente, desprejuiciado, sin compromisos hacia lo que está afuera?

O, dicho de otra forma, ¿cómo conquistar la libertad de creación sin verse a sí mismo desde la autoconciencia de ser diferente? Esto solo es posible con el extrañamiento, esa forma de alejarse, de “ver desde afuera” lo que sucede adentro y no estar infiltrado y sugestionado por las “instituciones” carcomidas por lo objetivamente unilateral.

El caso del dadaísmo, como movimiento de vanguardia, surge de ese “estado de perturbación” para ver lo diferente y asumir el desencanto como forma de vida: la guerra, el exilio, la derrota, la podredumbre del mundo y, sobre todo, la juventud con sus excesos, los desafíos frente al mundo burgués y las actitudes extremas que hacen posible las formas de creación que se transforman en experiencias intemperantes que desarrollan las verdaderas personalidades creadoras.

Pero el movimiento Dadá, como se le conoce, no surgió de la nada. Los hechos sociales ejercen grandes influencias sobre el arte. La revolución industrial desde finales del siglo XVIII ya ha consolidado una forma de vida: el capitalismo. El desarrollo del ferrocarril, el barco a vapor, el telégrafo, la radio, el fonógrafo, el cine parlante y los nacientes inventos modernos ya se han extendido por Europa, América y todas partes del mundo. Frente al lenguaje rebuscado, teatral, artificioso del clasicismo, el parnasianismo y el romanticismo, habrían de surgir nuevas ideas, nuevas palabras, nuevos pensamientos.

Es el caso de Walt Whitman, en EE.UU., una posición individual que irrumpe con la nueva voz de la vida diaria, de la gente del común, que demuele la poesía métrica tradicional, deviniendo en una poesía nueva, un nuevo canto vital, instintivo. Es la poesía moderna.

Del otro lado del Atlántico, antes y después de las grandes guerras, surgen a su vez nuevos acentos: Verhaeren, Marinetti, Apollinaire, Mallarmé, que se validaban, de alguna forma, de aquellas antiguas glorias como Nerval, Rimbaud, Baudelaire, Lautreamont. Todos ellos habrían de influir en la poesía contemporánea con un hilo común: el versolibrismo, rechazo a la rima sensiblera y los temas manidos como el amor.

Desde 1914, los jóvenes que regresaban del frente de batalla, del mundo destruido de su infancia y de los sueños perdidos, buscaban construir y reconstruir un mundo nuevo, luego del armisticio. Uno de esos desencantados era Tristán Tzara, exestudiante de filosofía en Bucarest.


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Origen del nombre

La versión más aceptada en relación con el origen del movimiento Dadá es común en casi todas las documentaciones en torno al tema. Al atardecer del 8 de febrero de 1916 estaba reunido en el Café Terrase, en Zürich, Suiza, un grupo de exiliados, defraudados y decepcionados de la guerra, convencidos de querer crear un nuevo mundo a partir de los destrozos dejados en las trincheras. Los concurrentes eran cuatro: el alsaciano Hans Arp (1887-1966); los alemanes Richard Huelsenbeck (1892-?) y Hugo Ball (1886-1927); los acompañaba Tristán Tzara (1896-1963) y tiene entre sus manos un Petit Larousse.

Se abre el diccionario al azar y en el libro rudo e inquebrantable, la mirada de Tzara se detiene sobre la primera palabra que surge: Dada. DADA: Cheval, dans le langage des enfants (Petit Larousse Ilustré). Ya tiene nombre el movimiento, que por su simpleza parece una puerilidad, lo que resulta adecuado a los ideales poéticos de estos jóvenes. Sobre este hecho se tienen algunas versiones, pues algunos dicen que en realidad se escogió el nombre buscando remedar al idioma ruso y rumano, otros que su significado hacía referencia a un caballo de madera en idioma francés:

"Se lee en los periódicos—explica Tzara— que los negros Krou llaman dadá a la cola de la vaca sagrada. En cierta región de Italia, dadá significa las palabras cubo y madre. Y, finalmente, también se llama dadá a un caballo de madera—juguete infantil— y a la doble afirmación en ruso y en rumano” (Tristan Tzara. (Manifiestos del dadaísmo, 2015).

Años después, en septiembre de 1922, en la revista Littérature en su número 4, André Bretón, quien para esos años ya se estaba distanciando de Tzara, comienza a atacarlo acusándolo de plagiario y negando incluso la invención de la palabra Dadá (Aguirre, R., 1982).

Lo cierto es que ese nombre, indiferentemente de su significado, no tenía importancia para los dadaístas. “Dadá no significa nada”, expresa Tzara en el primero de sus siete manifiestos. Si Dadá no significa nada, también significa todo. Palabra primitiva y poderosa, con ello se quería expresar, un tanto despreciativamente, la libertad y la imposibilidad de representar lo absoluto (Freites, R., 1969). Dice Tzara: “Mi propósito fue crear solamente una palabra expresiva que, mediante su magia, cerrase todas las puertas a la comprensión y no fuera un ismo más” (Aguirre R., op cit.).

En los principios dadaístas, todo debía ser negado: si la manifestación suprema del ser humano es el amor por sus semejantes, entonces cada cosa referida al amor debe ser negada. Si el hombre busca un equilibrio vital, ese equilibrio es negado, y, en cambio, el desequilibrio físico ha de ser glorificado y el desequilibrio mental ha de declararse como el único capaz de salvar al arte. Si el hombre ha sido grande en su pensamiento, ese pensamiento consecuentemente será negado.

Dadá también debía ser enemigo de Dios, “el falsificador, el especulador, el engañador, el gran violador y el supremo trufador de cerebros”. En ese mundo caótico creado por Dadá, reinaría solo el instinto (Freites, R., op. cit.). Al lenguaje, como instrumento de la tradición heredada como hecho social o literario, lo que supone la coherencia de un código, ha de oponérsele la incoherencia, el absurdo, la arbitrariedad, el disparate, la burla, que muchas veces deviene en humor y risueñas frases (Aguirre R., op cit.).

Por ello, Dadá lanza el manifiesto en la voz de Louis Aragón en 1916:

No más pintores, no más literatos, no más músicos, no más escultores, republicanos, monárquicos, imperialistas, anarquistas, socialistas, bolcheviques, políticos, proletarios, demócratas, burgueses, aristócratas, ejercito, policía, patria; en fin, basta de todas esas imbecilidades. No más nada, nada, nada. De esta manera esperamos que la novedad llegará a imponerse menos podrida, menos inmensamente grotesca… A priori, es decir, a cierra los ojos, Dadá pone antes que la acción y por encima de todo la duda. Dadá duda de todo. Todo es Dadá. Desconfiad de Dadá”

(Aguirre R., op cit.).

En 1917 surge la revista Dada, de periodicidad intermitente, donde publicaban escritores dadaístas como Georges Ribemont, Alberto Savinio, Francis Picabia, Tristan Tzara y los jóvenes poetas cubistas de la revista Littérature: André Breton, Philippe Soupault, Louis Aragón, Guillaume Apollinaire, Max Jacob, Pierre Albert-Birot, Jean Cocteau y otros. En el número 5 de la revista en 1920 se publica un nuevo manifiesto, donde se nombra a todos los miembros del movimiento como presidentes.

Paralelamente, ofrecían exposiciones pictóricas, conferencias, presentaciones y discusiones que se convertían en tempestuosas reuniones en Zürich y París. En uno de esos encuentros, llamados espectáculos-provocación, sobre el escenario, se golpeaban cajas, llaves, cacerolas, haciendo música hasta que el público enloquecido se encolerizaba entre pitos y puñetazos. Se recitaban poemas con estridentes ruidos de campanillas, se leían periódicos a gritos. Se leían manifiestos: diez personas leen uno de Picabia y nueve leen otro de Ribemont-Dessaignes al mismo tiempo (Freites, R., op. cit.).

Obras dadaístas

Como respuesta ante la guerra y la sociedad burguesa y al arte del sistema imperante, el dadaísmo se propuso destruir los códigos tanto morales, sociales y artísticos, declarándose contra toda lógica, prefiriendo lo azaroso, contradictorio, espontáneo, satírico, irónico, humorístico. Utilizaron el collage, la descomposición, la escritura automática, lo superpuesto y otras técnicas para lograr sus obras.

Tzara, en la revista Littérature de 1920 ofrece una fórmula o receta para hacer un poema dadaísta:

Tome un periódico.
Tome unas tijeras
Elija en ese periódico un artículo que tenga la extensión
que usted quiera darle a su poema
Recorte el artículo
Recorte en seguida con cuidado cada una de las palabras
que constituyen el artículo y póngalas en una bolsa
Agite suavemente
Extraiga cada trozo uno tras otro en el orden
Que salen de la bolsa
Copie concienzudamente
en el orden en que hayan salido de la bolsa.
El poema será la viva imagen de usted.
Y es usted un escritor infinitamente original y de
una exquisita sensibilidad, aunque el vulgo no lo comprenda.

(En Aguirre R., op cit.).

A partir de este procedimiento, Tzara muestra el resultado del uso de esta fórmula (fragmento):

Cuando los perros atraviesan el aire en un diamante como las ideas y el apéndice de la meninge señala la hora de despertar programa (…).

(León D, Jesús, (2019).

También en la obra de Tzara se muestran poemas caóticos, mezclados con onomatopeyas o sonidos inarticulados, como en Vingt-cinq poèmes, de 1916, el titulado “Pelámide” (fragmento):

a e u o yuyuyú i e u o
yuyuu
drrrrdrrrdrrrrrgrrrrrgrrr
a e o i i i i e a u ii ii vientre
muestra el centro quiero asirlo
arnbrán bran bran y hacer dentro de los cuatro
beng bong beng bang (…).

(En Aguirre R., op cit.).

Esta experiencia dará lugar al llamado “sonido poético”, que años más tarde habría de convertirse en el llamado “letrismo”.

También Dadá incursionó en el teatro como una más de sus manifestaciones en forma escénica, que en realidad había comenzado con los espectáculos-provocación en los inicios del movimiento. En el teatro se presentaba el poema-espectáculo en el que los poemas se leían de forma simultánea por dos más personas. La primera obra de teatro dadaísta es de Tzara: La première aventure céleste de Monsieur Antipiryne. En 1921 se estrena Le coeur à gaz y luego una reposición en 1924, que causó un tumulto debido a las ya existentes y conocidas divergencias y discrepancias con Bretón.

En la novela, el dadaísmo no tuvo mucha estrella, y solo se limitó a algunos ensayos de Tzara, Ball y Doesburg, con resultados poco satisfactorios, algunas y otras que no llegaron a publicarse. Tzara comenzó en 1923 una novela que publicaba en la revista Les feuilles libres titulada Faites vos jeux, que luego abandonó, tal vez insatisfecho. Ball escribió una novela que no llegó a publicar: Laurentius Tenderenda. La novela de Doesburg, “El otro rostro”, se dirige más hacia lo abstracto que hacia lo dadaísta, de acuerdo con la opinión de diversos estudiosos (Aguirre R., op cit).

La determinación del movimiento Dadá, en suma, representa el esfuerzo de un grupo de hombres que asumieron el arte y la poesía como actos creadores a partir de lo que no se conocía en el campo artístico y humano. La sorpresa, el humor, lo insospechado, lo imprevisto, sirvieron de influencia y revelación ante el hecho estético, reflejándose en la pintura, la literatura y en especial la poesía, la escultura, la música y todos los movimientos de vanguardia como el futurismo, el cubismo, el expresionismo y el surrealismo, que en sus épocas revolucionaron el concepto de lo que es el arte y el pensamiento libre.

REFERENCIAS
Aguirre, R., 1982).El dadaísmo y los movimientos de vanguardia en el siglo XX. Caracas: Fundarte.

Dadaísmo (2015). [Documento en línea] Disponible: http://nihil-dada.blogspot.com/2015/07/manifiestos-del-dadaismo.html (Consulta: 18-03-19)

Freites, R. (1969). Pío Tamayo y la vanguardia. Caracas: UCV).

León D, J. (2019). Poemas del dadaísmo de grandes autores. [Documento en línea] Disponible: https://www.lifeder.com/poemas-del-dadaismo/#-Tristan_Tzara (Consulta: 18-03-19)

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