El mejor antídoto contra el control mental | Literatura

in #spanish6 years ago (edited)

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Fuente: Pixabay

Su descubrimiento fue casi accidental. Una especie de casualidad cósmica. Ese día, bajo el sol inclemente de la tarde, el pequeño niño tarareaba de forma incesante una canción aburrida de los tiempos de la gran paz. Y su madre, que lo llevaba de la mano en el robótico hábito de los padres, se quedó helada entre el flujo de gente.

La canción entró a su cerebro con velocidad fugaz, y el aparato que por mucho tiempo controló su mente, se desconectó con un zumbido. Azama no sabía bien que había pasado, pero sí tenía claro una cosa. La canción tenía algo que ver. Aprovechando la corriente, tomó al pequeño en sus brazos y lo llevó hasta un espacio sombrío a lo largo del camino. Lo apretó contra su pecho y cantaron juntos la canción, pensando de forma independiente por primera vez en mucho tiempo.

La invasión fue bastante eficaz, aunque al principio no se notara. Las naves llegaron, la guerra estalló en contra de ellos. Grandes aviones disparaban bombas que no hacían ningún daño a los extraterrestres. Y luego bajaron, sin prisa pero sin pausa, por tubos instalados como tentáculos bajo los enormes poliedros que volaban por encima de las ciudades. La cantidad de lados de estas naves de brillo metálico pero orgánico, variaba según la configuración del momento, pero eran invasores. Era lo único claro.

Los extraterrestres, armados hasta lo que se podría pensar que eran sus dientes, solo disparaban una especie de hilo metálico a los humanos que huían despavoridos. Las balas y lasers disparados en la dirección de los invasores no les hacían nada, se absorben por sus cuerpos, que como sus naves, mutan constantemente, como jugando con la física conocida. Los científicos no lograban comprender los motivos, ni los números reales de la invasión. Cada ciudad del mundo recibió un ataque. Eran oleadas, una tras otra, de personas siendo atacadas por estos mutantes espaciales invulnerables.

Desesperados, algunos se suicidaron. Otros decidieron tomar un rol más activo. La gente empezó a esconderse o a enfrentarlos. Sin embargo, sin importar lo que hicieran, eran atacados por el hilo. Este se enrollaba en sus cuellos, sin importar en qué parte de su cuerpo los golpeara la especie de esfera que contenía al hilo, girando infinito hasta hacer contacto con el cuerpo. Recorría a las personas como una especie de pitón y se alojaba justo a la altura de la manzana de Adán.

Y ningún médico sabía cómo retirarlo sin matar a las personas. El metal se fusiona con los tejidos, y parecía vivo, pulsa con el flujo de la sangre de su impotente huésped. Y tan rápido como llegaron, regresaron a sus naves, que permanecían flotando en la exosfera. Millones de personas atacadas, pocas muertes más allá de los que se suicidaron o murieron en la huida. Por algún motivo, la gente sencillamente no luchó más, ni pensó de nuevo en los invasores.

Azama tenía una idea de porqué. Desde la invasión, algo había cambiado en la gente. Parecían tener una organización superior, como una especie de nido de hormigas. Escuchaba murmullos sobre cómo la invasión se había parado, pero no había emoción. En ese momento, tenía a su pequeño hijo con unos meses de nacido, y sabía que todo estaba mal. Pero fue el instante en el que vio a una persona con una de esas pistolas de hilos, que entendió. Estaban siendo controlados mentalmente y ahora sus víctimas eran los victimarios. Lentamente, se apoderaron de la tierra por proxi.

Luego inició una campaña para aceptar el nuevo orden. No había más guerras, existía una paz superior y se empezaron a construir extraños sistemas. Nuevos órdenes en las ciudades, construcciones de talleres especializados en tecnología alien. Todo el mundo cambió. Empezó una productividad sorpresiva, un trabajo colaborativo entre naciones y una creación de proyectos y labores especializados que desconocían hasta antes de la invasión.

Todos pretendían que esto estaba bien. Pero a los que no habían sido infectados a la llegada, los perseguían. Tenían que mezclarse, o ser delatados y atacados por los hilos. Azama sabía que en algún momento perdería el control de su mente, solo era cuestión de tiempo. Cuando vió a un policía armado con una pistola mirar en su dirección un día, ya era muy tarde.

Azama no sabía exactamente cuánto tiempo había pasado. Para ellos el tiempo era una medida irrelevante. Pero su pequeño había crecido, era un hombrecito de unos 5 o 6 años, y estos pequeños aún conservaban algunos rasgos de la sociedad pre-invasión. Por eso, ella sabía que tendría sólo esta oportunidad para huir. Así que la tomó.

Recordaba algunos cuentos de un tren escondido bajo de la ciudad, una especie de mithos de una línea de metro que nunca logró a funcionar. Ellos odiaban el transporte bajo tierra, y por eso tanto autos, como túneles y metros, fueron descartados por un método alternativo, que los hacía a todos vigilables por las enormes naves en los cielos. El mundo se volvió peatonal, y a todos les tocaba caminar como hormigas por una intrincada red de rampas y pasarelas. Pero ese metro… ese sería su salvación. Así que corrió hacia lo que sabía que era una salida de emergencia de los metros y entró.

Nada en este mundo colonizado estaba bajo llave. Se confiaba en control de ciudadanos, todo estaba tan perfectamente planeado que era imposible que alguien se descarrilara. Y bajó todo lo que pudo hasta llegar a las líneas tradicionales. Estas estaban vacías, pero no era donde quería llegar. Necesitaba ir más abajo, mucho más profundo.

Cuando Azama entró con el pequeño Jamher a la tubería vacía de aquel metro desconectado, lo supo con certeza. El hilo de su cuello se soltó mientras el niño seguía cantando aquella infecciosa canción. Su teoría no estaba mal, la gente estaba siendo controlada mentalmente por los hilos metálicos en sus cuellos. Pero eran muy sensibles a ciertos sonidos, o más bien, al efecto de estos sonidos en la mente.

El repetitivo sonido de la canción de Jamher, que él mismo había creado en su aburrimiento, era una especie de antídoto para el control mental. Por eso se había prohibido la música luego de la invasión. Nada tenía que ver con ahuyentar a los extraterrestres, no. Ellos le tenían miedo al ruido. Era su antídoto. Ella había escuchado de los rebeldes, que estaban escondidos en las sombras, catatumbas de la ciudad que ahora era una colonia en toda regla. Tenía que encontrarlos, y darles el mejor antídoto contra el control mental.


¿Qué pasaría si este fuera un universo paralelo al nuestro?

En algún lugar leí una vez que cuando tarareamos una canción, el yo de un universo paralelo la esta cantando. No me convence mucho, pero no puedo decir que no es cierto porque no he viajado a esos universos.... aun.

Esta idea no es 100% mía, pero me pareció una buena premisa para desarrollar contenido. Lo vi en un tweet que por ahora no consigo, pero que es una fantástica base para este cuento. Ahora, sin importar su origen, presenta una gran pregunta, ¿Qué haces tú para quitarte esas pegajosas canciones de la mente?

-A.

Sort:  

Yo no soy mucho de leer, la verdad, cuando alguna historia no me atrapa desde el principio la dejo a medias y no continuo, pero de verdad que tus historias son increíbles incluso me frustra aveces que no las continúes si no que se queden en un solo post y ya jajajaja deberías pensar en hacer algunas un poco mas extensas porque de verdad tienes mucho potencial para esto, me quedo muy embobado leyendo tus letras.

Lo he pensado mucho, sobrtodo con algunas historias viejas que terminaron cortadas porque no logré articular los capitulos que le seguian. Si quieres puedes comentarme cuales te gustaría y veo si de esas hay esos borradores de segundas partes, y le pongo cariño especial para continuarlas :) Muchas gracias por pasar :3

-A.

Si que engancha, me encantó tu relato, el equipo Cervantes apoyando el contenido original.

La idea es que este post actue como el hilo metálico, y sea un poco de control mental hahaha Pero bueno, ya tienes el mejor antídoto. ¡Muchas gracias por apoyar!

-A.

Sin duda alguna tienes talento para escribir, los giros que realizaste en algun momento me abrumaron. Yo me dejo llevar por las canciones, no nado contra la corriente. Me gustaria que le echaras un vistazo a mi ultimo post y compartieras tu impresion conmigo

Parte de la vida es dar algunos giros sorprendentes, y hacer algunas piruletas buscando crear una impresión. ¡Gracias por pasar! Voy corriendo :)

-A.

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