Lectio Divina - Mateo 18, 15-22

¡Saludos usuarios de steemit!

Daré inicio con esta publicación a una serie de ejercicios espirituales basándome en un antiguo método de meditación y reflexión de las escrituras practicado por la Iglesia, me refiero a la "Lectio Divina" lectura de Dios o lectura orante de la Palabra. Pido a Dios que nos ilumine en la búsqueda de la verdad y nos permita entender los mensajes que tiene para nosotros.

Para quienes no conozcan de qué va la Lectio Divina acá les dejo esta breve introducción que pueden ampliar dando clic en el link al final de la cita que contiene el portal web de origen.

Cómo orar con la Palabra de Dios

La lectura orante de la Palabra o Lectio Divina, más que una reflexión, es una experiencia de encuentro personal e íntimo con Dios, que te ama y sale a tu encuentro. Estos pasos te van llevando al mismo interior de la Palabra.

• Invoca… al Espíritu Santo. Pídele que te ilumine y te abra a la comprensión de la Palabra y que te anime a la respuesta con tu vida.

• Lee… muy despacio el texto bíblico. Vuelve a leerlo. Lee también algún comentario que te ayude a conocer mejor el sentido del texto. Dale tiempo al Señor y escucha el mensaje que Él quiere darte en esta Palabra.

• Medita… qué te dice la Palabra que has leído lentamente. Una vez que hayas captado el sentido del texto, entonces puedes hacerte esta pregunta: qué me dice esta Palabra.

• Ora… respóndele al Señor que te ha dado su mensaje en la Palabra meditada. Tu actitud sea la de la Virgen María: Hágase en mí según tu Palabra.

• Contempla… quédate impresionado, fascinado, en silencio, en calma. Déjate animar por el ardor de la Palabra, como quien recibe el calor del sol.

• Actúa…. Haciendo un compromiso que brote de este encuentro con el Señor. Es el salto a la vida. Animado e invadido por la Palabra, regresa a la vida con otra actitud.

Demos inicio a esta Lectio Divina

- Invoquemos con un canto la presencia del Espirito Santo, consuélanos, libéranos y guíanos Espíritu de Dios.

- Leamos el texto. Mateo 18, 15-22

15.Si tu hermano ha pecado, vete a hablar con él a solas para reprochárselo. Si te escucha, has ganado a tu hermano.
16.Si no te escucha, toma contigo una o dos personas más, de modo que el caso se decida por la palabra de dos o tres testigos.
17.Si se niega a escucharlos, informa a la asamblea. Si tampoco escucha a la iglesia, considéralo como un pagano o un publicano.
18.Yo les digo: «Todo lo que aten en la tierra, lo mantendrá atado el Cielo, y todo lo que desaten en la tierra, lo mantendrá desatado el Cielo.
19.Asimismo yo les digo: si en la tierra dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir alguna cosa, mi Padre Celestial se lo concederá.
20.Pues donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»
21.Entonces Pedro se acercó con esta pregunta: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas de mi hermano? ¿Hasta siete veces?»
22.Jesús le contestó: «No te digo siete, sino setenta y siete veces.»

- Medita esta Palabra de vida en tu corazón y si gustas compártela con todos en los comentarios de este post. Comparto con ustedes mi reflexión.

El Señor nos invita con su Palabra a la misericordia, nos invita a perdonar al prójimo tantas veces como sea necesario, pero deja algo muy en claro, sí aquel que nos ofende no comprende su agravio y lejos de enmendarlo insiste en actitud pendenciera, entonces habrá que dejarlo por su cuenta “Si tampoco escucha a la Iglesia, considéralo como una pagano o publicano”(Mateo 18, 17), todo esto a menos que se arrepienta de sus transgresiones y busque el perdón (Lucas 23, 39-43) más esta petición de perdón no será para nosotros lo que será para él, ya que como cristianos hemos de perdonarlo siempre aunque el pecador no se arrepienta, como nos enseñara Cristo en la Cruz “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23, 34). El que ha pecado y cae en cuenta de su error, necesitará recibir el perdón de quienes ofendió para poder sanar sus propias heridas, al final la tarea más ardua del pecador es perdonarse a sí mismo, por ello es importante tener “encendida” la disposición de perdonar a quienes nos ofenden, debemos invitar, motivar al otro a la reflexión, a la “metanoia”. Es posible enderezar nuestras vidas en Cristo Jesús, recordemos la escena donde Pedro llora amargamente por haber negado tres veces a Cristo (Lucas 22, 61-62), sin embargo Pedro se arrepiente y el Señor lo perdona (Juan 21, 15-17), Pedro creyó en Cristo a diferencia de Judas, pues creer en que la Gracia y la Misericordia del Señor es mucho más grande que nuestros pecados, es creer en su Poder y en su Amor, es reconocer que es nuestro Señor y Salvador. Por su parte, Judas, sintió remordimiento pero no se arrepintió como Pedro, Judas no creyó en Cristo y pensó que su pecado era más grande que la Misericordia de Dios, esto lo llevó a la muerte, su remordimiento le secó el alma, las ganas de vivir y lo llevó a cometer suicidio. El perdón es una invitación a la vida, es un reencuentro con la existencia, con el prójimo y con el Amor de Dios, Amor que todo lo puede y que todo lo transforma para bien. Otorguemos perdón, invitemos a otros a la vida, al reencuentro, confiemos en la Misericordia del Señor para que también seamos capaces de perdonarnos a nosotros mismos, pero también tengamos temor de Dios para que una vez arrepentidos no volvamos a pecar, no volvamos a alejarnos de Su Gracia.

- Oremos.

Gracias Señor por tu infinita misericordia, por mostrarnos el camino del perdón a través de tu amadísimo hijo nuestro Señor Jesucristo, que con amor se sacrificó por todos nosotros como paga de nuestros pecados. Te pedimos que nos guíes siempre por el buen sendero y líbranos de todo mal, Amén.

- Contemplación desde tu interioridad, desde el silencio...

- Compromiso o actuar.

Me comprometo a abrir mi corazón al perdón, y cuando esto no me sea posible por mis propias fuerzas, orar a Ti, Dios Padre, para ser conforme a tu Amor y a tu Voluntad.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo

Como era en un principio, ahora y siempre

Por los siglos de los siglos, Amén.

Espero te haya gustado,

te invito a hacer estos ejercicios espirituales, desde tu casa, con tus familiares y amigos, en tu parroquia o comunidad, esta es una excelente manera de integrarnos y crecer juntos en la Fe, La Paz sea contigo. Demos Gracias al Señor.