EL GATO SIN CABEZA

Foto propia tomada con celular Yezz de @oscaroef

Era lo único extraño en él: Que no tenía cabeza. Pero ese detalle tan pequeño hacía que las personas, lo otros gatos y (Lo más importante) ¡Hasta las gatas! Huyeran de él.


No tener cabeza tenía sus ventajas: Al no ser dotado de boca, en contrapartida tampoco tenía necesidad de comer. Esto le permitía llevar una vida más bohemia sin el sobresalto de tener qué conseguir el sustento diario como sí lo vivían los otros gatos.


La mayor desventaja era para él la soledad. Ni los humanos ni los otros gatos se le acercaban, más bien huían de él. Desarrolló un pasatiempo favorito: Pasearse a horas de la madrugada a buscarse algún noctámbulo, sobre todo si este llevaba unos cuantos decilitros de alcohol entre pecho y espalda. Saltar desde el muro en que estuviese apostado y caer justo frente a él. Apenas enfocaban la vista un grito delirante salía de su garganta seguido de una veloz (Y feroz) carrera o de un desmayo.


No es que él fuera malo, sino que era en lo único que se podía divertir.


Sin embargo, toda su vida cambió cuando conoció a una gata también sin cabeza. Claro que no se miraron a los ojos ni nada por el estilo, pero se dieron la patita y juraron vivir juntos mientras les duraran las nueve vidas...¡Y eso es bastante!


MORALEJA: No importa si eres raro. En alguna parte del mundo hay alguien tan raro como tú.



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