Meditando en una cueva del Tíbet (parte 2, conociendo a grandes maestros)

in #spanish7 years ago

Lo que aprendí de dos yogis que han meditado por años en las montañas de Tíbet

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En la publicación anterior hablé un poco sobre mi llegada a Lapchi. Ahora quiero contar un poco de los yogis que conocí allí, las dificultades que pase en los primeros días de meditación en la cueva, lo que aprendí de estos maestros, y un poco sobre el renacimiento y la mente.

Conociendo a un gran meditador


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Dorzin Dondrup Rinpoche es un maestro que ha pasado 25 años en retiro de meditación en solitario. Antes de su llegada a esta montaña, Dorzin Drondrup Rinpoche ya había meditado por 30 años en otros lugares. Este yogi es reconocido por sus logros en distintos tipos de meditación, por eso es llamado Rinpoche (Preciado maestro). También fue designado como el Dorzing (Maestro de retiros) numero 34 de este lugar por S.S. Chetsang Rinpoche un importante maestro de la tradición de budismo tibetano, Drikung Kagyu.

Este hombre es una de las personas más increíbles que he conocido. Su actitud y su forma de interactuar con el mundo proyecta una tranquilidad inexplicable. Al hablarle, el tiempo se percibe diferente. Recuerdo cuando llegué a su cabaña: yo estaba muy emocionado, cansado y, por supuesto, con la mente llena de expectativas. Sin embargo, su forma de actuar, hizo que mi estado mental cambiará inmediatamente. Noté que era un hombre con mucha humildad. Tradicionalmente, cuando uno llega con un maestro importante, se hacen tres postraciones como muestra de respeto. Así que cuando llegué a la cabaña del maestro, golpeé la puerta suavemente y tan pronto él la abrió, yo comencé a hacer una postración. De inmediato, sentí cómo me tomó del brazo, me levantó y me dijo que él no era nadie importante como para que yo le diera tal señal de respeto. Este acto de humildad solo hizo que se multiplicará mi respeto hacia él.

Recuerdo que él todo lo hacía con mucha conciencia. Al entrar en su casa no me dejó hablar. Me indicó que me sentara y que esperara, sin decir una palabra y sin contestar a lo que yo decía. Pronto empezó a hacer un fuego para preparar un té. Después de unos 40 minutos de estar sentado a mi lado y terminar su té, iniciamos una conversación muy sencilla. Yo hablaba tibetano como un niño de dos años, y me ayudaba con gestos y señas. Recuerdo que la forma de expresarme le causaba mucha risa. Después, le expliqué el porqué de mi llegada hasta Lapchi. Le conté quién era mi maestro y cuál era el tipo de meditación que haría durante el retiro. Él se levantó y lentamente empezó buscar un libro que hablaba de la meditación que yo pretendía hacer. Me leyó algunos versos y habló acerca de algunos meditadores de la historia que habían permanecido meditando en esas montañas por muchos años.

Pueden ver a Dorzin Dondrup Rinpoche en el siguiente video

El tiempo en Lapchi camina a un paso muy despacio. Esto permite vivir cada momento sin tener que planificar la próxima hora, permite dejar el futuro y el pasado por un lado y solo enfocarse en el presente. La visita que hice al maestro fue de unas seis horas, en la que hablamos poco, pero aprendí mucho. Dorzin Dondrup Rinpoche me transmitió conocimientos que no se pueden enseñar con palabras; por ejemplo, mantener una mente clara y despierta en cada actividad que se realiza: incluso un acto tan cotidiano como servir una taza de té, o escuchar con completa atención. Lamentablemente no pude hablar con fluidamente con él, y no pude recibir enseñanzas orales. Eso me motivó a estudiar rigurosamente en un programa formal de traducción de dos años. Ahora tengo el conocimiento necesario para poder recibir enseñanzas más profundas.

Esa bienvenida tan agradable y auspiciosa hizo que llegara a la cueva en donde permanecería un poco más de un mes meditando en silencio. Al llegar a la cueva me sentí muy afortunado, pues era un lugar pacífico y bastante agradable. La cueva era muy sencilla, pero tuve la suerte que otros meditadores ya habían vivido allí. La entrada estaba cubierta con piedras y tenía una pequeña puerta de madera que ayudaba a protegerla del viento y la lluvia. Por dentro era bastante seca. Era primavera y casi todos los días llovía. Aun así, las noches eran sumamente frías, pues estaba a más de 4000 m sobre el nivel del mar. El frío no me dejó dormir las primeras noches, a pesar de tener una bolsa de dormir muy gruesa y contar con varias capas de ropa puesta; incluso, las botas. No podía hacer fuego adentro de la cueva porque todo se llenaba de humo. Así que los primeros días cociné afuera de la cueva. Recuerdo que el primer día se me quemaron los únicos dos pares de calcetines que llevaba, pues los puse muy cerca del fuego con intenciones de sacarlos. Solamente logré rescatar la mitad de un calcetín. Iniciar un buen fuego me llevaba mucho tiempo, ya que toda la madera que encontraba estaba húmeda. Con el tiempo fui convirtiéndome en experto para hacer fuego y aprovechar al máximo los recursos.

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Cerca de la cueva había un riachuelo, así que el agua nunca fue un problema. A pesar de eso, solamente una vez tomé un baño. Viniendo de un país tropical, el frío representó uno de los retos más grandes. Los primeros días fueron difíciles. Estaba adolorido de lo músculos y una rodilla severamente lesionada por la caminata tan exigente qué había hecho para llegar a esas montañas.

Cuando conocí a Dugnak lama

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Llevaba tres días de retiro. Me encontraba meditando y de pronto escuché que alguien entró la cueva. Me sorprendí mucho porque no esperaba que nadie llegará. Era un yogi que acababa de finalizar un retiro sin salir de su cueva por tres años, tres meses y tres días. Gracias a este yogi, mi estadía se hizo mas fácil y apta para la práctica meditativa. Con gran amabilidad y cariño, me ayudó a armar una especie de estufa con escape de humo para poder cocinar y tener fuego dentro de la cueva. También me dio una colcha muy caliente de piel de Yak, así que resolví por completo mi problema del frío por las noches. Además, me otorgó un poco de gasolina que me permitía iniciar el fuego de forma más rápida y algunos consejos para preparar mejor el fuego y secar la leña. También me dio comida, arroz, harina, mantequilla de Yak y me enseñó a identificar diferentes plantas silvestres comestibles y medicinales que crecían en la montaña. Pero lo más importante fue que me dio consejos para mejorar mi práctica.

Hablamos todos los días durante una semana, y aprendí muchas cosas de él. Luego, Dugnak Lama regresó a su retiro, tapó la entrada de su cueva clavando tablas y telas para que todos supieran que estaba en retiro y no fuera interrumpido.

¿Qué es un Rinpoche? Y ¿qué relación tiene con el renacimiento?

Normalmente el título de Rinpoche se da cuando un maestro es reconocido como la reencarnación de un Lama (maestro) que ha fallecido. En el budismo se considera que la mente no es un fenómeno que surge del cuerpo, que no tiene principio ni fin, y que no puede ser creada o destruida. Por supuesto, afirma que existe una relación entre cuerpo y la mente, pero cuando el cuerpo muere, la mente no lo hace y toma un nuevo cuerpo. Al renacer, normalmente la persona no recuerda lo que ha vivido, o lo que aprendió en la vida anterior, pero lo que queda de las vidas anteriores son sus hábitos y predisposiciones. Por ejemplo, si una persona se ha habituado a cultivar generosidad, en su próxima vida naturalmente tendrá la intención de ser generoso con los demás.

Cuando un maestro fallece, sus discípulos organizan una búsqueda de su próxima reencarnación. En muchos casos, maestros importantes dejan una carta indicando el área y las características de la familia en la que renacerá. Al encontrar al niño, es llamado un Tulku (cuerpo de manifestación). Los discípulos consideran que este niño tendrá las mismas cualidades que su maestro tenía en la vida anterior y por eso es llamado Rinpoche (Preciado maestro). Si bien el pequeño Rinpoche tendrá que aprender nuevamente a escribir, leer y estudiar filosofía, su aprendizaje es muy acelerado y el entendimiento que obtendrá es muy profundo.

Recomiendo ver este documental que trata de como es la búsqueda y reconocimiento de un Tulku: https://vimeo.com/ondemand/unmistakenchild

Como occidentales nos cuesta trabajo entender este tipo de posturas. En el budismo no existen los dogmas, cada premisa debe ser analizada de forma lógica y exhaustiva. Si encontramos que la premisa es lógica y consistente, y aporta algo positivo a nuestras vidas, podemos tomarla y aceptarla. Si tras haberla estudiado cuidadosamente encontramos que tiene inconsistencias, la debemos abandonar. Por este motivo el budismo considera la fe ciega como una falta que se debe evitar. Todo acto de devoción, fe y confianza debe surgir de una convicción clara y no simplemente porque alguien importante lo dijo.

De la misma forma en un mi surgió una convicción clara en lo beneficios de la meditación, al conocer a estos yogis, aprendí que la forma en la que ellos viven y actúan son el resultado de muchos años de meditación.

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Gracias por compartir!!!
@avellana

Que hermoso post amigo. Alguna vez lei "El cordon de plata" y me has hecho recordar mucho ese libro. Gracias por compartir.

Gracias, vere hoy mismo el documental.

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