Como una loca se aproxima a mi, no soy tan ingenua, no soy ajena a lo que
insinúa y le permito que venga, accedo a su juego. Me recuesto, curiosamente bajo las sombras de una tarde que fallece al compás del tic, tac y espero, observo cómo baila, estoy embelesada con ese vaivén que seduce mis sentidos; es una loca irremediable y me gusta.

Me vuelvo dócil, enclenque a merced de su poderosa presencia, ella ha transformado las cuerdas que sujetaban mis demonios en ramas secas. Es una melodía muda que me suspende entre susurros, su voz cambia la soledad por compañía, es la fuente u origen de esto que rebosa exceso de ternura entre las yemas de mis dedos.

Si, llega a mí desnuda para que la posea en un papel, para que la vista como la expresión más agraciada que leen dos luceros.
¿Qué esperaban? ¿Rechazo?

¡Pues no!
Ella no permanece, es fugaz,
es una loca que vino a
contar historias para que yo
las pinte en poesía y eso me encanta