ETAPA 14-- Libro-- Capítulo 7 (Cuando la tragedia esconde una inmensa decepción)

in #spanish6 years ago

ETAPA 14

                                         Capítulo 7

Aquella tarde Guillermo llegó a la casa de los tíos que habían hecho un viaje a Alemania, el joven se quedaría en la casa de ellos para cuidar de las plantas y los animales mientras estuviesen ausentes.
Dejó su bolso en la mesa de entrada del living, fue a su cuarto donde aún había muchas cosas que no se había llevado al departamento nuevo, se dio una ducha y se puso ropa cómoda, unos joggins azules de algodón y una remera mangas largas suelta, terminó su atuendo con un par de zapatillas de lona. Era su parte favorita del día, sacarse del cuerpo los olores a enfermedad y muerte que traía del hospital y liberarse con ropa limpia y grande.
Le había avisado a su novia que estaría en lo de los tíos así que la esperaba. Fue al fondo, alimentó al perro mestizo y al gato, organizó la manguera desenrollándola y comenzó a gratificarse con la paz que le producía escuchar el sonido del agua sobre las plantas, especialmente las de hojas anchas, donde las gotas rebotaban salpicando pequeñas partículas que formaron un pequeño arco iris por el reflejo del sol que había comenzado a caer, los colores duraron poco pero siempre inventan una maravilla renovada. El jardín olía a vida, a esa humedad que trabaja silenciosa produciendo milagros pequeños.
Se escuchó el timbre. A Guillermo se le escapó una sonrisa que conmueve la comisura de su boca carnosa, las facciones angelicales y pícaras de su amada se cruzaron como un rayo por su mente. Dejó la manguera en el piso y cerró la canilla, ya sería suficiente agua por ese día. Limpió sus pies en el felpudo de la puerta de atrás y secó sus manos húmedas dando palmadas sobre su pantalón, hizo pasos largos para llegar a la entrada, no quería hacer esperar a su rubia belleza. Apoyó los dedos sobre el picaporte, abrió sonriendo, las mejillas que se habían abultado cerca de los ojos aceitunados, se desmoronaron de repente. Su rostro se había agriado, empalideció y comenzó a endurecer la expresión, pues allí parada estaba Raquel, esbelta, sensualmente vestida con unos jeans ajustados y una remera blanca, sus formas voluminosas resaltaban, su cabello muy cuidado, brilloso, provista con una cartera roja y suecos al tono, parecía desafiante, retadora, con la actitud de quien se juega la última carta. Guillermo estaba evidentemente desilusionado, molesto, a la vez que temía que llegara justo en ese momento Clarita.

  • ¿Puedo pasar?- dice la ex esposa apoyando una mano en el hombro de Guillermo dándole un empujón prepotente mientras daba los pasos necesarios para quedar dentro de la casa.
    -Tienes que irte.
    -Vamos a hablar, por favor, dame una oportunidad.
    -¡Ahora no!, ¡tienes que irte!.- Se escuchaba apresurado.
    -Es sólo un momento, hablemos. – exige estándose en el sillón grande y con una mano golpeó suavemente el almohadón de al lado, dando a entender con el gesto que quería que Guillermo se siente allí.
    -Nosotros ya terminamos nuestra historia, incluso legalmente, no hay nada que hablar.
    -¿Ahora viene ¨la nena¨?- inclinó su cabeza usando un tono irónico.
    -¡No es de tu incumbencia!.
    -¿No?, destrozó mi vida y ¿no es de mi ïn-cum-ben-cia¨?- remarcó Raquel en tono sarcástico, haciendo hincapié en separar en sílabas la palabra que más le molestaba .Guillermo se quedó de pie junto a la puerta abierta, por impotencia tenía apoyada la mano en el borde del marco de madera y sobre éste la frente, dándose tiempo para pensar su reacción. Mientras ella seguía hablando. La mujer volvió a ponerse de pie y en dos largos pasos se acercó.
    -¿Piensas que la humillación de verme desbancada de tu vida por una chiquilla es fácil de soportar? - vociferó acomodando una bofetada a mano abierta sobre el pómulo derecho de Guillermo, que había dado vuelta la cara para mirarla al escuchar que se acercaba-.
    El pediatra la tomó fuerte de las muñecas a la vez que la empujó contra el sillón, mientras le recordó.
    -Ella no te desbancó, lo nuestro estaba terminado hace mucho tiempo.
    Raquel cayó con el pecho sobre la cartera, puso una mano dentro de ésta y sacó un arma, el joven aún estaba lejos. Ella se apoyó con un codo sobre el almohadón, se fue parando y dirigió el caño del arma hacia el cuerpo paralizado y sorprendido de Guillermo.
    -¿¡Qué haces!?- pregunta el pediatra.
    -Le voy a poner punto final a tu martirio.
    -¡¡ Estás loca!!... – Guillermo la miraba con los ojos desorbitados.
    -Sí, y no puedo con este torbellino de sentimiento que siento, no puedo estar sin tenerte, extraño tu cuerpo, tu olor, los gemidos cuando arrancaba de ti tus instintos de hombre seducido.- ella estaba poseída por el desatino.
    -Por favor, razona- balbuceó Guillermo mientras lágrimas de impotencia y miedo comenzaron a rodar por su rostro empalidecido. Sabía de lo ella era capaz.
    Raquel caminó lento hacia él, siempre apuntándolo con el arma, se quedó pegada al torso del pediatra oliendo su fragancia inquietante. Mientras sentía el frío de la pistola contra su pecho, Guillermo permaneció inmóvil, resignado a morir, con los brazos caídos al costado del cuerpo atlético y fibroso. Ella levantó el brazo libre, lo tomó de la nuca, lo condujo hacia su rostro, besándolo apasionadamente en la boca, aunque no obtenía respuesta, llorando silenciosa, se escuchó el estruendo ensordecedor de un disparo. Los ojos del joven se desorbitaron al instante. Raquel cayó lentamente rozando el cuerpo de Guillermo que quedó bañado en sangre, paralizado, unos segundos. Cuando reaccionó se dio cuenta que ella se había dado un tiro en el corazón. Sacudido por el estruendo quedó de rodillas junto al cuerpo inmóvil, detrás del umbral estaba Clarita con la cara desencajada de terror, pues alcanzó a ver los últimos momentos estrepitosos de la escena.
    -¡¡Guille!!- gritó descolocada y entra.
    Él por instinto de su profesión tomó el pulso, Raquel estaba muerta.
    -Por favor, ¿cómo llegaron a esto?-
    -Pensé que se había resignado, me dijo que venía a liberarme de mi martirio, me pensé muerto.
    Llamaron a la policía, no tocaron nada. Le tomaron a Guillermo la prueba para saber si tenía rastros de pólvora en las manos, las huellas digitales de él que estaba empapado de sangre y las de Clara porque estaba en la casa. Los investigadores revisaron todo y lo autorizaron a bañarse y cambiarse de ropa.
    Las cuestiones legales seguirían su curso le dijeron que mientras se termina con la rutina investigativa no podía salir de la ciudad sin avisar al juzgado.
    Los Randallo Dovico estaban que estallaban con la noticia de la muerte de Raquel por las circunstancias en que se produjo el deceso.
    -Yo sabía que ese médico sería un problema en tu vida- comentó Melissa en tono de superioridad.
    -¿ Y qué culpa tiene que a la ex mujer se le haya ocurrido matarse justo de esa manera?.
    -Él alguna vez la eligió, algo raro tiene- acotó Julián mientras cerraba tras de sí, la puerta y alcanzaba a entender de qué se trataba la conversación.
    -Es mejor que termines esa relación, eres joven, vas a olvidarte- mencionó Melissa-.
    -Los Fasman por una razón u otra están todos enfermos, colapsados, ¡por supuesto que vas a olvidarte eres muy joven!-sumó Julián.
    Clara estaba siendo puesta en una posición extrema, su familia no quería a su novio y estaban aprovechando la oportunidad, razonó y respondió:
    -Tienen razón yo olvido fácilmente, hay ocho años de mi vida que están en blanco, y ustedes piensan que acomode mis recuerdos del hombre que amo bien dobladitos y apilados sobre mi primera infancia en blanco, ¿verdad?.
    La ironía que usó les dejó en claro a la madre y el padrastro que si querían separar la pareja tendrían que trabajar un poco más. Para ellos German seguía siendo el perfil de marido para su hija, ellos notaban como él se sentía atraído hacia ella, era simple, inteligente, congeniaba bien con ellos, se interesaba por la familia. Julián confiaba y se relajaba con la seguridad humana y profesional del joven que emanaba de la simpatía del arquitecto.
    Era casi la noche cuando Clara después de ver a Guillermo en su departamento volvió a su casa, todavía algunos vestigios de luz se vislumbraban detrás de las montañas, llevaba las luces del coche encendidas y transitaba las últimas cuadras que faltaban para llegar a su casa.
    Las luces altas iluminaron un hombre con atuendo de campo que venía a caballo. Era don Ernesto, un baqueano nacido en la ciudad de unos sesenta y cinco años, corpulento, excedido un poco de peso. Vivía en la alta montaña y conocía a todo el mundo, haya nacido en la zona o sea forastero, nada se le escapaba. Subía y bajaba a la ciudad con frecuencia y se ponía al día de todo. Al pasar cerca del caballo en el camino angosto lo reconoció, Clara mermó la velocidad de a poco, hasta quedar detenida.
    -Hola don Ernesto, ¿cómo está?- saludó la joven, contenta de verlo.
    Era un hombre bueno y gentil siempre dispuesto a ayudar, recordaba que era una de las caras que vio primero al salir del pozo, mientras tiraba de la soga y ella salía colgada de los hombros de Julián aquel día de hace más de diez años.
    -Cómo estás Clarita, mi niña, tan bella como siempre- respondió transparentando su cariño franco.
    -Ya volviendo a casa-
    -Sé que tu familia está bien, el abuelo, tus padres expanden el negocio, tienen socio nuevo ¿cierto?
    -Sí, están muy conformes con su trabajo- verdaderamente sabía todo de la vida de los pobladores de esa parte de la montaña.
    -Pasa mucho con ustedes, se lo ve siempre, y no es que los espío. - aclara porque se sintió incómodo-.
    -Ya lo sé, conozco su camino.
    -Y si, el sendero rodea tu casa cuando bajo por el bosque.- explica las razones.
    -No se preocupe, está todo entendido.
    -Hace un rato lo vi al joven socio subiendo la montaña, él no me vio, yo andaba por el otro lado del arroyo y con el ruido del agua contra las piedras, seguro que no escuchó las pisadas de mi caballo.
    -¿Qué raro, qué andaría haciendo por ahí?
    -No sé. La dejo señorita que siga bien.
    -Don Ernesto tengo una curiosidad, ¿ sabe algo de la nieta de los Shubert?
    -Si vino a visitarlos por unos días pero ya se fue. ¡Adiós, Clarita!
    Ella también lo saludó cordialmente, pero la curiosidad le dio paso a la prisa por las ganas de llegar a darse un baño y descansar.

                                         Mónica Ramona Pérez
    

HASTA LUEGO!!

Los espero para que me acompañen a desentrañar la trama, ¿de que huía Clarita cuando terminó cayendo en el foso?.

       Este libro tiene los derechos reservados.

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