Acerca de las despedidas [Diario]

“la gente se va pero siempre queda su manera de irse”, una vez leí esta frase por allí, pero no sé a quién pertenece. Nunca había meditado en su repercusión, hasta ahora.

Es verdad. Nuestro mundo cambia a diario, incluyendo a las personas que lo conforman. Es lo natural, lo normal, el flujo mismo de las cosas. Vamos y venimos, disfrutamos el viaje emocional y el vaivén de lo desconocido, agradeciendo las aventuras que tomamos a manos llenas y de vez en cuando llorando por aquellas que se escaparon.

No es fácil. Admitir que todos partimos no es una tarea sencilla, aunque se considere en muchas ocasiones como trivial. Pocas son las veces en que realmente meditamos acerca de lo que sucede, lo que aceptamos y lo que dejamos pasar por miedo a involucrarnos. Sin ánimos de sonar como un libro de autoayuda: cada cosa que decimos/permitimos, tiene una resonancia. Las palabras que decimos –y las que no- van cargada de responsabilidad; decirlas con propiedad implica madurez. Madurez para asumir que en muchas ocasiones podemos lastimarnos a nosotros mismos o a un tercero.

Una amiga muy cercana siempre dice que “las palabras no se recogen” como alegoría a que lo dicho está dicho y no hay nada más que hacer. Yo pienso distinto, porque todos nos equivocamos y en ocasiones soltamos todo aquello que llevamos dentro –sea bueno o malo- en un torrente de palabras que ahoguen al interlocutor. No está mal asumirlo, disculparse desde el alma y continuar. Creo, personalmente, que el problema radica en la continuidad de ese momento de volatilidad.

…Pero a veces no nos disculpamos, porque ni siquiera nos damos cuenta de la situación que nos rodea y la necesidad de empatía por nosotros mismos y por el otro.

Empatía, no auto compasión. Saber entenderse a uno mismo para comprender al otro. Sentimos de forma diferentes, amamos de forma diferente, reímos incluso de formas diferentes pero el punto de encuentro es el respeto por esas diferencias y la capacidad de comprender el amor como un sentimiento que NO es ciego, sino compasivo y comprensivo. Son cosas muy distintas.

Aún me cuesta entenderme y ha sido y será un viaje. Según entiendo, es un proceso que nunca acaba porque no somos estáticos y que bendición que así sea. Nada me da más miedo que la sensación total de detenimiento. Por suerte, somos mucho más que un árbol unido a un mismo suelo.

Asumí un proceso que no sé a donde pueda llevarme, pero al menos me ha permitido conocerme un poco más: decidí escribir -para mi- una especie de diario de solo 30 días. Intento escribir el problema que tengo, la tristeza que siento, el error que cometí y buscar una posible solución dentro de mis propias palabras. Todo dentro de una cuartilla. Voy ahora por el día 8, desde que decidí lanzarme esta aventura que a veces me asusta, porque emprender el viaje hacia uno mismo es mucho más difícil que emprenderlo hacia alguien más.